Hablar de Bolivia, con una taza de café

¿Factor de integración o confrontación? Expertos debaten sobre migración

17 DIC
El investigador social Nelson Jordán (der) y el docente y exdirector general de Régimen Consular Alfonso Hinojosa (izq), en la tertulia del programa "Hablar de Bolivia con una taza de café". Foto: ANF
17 de Diciembre, 2020

“El emigrante es un chivo expiatorio en los momentos de crisis”, dijo el docente e investigador Alfonso Hinojosa, en tanto que el teólogo Nelson Jordán, igualmente experto en el tema migratorio, señaló que los intereses políticos suelen “corromper” la “posibilidad de un acercamiento virtuoso” de las migraciones para “arrastrar militancia o votos”.


Por Juan Carlos Salazar

La Paz, 17 de noviembre (ANF).- Las migraciones son un factor poderoso de integración y construcción de la identidad nacional, pero, en muchos casos, se convierten en pretexto para la confrontación política e ideológica, y en “caldo de cultivo” de la intolerancia racista y regionalista, en opinión de dos expertos en la materia.

“El emigrante es un chivo expiatorio en los momentos de crisis”, dijo el docente e investigador Alfonso Hinojosa, en tanto que el teólogo Nelson Jordán, igualmente experto en el tema migratorio, señaló que los intereses políticos suelen “corromper” la “posibilidad de un acercamiento virtuoso” de las migraciones para “arrastrar militancia o votos”.

Ambos intervinieron en la tertulia que organiza la Agencia de Noticias Fides (ANF), “Hablar de Bolivia con una taza de café”, para analizar los temas de fondo de la problemática nacional.

Citando a René Zavaleta Mercado, Hinojosa dijo que la “dimensión abigarrada de la sociedad boliviana” se expresa “no solo en una multiplicidad de particularismos regionales o provinciales, sino también en identidades”, que muchas veces derivan, alentados por intereses políticos, en discriminación e intolerancia. Es el contexto político, a su juicio, “el que ha hecho que esto realmente cobre dimensiones como las que ha cobrado”.

“Hay un discurso que criminaliza al migrante. Por eso, desde la academia nos oponemos a hablar de inmigración ilegal. No hay inmigración ilegal, puede ser irregular, porque si hablamos de ilegal, lo que estamos haciendo es convertir el hecho migratorio en un crimen y no es así”, señaló. “Son los momentos de crisis los que convierten al migrante en chivo expiatorio”, agregó, y  “es el caldo político, el caldo ideológico, de la intolerancia”.

“Lo estamos viendo en Europa, lo hemos visto en su momento en la Argentina; en los momentos de crisis emerge este problema, alguien a quien culpar; se le va a culpar de que satura los sistemas sanitarios, de que satura el sistema educativo; todo con argumentos falsos, que sirven a los intereses políticos e ideológicos que están detrás de esos discursos”, recordó.

Jordán coincidió en que es en los momentos críticos, económicos o sociales, en que emergen los discursos políticos racistas y de rechazo del diferente. “Los componentes de las relaciones entre diversas culturas, lo que se llama interculturalidad, tienen mucho que ver con las actitudes o sea con la capacidad de acercarse de una manera positiva al diferente”, pero lo que hace la política es “justamente corromper esta posibilidad de un acercamiento virtuoso”, señaló.

Hinojosa ha sido director general de Régimen Consular del Ministerio de Relaciones Exteriores, presidente del Consejo Nacional de Refugiados (CONARE) y miembro del Grupo de Trabajo sobre migraciones, cultura y política del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), en tanto que Jordán es licenciado en Ciencias Religiosas, especializado en historia del oriente boliviano, análisis de conflictos y procesos de negociación y en estudios históricos latinoamericanos.

Hinojosa afirmó que la movilidad es inherente al ser humano, porque “moverse es vivir”, pero que “en la mayoría de las sociedades hay un marcado rechazo al extranjero, al diferente”, y que este hecho “se complejiza mucho más cuando está atravesado por la clase; entonces, no sólo se rechaza al diferente, se rechaza al diferente porque sobre todo es pobre. Esta es la dimensión de la aporofobia. Pero no solo eso, están también las cuestiones étnicas, religiosas o de identidad sexual”.

Nelson Jordán recordó por su parte el fenómeno migratorio de los años 50 que tuvo a Santa Cruz como norte, un movimiento de índole económica y política, a partir de un proyecto nacional, poblar las tierras bajas, para generar un polo de desarrollo que permita cambiar la matriz económica del país, que hasta ese momento era básicamente minera.

Con la llamada “marcha a Santa Cruz” hubo una migración planificada, organizada desde el gobierno, y una migración paralela, semidirigida, que acompañaba a la primera, “un fenómeno fuera de serie”, que determinó el crecimiento del departamento de 244 mil habitantes, en 1950, a tres millones, en 2012. “La sociedad cruceña actual es una sociedad de migrantes”, dijo.

La integración, según Jordán, es un proceso que no termina, está en permanente transición, hasta que “el migrante acaba por integrarse, por establecerse y por establecer otro tipo de relaciones con la sociedad de recepción, hasta que se incorpora”, aunque, claro está, manteniendo sus rasgos culturales.

Ocurrió lo mismo con el movimiento migratorio de los años 50 y 60 hacia el norte de La Paz, con la apertura de caminos y el establecimiento de colonos, y posteriormente la del Chapare, con la diferencia, en el caso del norte de La Paz, de que fue una migración eminentemente agrícola, mientras que la de Santa Cruz, aunque inicialmente agrícola-agropecuaria, se diversificó rápidamente con la producción petrolera, ganadera, forestal, industrial, la construcción y la actividad comercial.

Hinojosa se refirió también a la migración boliviana internacional, una “migración muy fuerte”, estimada en 2012, según el censo de ese año, en casi medio millón de personas, la mayoría radicada en Argentina, España Brasil y Chile,  aunque probablemente la cifra sea mayor, de hasta dos millones de personas, es decir casi un 20 por ciento de nuestra población, cuyas remesas aportan, según el último datos del Banco Central, alrededor de 1.300 millones de dólares, un 3% del PIB, el doble de la cooperación internacional.

“La población se mueve en función de los recursos naturales, lo hemos visto muy claramente con el tema minero en buena parte del siglo XX, y posteriormente, ya en los 60 y 80, con esos planes en tierras bajas. Son procesos que van detrás de los recursos. Lo que estamos viendo ahora es la presencia de otros elementos, como el comercio, por ejemplo; la movilidad de la mano de obra en tanto fuerza de trabajo está asociada también a los procesos de comercio”, concluyó.

//JCS//ANF


Ediciones anteriores