Hablar de Bolivia, con una taza de café

¿Por qué nos maltratamos por nuestro origen regional?

23 OCT
Ericka Ribera (izq,) y Lourdes Montero (der.) participaron de la entrevista realizada por el periodista Javier Aliaga. Foto: ANF
23 de Octubre, 2020

Las analistas Lourdes Montero y Erika J. Rivera desentrañan los prejuicios que encienden la llama del racismo.


Por Javier Aliaga

La Paz, 23 de octubre (ANF).- Cuando desde el regionalismo se etiqueta de forma negativa a un paceño, alteño, cruceño, cochabambino, potosino o tarijeño, hay racismo. Las diferencias regionales tienen una larga y valiosa historia y son parte sustancial de las identidades, pero a veces se convierten en un pretexto para encender el fósforo del racismo o son instrumentalizadas por los intereses políticos. Además, los prejuicios funcionan como una trampa que agrava el problema del racismo.

Esos son algunos de los temas abordados en el programa “Hablar de Bolivia con una taza de café” de la Agencia de Noticias Fides con Lourdes Montero, doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de México, y Erika J. Rivera, magister en Seguridad, Defensa y Desarrollo de la Universidad Militar Bernardino Bilbao Rioja.

Montero comenzó destacando que la construcción identitaria implica una fuerte emocionalidad y en Bolivia conlleva una mayor complejidad desde que se pasó de la idea del estado nación a la del estado plurinacional.

Pero, la complejidad además aumenta porque las personas construyen en su vida distintas identidades, superpuestas como las capas de una cebolla.

 “¿Qué es ser una boliviana plurinacional?  Quiere decir que reconozco en mí todas esas distintas capas, puedo ser quechua, puedo ser aymara, puedo ser guaraní sin dejar de ser boliviana. Puedo ser cruceña, puedo ser camba, puedo ser cunumi, sin dejar de ser boliviana, pero yo creo que ese es un proceso en construcción”, explicó Montero.

También es necesario pensar hasta dónde llega la diferencia y hasta dónde hay una construcción en función de prejuicios o la atribución de defectos al otro. Si ocurre lo último, “tenemos un problema de racismo”, apuntó.

En el contrapunto, Rivera compartió las reflexiones de Montero, pero cree que “lo plurinacional, en lugar de fortalecernos, que ese debería ser el objetivo, muchas veces (presenta) sesgos y estos sesgos muchas veces son instrumentalizados”.

Reconoció que los temas del regionalismo y el racismo están imbricados e implican una fuerte carga de emotividad, pero, precisamente por eso, abogó por analizarlos desde una mirada distante para racionalizar el problema evitando las crispaciones.

“Es importante no radicalizar, no tensionar, y sobre todo ser más propositivos, más que destructivos. Ser articuladores en lugar de fragmentar”, agregó.

En ese sentido, consideró que el diálogo es importante partiendo de la producción teórica local existente sobre la materia de autores como Rafael Loayza, Pedro Portugal, Fernando Molina y Carlos Macusaya, para después pasar a la incidencia activa buscando la “modificación de nuestra realidad a través de políticas” que fortalezcan a las regiones y al Estado.

Agregó que en Bolivia se desarrollan “mucho los ismos” y las tendencias ideológicas, pero se trabaja poco en la acción para trasformar la realidad, algo que podría hacerse con una “ciudadanía activa” que no solo identifique los problemas, sino que actúe sobre ellos con herramientas técnicas y del conocimiento.

Rivera también cree que la próxima celebración del Bicentenario en 2025 podría ser una oportunidad para trabajar en ese sentido.

La búsqueda cruceña de mayor protagonismo

Para Montero, que es cruceña, la incidencia de Santa Cruz en las políticas de Estado está en la construcción desde mediados del siglo pasado y se relaciona con “la disputa de mayor poder y mayor presencia nacional” frente al centralismo de La Paz, identificado como la causa de los males de las otras regiones.

Sostuvo, sin embargo, que la construcción de la identidad cruceña no incluye a todos sus actores y se radicaliza en sus diferencias frente al colla.

“Cuando escribo digo ‘por qué no surge un liderazgo camba que no se radicalice en su identidad camba, sino que nos cuente una historia que nos incluye a todos’, sobre todo porque la Santa Cruz de hoy es una Santa Cruz absolutamente diversa. Yo diría que hay brasileros, venezolanos, potosinos, tarijeños conviviendo en una ciudad tremendamente difícil y agresiva”, dijo la analista.

También llamó la atención sobre los prejuicios que desde el occidente contienen una mirada discriminatoria y con etiquetas sobre la población cruceña cuando no se comprende la construcción positiva de la identidad cruceña y la diversidad que contiene.

Consultadas sobre cómo ven el hecho de que, al margen de las miradas teóricas e intelectuales, la gente del gran público reproduce muy fácilmente los prejuicios y las etiquetas positivas y negativas del estilo de “patriota” y “separatista”, o “bloqueador” y “emprendedor”, Rivera dijo que, a veces, sucede al revés cuando los analistas usan marcos y categorías sesgadas que dan lugar a teorizaciones racistas.

Al contrario, agregó, la gente sencilla realiza sus procesos de interrelación, ya sean matrimonios o negocios, sin mayores problemas.

Exacerbación política de la identidad

Lourdes Montero también advirtió de una exacerbación del tiempo político de la identidad en el país cuando los políticos no hacen ofertas electorales, sino que juegan a personificar la identidad de quien quieren representar.

Para el caso, citó los ejemplos del dirigente cruceño Luis Fernando Camacho y del expresidente Evo Morales cuando gobernaba el país.

Además, otro potencial problema es que las diferencias regionales puedan devenir en desigualdad, pero también en la elaboración de narrativas para justificar una supuesta superioridad propia e inferiorizar al diferente.

“Para mí es clave en este momento, primero, asumir que somos una sociedad que tenemos problemas de racismo. No podemos seguir evadiendo eso, tenemos que decir ‘tengo prejuicio, te tengo miedo porque no te conozco”, cuestionó la analista.

Rivera, a su turno, advirtió sobre la facilidad con que en estos tiempos las personas del occidente pueden ser tachadas de forma negativa con el calificativo de “separatistas” solo por decir que el futuro está en Santa Cruz.

“Yo creo que es importante superar estos prejuicios, esta forma de maltratarnos unos a otros. Creo que es fundamental”, subrayó.

Como vemos, la pregunta de por qué nos maltratamos entre bolivianos por nuestro origen regional puede ser respondida desde diferentes ángulos, pero quizá haga falta también investigar y construir teoría sobre los espacios para la unidad y el reconocimiento positivo de la diversidad.

Y es que en la diversidad de Bolivia podemos caber todos.

///ANF


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