Hablar de Bolivia, con una taza de café

Analistas identifican a nuevos actores y advierten que la polarización impide construir el bien común

14 DIC
Participantes de la séptima sesión del grupo de reflexión de ANF.
14 de Diciembre, 2020

Esta reflexión surgió en el programa “Hablar de Bolivia con una taza de café” de la Agencia de Noticias Fides (ANF), que contó con la participación de los analistas Pedro Portugal, Saúl Flores, Gabriela Canedo y Gonzalo Mendieta en un diálogo moderado por el director de este medio, Sergio Montes, SJ.


La Paz, 14 de diciembre (ANF). – Nuevos actores sociales han surgido para influir en la vida política del país, algunos hacen alianzas inesperadas por sus intereses concretos y otros aún no lo logran, pero en contraste parece que a todos les resta pensar en un horizonte de bien común para Bolivia.

Esta reflexión surgió en el programa “Hablar de Bolivia con una taza de café” de la Agencia de Noticias Fides (ANF), que contó con la participación de los analistas Pedro Portugal, Saúl Flores, Gabriela Canedo y Gonzalo Mendieta en un diálogo moderado por el director de este medio, Sergio Montes, SJ.

Montes motivó la reflexión comentando que en una visita a San Ignacio de Moxos (Beni) percibió que los pueblos indígenas mantienen fuerte su lucha por la reivindicación autonómica, sus intereses por el territorio y sus propios sueños, pero también tienen una disposición a dialogar para concretar sus objetivos.

En ese sentido, según dijo, la subcentral del Territorio Indígena Multicultural (TIM 1) ve al Movimiento Al Socialismo (MAS) como su aliado para materializar sus planes, pero a la vez cuenta con la senadora indígena Cecilia Moyoviri que logró el escaño por la agrupación Comunidad Ciudadana (CC), lo que muestra que si bien pueden darse afinidades con algunas organizaciones políticas, sus propios intereses a momentos pueden trascender éstas.

Mendieta tomó el ejemplo de esta reconfiguración de alianzas para señalar que en el país los sectores pueden actuar por intereses concretos y necesidades particulares y es una realidad que suele desconocerse por la amplitud del territorio boliviano.

Recordó que el historiador cruceño José Luis Roca le dijo una vez: “El problema de ustedes (los paceños) es el pensamiento de plaza Murillo, confunden al país con las cuatro cuadras de la plaza Murillo y su rectitud, e imaginan todo desde esas cuatro cuadras”.
En ese contexto, sostuvo que la vida pública en el país se ha reconfigurado, tras haber estado dominada casi desde la Colonia por sectores tradicionales como los abogados, los militares, la Iglesia, los profesionales, los industriales mineros y los propietarios de tierras, entre otros.

“Con la urbanización y la concentración de mayor población en el eje troncal surgen nuevos saberes prácticos que incluso pueden lindar con lo ilegal (contrabandistas), o de los comerciantes aymaras, la vida agropecuaria oriental, así como el transporte, todos con necesidades de una relación directa con el Estado”, dijo Mendieta.

En ese escenario, hay un modo distinto de construir mayorías políticas y sociales en el país, y es probable, agregó, “que los sectores de más antigua urbanización no dejen de sufrir un cierto trauma de que ese orden anterior, con su escala de valores, hoy día está confinado a una minoría y por lo tanto a entrelazar intereses. Construir una amalgama de diversidades parece la regla”.

Para la socióloga Canedo, es probable que los nuevos actores sociales se unan al MAS por “el discurso de polarización étnica que ha calado en todas las organizaciones”, pero también están las asociaciones de transportistas, contrabandistas y cocaleros que ven en ese partido político respuestas a sus demandas.

Llamó la atención sobre sectores que se sienten identificados con el MAS y que, de forma contradictoria, por ejemplo, reivindican los valores del respeto a la Madre Tierra, pero también apoyaron el paso del Dakar por Bolivia.

El sociólogo indianista Flores está de acuerdo en que se debe mirar más allá de la plaza Murillo y del espectro político, porque hay actores que surgen en los momentos de crisis, después de haber estado marginados en el debate político.

“Al mirar más allá no nos encontramos simplemente con partidos políticos o grupos con ciertas características identitarias, sino también con otras organizaciones o grupos sociales, como los qamiris aymaras, los transportistas y gremiales, que en ciertas épocas aparecen y una vez cumplidos sus intereses desaparecen”, argumentó.

Flores comentó que en paralelo al sector de los qamiris aymaras (nueva élite económica) también están los intelectuales indianistas e indigenistas como actores políticos haciendo aportes teóricos, si bien ambos grupos no están articulados a favor de pensar en la nación aymara o quechua.

Portugal sostuvo que en esa tarea de querer resolver los problemas del país todavía no se alcanzaron ni los valores ni las formas de la modernidad, pero que son los pueblos indígenas los que están en esa lucha porque la clase media urbana ya ha transitado hacia el postmodernismo.

Agregó que la lucha de los pueblos indígenas no ha encontrado un parangón de ideas adecuadas a su esencia y los problemas nacionales, y lo atribuyó al hecho de que la academia que reflexiona sobre estos temas y forma a las vanguardias ha sido influenciada por el postmodernismo.

El bien común versus intereses particulares

Sobre la necesidad de establecer un bien común, Mendieta señaló que es difícil encerrarse en discursos homogeneizantes ante la realidad “variopinta” en el país. 

“A veces pienso que reclamamos la urgencia del bien común, me incluyo, pero tal vez con algo de impaciencia porque en realidad estamos viendo el nacimiento de un nuevo país, ese país urbanizado de distintos rostros e intereses, y ante eso tenemos que trabajar”, opinó. 

Por su parte, el sociólogo Flores afirmó que en el país todavía no hay condiciones para pensar en un bien común por factores como la desigualdad profunda, en un contexto en el que la clase política favorece a ciertos sectores según sus intereses, que también son étnicos. 

Portugal subrayó que el bien común en sentido político es tener un horizonte propio y una administración común, lo cual se refleja en las categorías de “nación y Estado, dos temas de los que no se habla porque se los considera del pasado, pero que son tareas pendientes”. 

Para Canedo, la polarización de tipo étnica ha dejado en un segundo plano la discusión sobre el bien común, entendido como mejor educación, salud o “vivir bien” y objetivos más concretos para la convivencia entre los 11 millones de bolivianos.

Dijo que ese horizonte “está soterrado” porque, según los discursos de polarización, hay una “pugna por el poder” entre dos grupos que son “los k’aras y los indios”.

“No importa quién tenga la mejor propuesta, no importa quien vaya a dar soluciones”, lamentó Canedo.

Los analistas son parte del grupo de reflexión permanente en la ANF sobre temas que luego son trabajados en distintos formatos periodísticos en el programa “Hablar de Bolivia con una taza de café”, que promueve el diálogo sobre los problemas del país.

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