La Paz, 4 de mayo de 2024 (ANF).- Dos grupos de cumbia y uno de moseñada animaron la fiesta de aniversario de la sección Palmar del penal de San Pedro de La Paz, en medio de consumo de bebidas alcohólicas, droga y al menos 25 riñas y peleas en las que se vio involucrado el delegado Marco Antonio Garzón, del partido de Gobierno MAS, al someter a golpes en la cara a su esposa en frente de los concurrentes.
La fiesta de celebración por los 38 años de la sección empezó el sábado 27 de abril a las 20.00 horas y terminó pasada la 01.00 del domingo, pero el consumo de bebidas alcohólicas continuó en las celdas hasta la noche.
Globos de colores, cintas y arreglos que indicaban el aniversario de Palmar fueron desplegados por todo el patio de la sección con motivo de la ocasión.
“Todo entra al penal con autorización del director (teniente coronel Sergio Natalio Sillerico Blatnik), los músicos, instrumentos musicales, bebidas alcohólicas, nada ingresa sin su permiso”, dijo un interno a ANF y lamentó que no exista esa predisposición cuando se trata de insumos para la producción, a los que “se ponen muchas trabas y cobros”.
Sillerico Blatnik tiene antecedentes de autorizar fiestas en el penal para fomentar la “buena convivencia”. En 2023, a su llegada a San Pedro desde Chonchocoro, inició su gestión al autorizar una fiesta con grupos musicales y con consumo de bebidas alcohólicas en la misma sección.
“Por el consumo de alcohol y drogas siempre hay problemas de peleas, de muertes, pero eso no les interesa a las autoridades ni al Consejo de Delegados con Kevin Fernández, que es el que da permiso para la venta de droga y alcohol y recibe un porcentaje”, señaló.
Los controles policiales a las visitas se han tornado muy exhaustivos en las últimas semanas, con una revisión milimétrica a hombres y mujeres. Los celadores rechazan el ingreso de frutas, si consideran que es demasiado, jugos, conservas en lata, etc., mientras que adentro la venta libre de alcohol y drogas, que entra por la puerta, se incrementó. También es libre la venta de celulares y cuchillos tramontina.
“El ingreso de alcohol y droga va a ir aumentando siempre porque es un negocio que maneja la policía”, señaló otro interno.
Los privados de libertad señalaron que como en toda fiesta se armaron mesas para recibir a los invitados, delegados de las otras secciones y del Consejo de Delegados a la cabeza de Kevin Fernández -acusado de la muerte de un interno, el Boyka, pero “fue socapado por los ‘canas’ (policías)- tenían en sus mesas “un combo”: botellas de ron Abuelo y Whisky.
Mientras avanzaba la noche, los grupos de cumbia se turnaban para tocar, uno era de hombres y el otro de chicas. Ponche de alcohol, ron y muy poca cerveza iban de mano en mano entre los asistentes animados por las bebidas, hasta que fueron surgiendo las peleas.
Una de ellas fue la que protagonizó Ramiro Mamani Choque, conocido como el protegido del director de Régimen Penitenciario de La Paz, Daniel Callisaya. Choque en su gestión se apropió de más de 200.000 bolivianos de los cobros a los internos nuevos, sin embargo, Callisaya se interpuso para que entregue cuentas y lo llevó a la sección Chonchocorito para ponerlo a buen recaudo.
“Nadie le va a pedir cuentas él”, bramó, según cuentan los internos, pese a que Mamani Choque días antes había sido conminado por el propio director del penal, Sillerico Blatnik, a que presente un informe del dinero. Callisaya desautorizó al teniente coronel.
Callisaya es acusado por los internos de ser parte de la cadena de corrupción dentro del penal e incluso imponer a los nuevos internos el monto de 7.000 bolivianos como pago, “dinero obtenido a la fuerza, con tortura, que servirá para hacer obras”, ya que Régimen Penitenciario no tiene recursos. Callisaya pide pruebas, “depósitos bancarios” que demuestren su culpabilidad.
Esa noche de diversión, la pelea más emblemática la protagonizó el delegado Marco Antonio Garzón, exfuncionario del Ministerio de Gobierno, que, según su propia versión, de acuerdo a lo señalado por los internos, fue chofer del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo. Muchas fotografías muestran a Garzón recibiendo felicitaciones y reconocimientos por las autoridades de gobierno y hasta de la Cámara de Diputados por “Defender la democracia” en 2020. Garzón figura en el archivo de Declaración Jurada de la Contraloría General del Estado como funcionario del Ministerio de Gobierno.
El delegado, pese a tener una sentencia por violación, un cargo inhabilitante de acuerdo a la propia normativa electoral carcelaria, llegó a ser delegado con la ayuda de sus colegas de Régimen Penitenciario. “No cumplía con ningún requisito de la convocatoria”, dijeron. En marzo de 2021, el Tribunal de Sentencia Anticorrupción y contra la violencia hacia la Mujer del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, declaró a Marco Antonio Garzón autor de los delitos de violación y violencia familiar o doméstica.
“Ambos estaban en estado de ebriedad, y cuando ella se acercó al grupo de cumbia de hombres, el delegado se acercó y le dio un golpe en la cara, le dejó hinchado, tres veces le ha pegado esa noche y nadie dijo nada, pese a que estaban los delegados de las otras secciones y los disciplinas”, señaló un interno.
Al día siguiente, los reclusos vieron a la esposa de Garzón salir del penal de San Pedro con la cara moreteada. “Si hubiera sido otro interno lo habrían agarrado y llevado a Muralla, pero en este caso no hicieron nada”.
Los recursos para la fiesta fueron exaccionados a los internos nuevos, a razón de 150 bolivianos por cabeza, además de otros cobros de los que el propio Garzón dice a los privados de libertad que “es para arriba”. En este caso no hay lugar a negarse, la integridad física está en riesgo.
Pese a que el director nacional de Régimen Penitenciario Juan Carlos Limpias reitera que hay mayor control en las cárceles del país y mejoramiento de la calidad de vida, en particular en San Pedro, tras una visita al recinto, ANF evidenció el aumento de consumidores de droga y peleas violentas a la vista de las visitas. El hacinamiento, en una cárcel con aforo ilimitado, viene generando la proliferación de enfermedades y malos olores dentro de un recinto que se ha ido convirtiendo en un tugurio en el que se combinan el abuso, donde nadie puede reclamar nada si no es llevado a Muralla o trasladado, y la muerte por peleas o patologías prevenibles.
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