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Opinión

Elecciones y propuestas para un país destrozado

1 de Abril, 2025
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Ningún líder, ningún candidato, ningún frente y ninguna alianza, tienen propuestas serias para reconstruir el país, desde los cimientos, luego de 20 años del nefasto régimen masista, que acabo destrozando a las instituciones y carcomiendo a todos los órganos de poder. 

Al contrario de lo que se esperaba y las expectativas generadas, por los resultados que nítidamente se pueden observar ahora, con dos décadas en el poder, en estos doscientos años de historia republicana, Evo Morales y Arce Catacora, pasaran a la historia, en ese orden, como los más funestos. Las acusaciones, entre ambos, sobre la responsabilidad de la hecatombe, reafirma mi tesis: fueron los peores presidentes de la historia. Uno peor que el otro.

La cleptocracia azul deja un país devastado. No solo han destrozado a las instituciones, han destruido también todos los códigos morales de la dignidad humana. Los que se proclamaron como la “última reserva moral del mundo”, después de dos décadas en el ejercicio del poder, se constituyen, más bien, en “la reserva moral más abyecta del mundo”. Los resultados y lo que se ve, así los denuncian.

Para salir de esto y evitar el “apocalipsis”, la oportunidad histórica está planteada en las próximas elecciones. Si se logra poner fin al régimen masista, se debe reconstruir el país, cambiando y transformando, radicalmente todo.

La oportunidad histórica para reconstruir el país o dejar que lo sigan destrozando, hasta dejarnos en cenizas, se presenta precisamente en las próximas elecciones. Por ello, es importante ver y examinar que proponen los candidatos para cambiar y reconstruir el país. El momento en el que vivimos, debe ser el peor y más delicado en estos doscientos años, donde la viabilidad de país está en riesgo. Mas que celebraciones, será un bicentenario de lamentos.

En ese sentido, los candidatos del campo opositor, tendrían que plantear lo que, en estas cruciales circunstancias, el país necesita: un cambio radical en la forma de hacer política.

En una rápida mirada de lo que plantean hasta hoy, al margen de propuestas pintorescas y profundamente demagógicas, como resolver la crisis en “100 días”, no hay ninguna propuesta para cambiar la forma de hacer política. Eso que, Evo Morales y los masistas prometieron cuando tomaron el poder y no lo cumplieron. 

Un cambio abismal, por ejemplo, en la forma de administrar los recursos del Estado. Ningún candidato nos habla de la honradez. De ese valor, tan importante, que se requiere para administrar los recursos de la “Polis” (Estado). 

Si evaluamos como la clase política, de derecha o izquierda, ha administrado los recursos del Estado, los resultados son de terror. La administración del Estado, para esta clase política, fue siempre una fuente de enriquecimiento. Son, “políticos vividores que se llenan los bolsillos con la plata de los bolivianos”, como dice un candidato que critica aquello, pero no propone nada para cambiar esto que suena como una maldición. 

En esa crítica, está el tácito reconocimiento de que la política es para los “ladrones”. La política es para esos “rateros” (en las calles les dicen “maleantes”) que con voraz apetito se enriquecen y acumulan fortunas con la administración de los recursos del pueblo. En su ADN, estos políticos tienen una enorme vocación cleptómana.

Los murmuros en los pasillos y entresijos del poder, dicen que se roba mejor en grandes obras y proyectos. En ellas, se aseguran el 10% de comisión del total de la inversión. En el “socialismo del siglo XXI” esta comisión habría subido al 15%. Es vox populi también que roban en todas las compras, desde las más grandes, como gasolina y diésel, hasta, en las más pequeñas, como en la compra de barbijos. No pueden lidiar con su vocación cleptómana.

Luego, para recuperar lo que han “puesto” para ser candidatos a diputados o senadores - deben poner más plata para estar en la franja de seguridad-, venden espacios y cargos en la administración pública.

Esta concepción de la política, como un negocio, ha destrozado al país y los políticos, al parecer, no quieren cambiarla. No hay, entre todos ellos, ninguna propuesta que recupere la honradez, como el principio fundamental para la administración escrupulosa de los recursos, cuidando hasta el último centavo de la Polis

En el campo político de oposición, los candidatos tradicionales, no se preocupan de esto. Su silencio, más bien, los ubica como cómplices de esta forma de hacer política. 

Ahora bien, para tener conciencia real, sobre cómo estamos después de dos décadas del “proceso de cambio”, en una postura más realista que pesimista, se puede sostener que las escalofriantes predicciones de Ayn Rand, sobre una sociedad condenada, se cumplen. 

Cuando los que producen tienen que pedir permiso a los que no producen; cuando el dinero no tiene origen en el trabajo y la producción, sino en la corrupción, en la influencia y en el soborno; cuando las leyes y la justicia defienden a los corruptos y condenan a los inocentes; y, cuando todos están convencidos de que la honradez, más que una virtud, es un gran sacrificio: estamos en una sociedad condenada. Todo esto, en nuestro país, se cumple.

Para cambiar este espeluznante estado de cosas, ¿qué propuestas tienen los candidatos? Mas que propuestas, tienen limitaciones y profundas carencias de conocimiento, al extremo de ignorar esta dura y cruel realidad.

Si no se cambia radicalmente este estado de cosas, sin exagerar, el apocalipsis está cerca. 

Si se observa bien, el éxodo ya se ha iniciado. Todos quieren irse, sobre todo los más jóvenes, pues no vislumbran absolutamente ningún futuro en este país destrozado.

¿Qué dicen sobre todo esto, los “ilustres” candidatos?

El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón