En la víspera del aniversario del nacimiento de Bolivia como Estado independiente, la ANF cumple 61 años desde su fundación. Es un momento de profundo agradecimiento a la labor visionaria del P. José Gramunt de Moragas, SJ y al impulso renovador que la Compañía de Jesús ha querido darle a la primera agencia de noticias del país. Nuestro compromiso, inspirado en los valores del Evangelio de Jesús, siempre será con las personas, para ofrecerles información de calidad y con sentido crítico para el bien de toda la sociedad.
A tiempo de celebrar estas seis décadas en ANF y los 199 años de Bolivia es necesario llamar la atención sobre la deriva crítica en la que nos encontramos. Por un lado, los medios de comunicación que no siguen los lineamientos gubernamentales en su agenda informativa se encuentran hace más de quince años en un situación de angustiosa supervivencia por la carencia de suficientes recursos económicos; varios medios -sobre todo de prensa escrita- han reducido a mínimos su personal, otros se han cerrado y muchos hacen equilibrios para sobrevivir mes a mes, mientras la pauta publicitaria se distribuye onerosamente en manos de quienes, con o sin disimulo, viven mostrando el país que el gobierno quiere mostrar.
Los lineamientos éticos y la calidad periodística hacen aguas a merced de los dineros que reciben empresarios de la información para negar lo que es evidente, para disimular los conflictos o para inventar una realidad que no existe. En la era de la posverdad, la mentira es moneda de curso legal y a pocos parece importarles en serio el daño que esto está generando en la sociedad.
Un elemento importante, naturalmente no el único ni el principal, para la calidad de la democracia está en la real independencia de la información, que no esté sometida a intereses de sectores, a estímulos o castigos económicos y menos aún al afán de los poderosos. Pero también tiene que ver con el compromiso de los diversos miembros de la sociedad por sostener aquello que es un bien tangible para las personas y las instituciones: la información veraz, equilibrada y con sentido crítico. No se trata sólo de pedir que haya equidad en la distribución de la pauta publicitaria de parte del Estado, también tiene que ver con el apoyo moral y material de la sociedad para que los medios de comunicación no desaparezcan ni las y los periodistas tengan que decidir entre vivir de la limosna por mantener su profesionalidad o rifar su prestigio profesional por algo de dinero.
Por lo dicho anteriormente, es urgente repensar la forma en la que estamos concibiendo y construyendo la democracia. No puede ser que lleguemos a pensar que ésta es una dádiva del gobierno, de quien ejerce el poder o de quienes acumulan más riqueza. La democracia depende fundamentalmente del empuje de la sociedad; no es la sociedad que se debe al poder político o económico, es totalmente al revés, aunque siempre sea una relación dialógica.
Al cumplir los 199 años de Bolivia nuestro compromiso personal e institucional debe afincarse en hacer que la democracia realmente esté en manos de la sociedad y no de los gobiernos, que las instituciones sirvan a los ciudadanos y no al revés, que los medios de comunicación estén en función de las personas y no de los intereses particulares de sectores poderosos. En definitiva, tendremos la democracia que como ciudadanos decidimos y hacemos que acontezca.