Ahmad Ali, presidente de la Asociación de la Comunidad Islámica Sunnita de Bolivia
La Paz, 25 de septiembre (ANF).- El 24 de septiembre la comunidad musulmana de Bolivia vivió la festividad del cordero más triste que recuerdan. La guardia edil de La Paz intervino la mezquita del céntrico barrio de Sopocachi donde presuntamente iban a sacrificar 85 ovejas. Según la Alcaldía, no había higiene ni inocuidad en los ambientes en los que se llevaba adelante el ritual.
Parte de la carne iba a ser donada a familias de escasos recursos.
El presidente de la Asociación de la Comunidad Islámica Sunnita de Bolivia, Ahmad Ali, explicó a ANF que la fiesta del cordero se lleva celebrando de esa forma desde hace 18 años, cuando se construyó la mezquita. En países tradicionalmente musulmanes, esta fiesta es milenaria. Cree que la actitud de la Alcaldía se debió a la llamada de un vecino de la zona, “al que no le gustamos los musulmanes”, indicó.
La celebración del Sacrificio –conocida como la fiesta del cordero– es la festividad mayor de los musulmanes. Se inspira en el pasaje recogido tanto en la Biblia como en el Corán donde se muestra la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo como un acto de obediencia a Dios. Según la tradición, Dios intervino y a cambio le entregó un cordero para que lo sacrificase y lo entregase como ofrenda en lugar de a su hijo.
“Los hermanos del exterior, como saben que aquí la comunidad musulmana no tiene muchos recursos, nos envían dinero para que compremos corderos y vacas para hacer el sacrificio. Nuestra religión nos indica que hay que ofrecer una parte a la gente pobre, otra a la persona que realice el sacrificio y otra a la comunidad musulmana”, expresó.
Ali manifestó que los integrantes de la otra mezquita paceña, la de Miraflores, acudieron al matadero para sacrificar seis toros y que lo hicieron bajo condiciones de higiene. Una parte la degustaron entre los fieles y la otra –como marca la tradición en Bolivia– la enviaron a diferentes instituciones como hogares de acogida, de adultos mayores o a personas en situación de calle.
Añadió que la fiesta del cordero se celebra hasta el domingo, por lo que presume que sus compañeros de Sopocachi irán al campo o a un matadero para llevar a cabo el sacrificio.
En países como Marruecos, de amplia mayoría musulmana, la gente sacrifica a los corderos incluso en la calle, explica Loubna el Khadir, marroquí afincada en España. En el país europeo, reconoce, “lo más fácil es acudir a una carnicería "halal" –donde preparan la carne según prácticas musulmanas– y encargar el cordero para compartir con la familia”.
En Bolivia no hay carnicerías Halal
En todo el territorio nacional no hay ni una sola carnicería “halal”. Según dicho rito, se debe hacer el sacrificio del animal en al nombre de Dios, el cordero no debe tener más de dos años y una vez sacrificado debe colgarse y desangrarse de manera natural.
Ante la imposibilidad de comer carne de este tipo de manera habitual, la fiesta del cordero se convierte en el día más especial del año, señala Ali.
Es difícil ser musulmán en Bolivia
La historia de la comunidad musulmana en Bolivia tiene apenas 30 años. Gerardo Eduardo Trigo –antes de ser Ahmed Ali– fue uno de los primeros en convertirse tras escuchar el testimonio de un boliviano que había regresado de Arabia Saudita y se había acercado a la religión en el país árabe.
Desde entonces Ahmed se convirtió en uno de los primeros precursores del Islam. Lo que comenzó en su casa como una reunión de cuatro personas interesadas en leer y estudiar el Corán, se convirtió en la actualidad en una comunidad de más de 3.000 personas.
El 99%, dice Ali, son bolivianos convertidos al Islam, ya que al país no llegan muchos musulmanes emigrados de países árabes.
La mayoría está en Santa Cruz (2.000) y el resto entre La Paz (300), Cochabamba, Sucre y Oruro. Según Ali, suelen ser personas sin muchos recursos y el 70% son mujeres, lo que les ocasiona “problemas” para encontrar un marido musulmán. Explica que la religión no les permite casarse con alguien que no profese el mismo credo. “Tenemos que ponerles en contacto con musulmanes de Perú, Chile, y otros países de la región”.
Los musulmanes en Bolivia tienen que lidiar con ser una minoría muy desconocida y juzgada por los estereotipos políticos y culturales de otros países, expresa Ali.
“Antes pasábamos desapercibidos, pero desde el 11-S se ha creado un odio muy grande hacia nosotros”, comenta.
Incluso recuerda que muchas mujeres que usaban el hiyab (pañuelo) tuvieron que quitárselo en la calle para no ser increpadas.
Mientras tanto, y para eliminar asperezas entre las diferentes religiones que conviven en el país, han creado la mesa interreligiosa, compuesta por católicos, evangélicos, musulmanes y judíos, donde desarrollan debates y proyectos conjuntos para sensibilizar a la sociedad de que todos tienen el mismo objetivo, alabar a Dios.
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