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Nacional Sociedad

Expertos advierten que modelo de desarrollo del MAS causa crisis e impacta en la calidad de vida de la población

La analista de Políticas Sociales de la Fundación Jubileo, Carla Cordero, señaló que más allá de la confiabilidad de los datos proporcionado por el INE, es importante el significado de estos indicadores sobre pobreza.
10 de febrero, 2025 - 16:03
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Mujeres recolectoras de basura en Cochabamba. Foto: Carlos López (Archivo 2019)
Mujeres recolectoras de basura en Cochabamba. Foto: Carlos López (Archivo 2019)
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La Paz, 10 de febrero de 2025 (ANF).- La crisis económica por la que atraviesa el país y su agudización tiene y tendrá consecuencias negativas en la calidad de vida de la mayor parte de la población boliviana, sostienen expertos que explican que es resultado del modelo económico de desarrollo de los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS). 

Bolivia ha tenido millonarios ingresos, principalmente por la renta petrolera que entre 2005 y 2024 fue de poco más de $us 45.000 millones, además percibió ingresos de otras fuentes como exportaciones, remesas, entre otros.

Esos recursos permitieron una bonanza económica por casi una década, que los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales y de Luis Arce, atribuyeron el “éxito” a su “modelo económico, social, comunitario, productivo”.

Sin embargo, la actual situación ha develado la crisis del sector estratégico que debería generar excedentes por hidrocarburos, minería, electricidad y recursos ambientales; y el sector generador de ingresos y empleo, para la redistribución, lo que ahora no está sucediendo.

El experto en materia hidrocarburífera Álvaro Ríos dice que la crisis energética es producto de una “fallida política exploratoria”, ya que se entregó toda la cadena de hidrocarburos a YPFB sin participación privada.

Afirmó que el país “necesita cambiar de modelo económico por eso tenemos escasez de dólares, escasez de alimentos, porque es el modelo cubano y venezolano. Si no cambia el modelo nada va a pasar en el país (…) porque el modelo está completamente fallido”.

En el contexto de bonanza, de acuerdo a datos de la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (Udape) entre 2006 y 2019 la pobreza moderada se redujo de 59,9% a 37,2%. En 2020, se ubicó en 39 % y 36,6 % el 2021.

Mientras que en el caso de la pobreza extrema en 2006 ese indicador alcanzó un 37,7% y en 2019 bajó a 12,9%. En tanto que en 2020 hubo un incremento de 13,7 %, y en 2021 fue de 11,1 %.  

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) registra 36,5% de pobreza moderada y 11,9% de extrema, según datos de 2023; la pobreza multidimensional en términos absolutos alcanzó en el 2020 a 62% (7,1 millones de personas en Bolivia), de acuerdo al Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla). 

La recesión económica provocada principalmente por la caída de la producción de gas natural, llevó al país hacia una potencial crisis financiera y a una ausencia de sectores productivos capaces de generar riqueza y empleos sostenibles, señala un estudio del Cedla. 

“Se puede afirmar, por tanto, que el escenario de crisis que está viviendo el país y su agudización, tiene y tendrá consecuencias negativas en la calidad de vida de la mayor parte de la población”, indica. 

La analista de Políticas Sociales de la Fundación Jubileo, Carla Cordero, señaló que más allá de la confiabilidad de los datos proporcionado por el INE, es importante el significado de estos indicadores.

“En términos absolutos el 58% de los pobres moderados, se encuentran en las ciudades, producto de la migración campo-ciudad, por la falta de oportunidades, de empleo y otros. Cuando hablamos de la pobreza extrema, hablamos que el 25% en el área rural son pobres extremos, no tienen para la compra de una canasta básica de alimentos”, apuntó Cordero.

La línea de pobreza extrema representa la suma monetaria mínima para adquirir una canasta básica de alimentos para cubrir las necesidades nutricionales diarias de una persona; en tanto que, la línea de pobreza además de alimentos, incorpora otros gastos esenciales en bienes o servicios como ser: vestimenta, salud, educación, servicios básicos, vivienda y otros.

Con la nueva metodología del INE, a partir de 2016, la “línea” de “pobreza” para el nivel urbano es de 939 bolivianos y para el rural es de 684, al mes por persona. Mientras que, para el nivel de pobreza extrema, el costo de una canasta básica de alimentos para las ciudades es de 468 bolivianos y para el área rural de 393. 

Una canasta básica en el área rural de 393 bolivianos significa un promedio de 15 bolivianos diarios por persona, la pregunta es si cada persona tiene este ingreso diario. Los organismos internacionales dicen que el mínimo para un costo de dieta saludable, por día es de 4 dólares (28 bolivianos).   

Entonces en los indicadores de pobreza determinados por el INE en función a su línea base, se puede observar una subestimación de costos, porque ante un proceso inflacionario y la merma de ingresos de la población, puede ser mucha más la pobreza, dijo Cordero.

Recordemos que la inflación acumulada, llegó hasta noviembre de 2024 a 8,8 % y la de los alimentos a 13,64%. El gobierno proyectó para este 2024 una inflación de 3,60%, este porcentaje se halla casi triplicado hasta noviembre y con la prevista por el Fondo Monetario (FM) de 4,4, se dobló. 

Finalmente, el INE informó a inicios de enero de 2025 que Bolivia cerró con una inflación acumulada de 9,97 % en 2024, la más alta desde 2008 cuando el país registró una inflación de 11,8 %.

Pérdida del valor adquisitivo

La moneda boliviana ha perdido su valor, de eso dieron cuenta las feriantes de Navidad que se quejaron por las ventas bajas. Katia Machicado comparó las ventas de diciembre con otros años y dijo que “No hay venta, la gente prefiere guardar su dinero para su comida”.

Mientras que una madre de familia remata sobre la crítica situación que viven las familias. “Realmente el dinero boliviano está bien devaluado, lo que comprábamos con 100 bolivianos para una semana ahora solamente es para un día”, dijo.

La pandemia en 2020 provocó un escenario complejo en la economía de las familias, en 2021 hubo una leve recuperación, sin embargo, a partir de 2022 la situación fue más notoria, aunque en 2023 fue evidente cuando el dólar desapareció del mercado.

La falta de divisas ha marcado un hito en toda la economía y ha generado una cadena de consecuencias, los empresarios y comerciantes no han podido importar, los productos se elevaron de precios.

La ausencia de dólares ha repercutido incluso en la importación de diésel y gasolina, lo que ha provocado extensas filas por conseguir unos litros de combustibles. El gobierno ha negado una y otra vez que esta sea la causa.

Hace décadas que las familias no hacían filas por arroz o por aceite como sucede actualmente. El kilo de carne ha escalado entre Bs 50 y 60, incluso la carne de cerdo llegó a costar Bs 45 el kilo.

La Defensoría del Pueblo realizó un estudio de sistematización con datos de sus 21 oficinas sobre los precios de la canasta familiar (entre agosto y octubre) en 18 mercados populares de las ciudades capitales, donde se evidenció un sostenido incremento de costos en, al menos, 19 productos.

Por ejemplo, la carne de res, molida corriente sufrió un incremento del 39%; la carne de res, pulpa especial, un 20%; y la carne de pollo un 30%. Entre otros productos, se evidenció el incremento del quintal de arroz, llegando este a un 46%; la harina, 66%; el fideo corto a granel, 67%, respectivamente, señaló la entidad defensorial.

“Pero en realidad esta pobreza por ingreso, es coyuntural, que depende mucho de los ingresos que gane la población, entonces con la pandemia, se ha demostrado un poco la vulnerabilidad de la clase media, porque ante un shock, sus ingresos por el tema de la paralización de la economía, automáticamente 300.000 personas cayeron en la pobreza”, puntualizó Cordero. 

La pobreza por ingreso está relacionada a los empleos de la población. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) 2023, señala que en Bolivia el 84,6% de la población ocupada este en el sector informal, somos el número uno a nivel latinoamericano; y el 82% de los hogares dependen de alguna manera del ingreso del sector informal, eso es “preocupante” ante un contexto de crisis económica, consideró.

El director ejecutivo de Fundación Jubileo, Juan Carlos Núñez, sostiene que la crisis económica tiene un impacto social en sectores vulnerables que nuevamente van a ser castigados con esta situación y que “van a retornar a la pobreza” y “a nadie le va a gustar volver a ser pobre”, afirmó.

“Hay una conjunción muy compleja entre una crisis económica estructural y una crisis energética, por lo tanto, buscar alternativas para generar recursos para el Estado no se va a encontrar de forma inmediata”, advirtió.

Para Núñez ya no es tiempo de analizar y debatir el modelo de desarrollo como se pensaba hace un año, porque “eso estaba echando aguas”, ahora ante el deteriorado de la situación económica “son necesarias las medidas de corto y mediano y largo plazo”, es decir “medidas de ajuste de shock”. 

El modelo de desarrollo extractivista “está provocando daños irreversibles del medioambiente y se ha mostrado ineficiente para cubrir con los indicadores macroeconómicos”, señaló la directora de UNITAS, Mila Reynolds, en el foro Político Multiactor que se realizó a fines de noviembre del año pasado.

En esa ocasión, cuando ya los precios de los productos de la canasta familiar iban en ascenso, o la falta de dólares, la escasez de carburantes, dijo que “esa es la tónica que iremos viendo en un contexto de crisis”.

La pobreza multidimensional en Bolivia: una nueva mirada a nuestra realidad

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco Mundial (BM), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otros organismos, han destacado en diversas ocasiones que la pobreza no se reduce únicamente a la falta de ingresos, sino que abarca otras dimensiones que afectan el bienestar de las personas y reflejan, de manera más precisa, las privaciones que enfrentan. 

La pobreza multidimensional (PM) se define como una condición humana que se origina en el acceso desigual a recur­sos materiales e intangibles que pue­den utilizarse para hacer sostenible un nivel de vida adecuado. A oportunida­des de salud, educación, trabajo y em­pleo, protección social, vivienda y ser­vicios básicos mejorados; al poder y la voz para expresar intereses comunes y participar e influir en las decisiones de política. Como también a la seguridad humana, para vivir libres de la violencia e inse­guridad alimentaria, entre otras dimensiones, que afectan el ejercicio de los derechos fundamentales, tanto in­dividuales como colectivos.

El Cedla, en el año 2019, estableció una medición atendiendo a la multidimensionalidad de la pobreza, identificando cuatro dimensiones: recursos, oportunidades, poder y voz, y seguridad humana. 

Uno de los principales resultados, indica que mientras las/os pobres definidos por ingresos representaban el 37,2% de la población del país, los pobres multidimensionales significaban el 61,7%. En términos absolutos 7,1 millones de personas se encontraban en situación de pobreza multidimensional, cifra superior a la que se registra con la medición realizada en forma convencional. 

“Estos datos contribuyen a una comprensión más holística de la experiencia de vivir en condiciones de pobreza. Es evidente que, al centrarse exclusivamente en la línea de pobreza, las estadísticas oficiales tienden a pasar por alto otro conjunto de derechos que afectan la calidad de vida de las personas y cuya consideración debería tener igual importancia en la toma de decisiones de política pública. Los problemas que explican el alto índice de pobreza multidimensional en el país, no sólo persisten, sino que en muchos ámbitos se han profundizado, lo que hace suponer que el número de pobres multidimensionales no se haya reducido. Es más, es muy posible que en los últimos años se haya incrementado y que tienda a incrementarse”, señala el informe del Cedla. 

/ER/nvg/

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