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Opinión

El régimen masista ha destrozado a Bolivia

12 de Febrero, 2025
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Con frecuencia, en los conceptos, se confunde mucho entre régimen político y gobierno. Hay una propensión a interpretarlos equivocadamente, como su fueran lo mismo. Sin embargo, las diferencias son sustanciales.

Cuando se habla de régimen político, las referencias son: el estilo y la forma del poder, expresado en reglas, normas y valores que determinan la competencia y el ejercicio del poder. Casi siempre, las reglas fundamentales están escritas en la Constitución. Por ello, es más amplio y duradero.

En cambio, cuando se habla de gobierno, las referencias son las personas, grupos y partidos que detentan el poder en un determinado momento, en el marco de los límites establecidos por el régimen. Según Fernando Mires, es la “expresión concreta y contingente del poder político”. 

Aclarados los conceptos, aun cuando en términos generales, conviene precisar que, el régimen masista tiene inicio el 22 de enero del 2006, con la asunción de Evo Morales. Continua actualmente con Luis Arce. De modo que, tiene 19 años de vigencia. Catorce, con el “hermano” Evo y cinco con el “hermano” Lucho. Por lo tanto, cuando se habla de ambos, se habla de lo mismo. No hay diferencias.

En ese sentido, resulta absolutamente cínico, las críticas de Evo, cuando trata de diferenciarse con el gobierno de Lucho. Se auto incrimina y le sale el “tiro por culata”. Ambos, en mayor y en menor grado, respectivamente, han destrozado Bolivia. En “nombre del pueblo”, nos han sentenciado a vivir en una “sociedad condenada” (Ayn Rand).

Ciertamente, la acusación “han destrozado Bolivia” es fuerte, además de contundente. Sin embargo, estoy utilizando la misma palabra que Morales uso reiteradamente para referirse al gobierno de Arce. En un reciente programa dominical de radio, lo acusó de “haber destrozado Bolivia”, olvidando que, en esta responsabilidad, por el tiempo en el poder, él tiene un 70% de culpa. 

Veamos, en ese sentido, como han destrozado Bolivia, en los ámbitos de: la democracia, la economía, el órgano judicial, el órgano electoral y la policía.

Desde un inicio, el proyecto del régimen apunto al poder eterno. “Llegaron para quedarse 500 años, no están de paso ni son inquilinos del palacio”. Ese proyecto provoco un brutal retroceso en la democracia. El desempeño y avance de la democracia depende del Estado de Derecho. Es decir, de la efectiva separación, independencia e igualdad de poderes. Empero, el régimen, sometió a todos los órganos de poder. Esto se vivió más intensamente, en las dos últimas gestiones del gobierno de Morales, cuando le toco gobernar con más de dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Esta mayoría calificada, le permitió someter al órgano judicial y al órgano electoral, subordinándolos a sus intereses, hiriendo de muerte a la democracia. Los datos del último informe del Latinobarómetro, dan cuenta de que solo el 10% de los bolivianos confía en la democracia. El dato es escalofriante y el retroceso evidente.

A su vez, en su estilo y forma de gobernar, el régimen ha “podrido” a los “movimientos sociales”, al cuotear, entre sus dirigentes, espacios de poder. La práctica de someter, a través de “pegas”, a los movimientos sociales, la instituye Evo Morales. Ahora, todos estos dirigentes “sindicales” quieren ser parte del poder político y participar en la repartición de cuotas de poder. Los actos y denuncias de corrupción contra estos dirigentes, a la cabeza de ministerios y otras instancias de la burocracia estatal, son cotidianas. Para acceder a cualquier cargo tienes que contar con el “aval político” de estos “sindicatos”. Incluso, para ascender al grado de general en las fuerzas armadas y en la policía, tienes que tener el respectivo aval, que se comercializa a “precios de mercado”. Con esa lógica, actúa el “Pacto de Unidad”.

Con responsabilidad compartida también han destrozado la economía. En los primeros 14 años del régimen, la “orgia” y el despilfarro del excedente, fue el sello del gobierno de Morales. A Luis Arce no le toco administrar el excedente, aunque fue el “cajero”. Como presidente después, le toca administrar una economía con ingresos reducidos. Pero, gasto y sigue gastando como en la época de bonanza, hasta acabar con las Reservas Internacionales, vender parte del oro y endeudarse hasta límites insostenibles. Cualquier momento nos declaran en “default”. Las ultimas calificaciones internacionales de “riesgo país” así lo reflejan. 

A la diosa Themis, la diosa de la justicia, permítanme decirlo así, la han violado una y mil veces. Utilizando los datos del último informe del Latinobarómetro, que el mismo “enfermo de poder” uso para transferir la responsabilidad sobre el estado de la justicia a Luis Arce; subrayar que el 87% de los bolivianos no cree en la justicia. La cifra es espeluznante. En el régimen masista, la ley solo se respeta cuando es para conveniencia propia. Cambiar este sombrío escenario, demandará mucho tiempo, quizá generaciones. Es repugnante lo que han hecho.

A su vez, el afán de poder eterno, corroyó al Órgano Electoral, hasta convertirla en una institución con casi ninguna credibilidad. Todos sus actos generan susceptibilidad. El 87% de los bolivianos desconfía de su transparencia. El propio Morales ahora, olvidando lo que hizo, desconfía enormemente de esta institución.

Ahora, lo que han hecho con la policía no tiene nombre. Han trastocado su papel, al extremo tal que, de cada 100 bolivianos, 87 desconfía de su papel y honestidad. En confianza, la policía boliviana ocupa el último lugar en latinoamérica.

Elocuentemente, las cifras del último estudio del Latinobarómetro, demuestran que el régimen masista ha destrozado a Bolivia. Evo Morales inicia y consolida este autodestructivo proceso. Luis Arce, ahora, lo está cerrando con broche de oro.

El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón