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Nacional Política

Evo, el líder-caudillo que gobierna Bolivia con holgada bonanza hace 9 años, 8 meses y 26 días

Tres analistas hacen un repaso al gobierno de Evo Morales, los factores para su permanencia, entre el desafío de generar otro líder en un gobierno populista
20 de Octubre, 2015
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Evo Morales este miércoles supera el tiempo de gobierno de Andrés de Santa Cruz. Foto: MAS
Evo Morales este miércoles supera el tiempo de gobierno de Andrés de Santa Cruz. Foto: MAS
(SERIE DE NOTAS SOBRE EL RÉCORD DE EVO MORALES EN EL PODER)

La Paz, 20 de octubre (ANF).- Estará registrado en los libros de historia boliviana. Evo Morales es el indígena campesino convertido en líder caudillo que gobierna 9 años, 8 meses y 26 días y rebasó la presidencia de Andrés de Santa Cruz, en un periodo democrático y con un colchón económico nunca antes visto en el país.
 
Morales salió de su natal pueblo de Orinoca, ubicado en el departamento de Oruro, se afincó en el trópico de Cochabamba, donde ahora tiene su cato de coca. Desde donde se gestó como líder en la conducción del movimiento cocalero, aunque no será éste el que lo conducirá a la Presidencia, sino la ciudad de El Alto que puso los muertos y los heridos en las jornadas sangrientas de 2003.

Para sus bases es el jefe, el líder y para otros el caudillo que concentra las decisiones, que no cede a la sucesión de un reemplazante para la conducción del país. Morales además de Jefe de Estado, es presidente del Movimiento al Socialismo y de las Seis Federaciones de Cocaleros del Trópico cochabambino. Sus bases se enfilan ante sus instrucciones, obedecen sus palabras porque lo consideran un guía. Quienes se han declarado disidentes con marcadas diferencias en la administración del Estado no han logrado afectar la estructura social ni partidaria.
 
Tres analistas políticos Jorge Fernández, Helena Argirakis y Williams Bascopé hicieron un repaso a este proceso político, al liderazgo de Morales, la conducción de los nueve años, ocho meses y 26 días, cuando Morales rebasará ese récord de Andrés de Santa Cruz (1829-1839).
 
De manera coincidente, los tres destacaron que la bonanza económica en esta casi década ha sido determinante para que el gobierno administre el Estado con mucha tranquilidad y con eventuales crisis como la pugna con algunas regiones, el gasolinazo, o los conflictos mal administrados como el caso Caranavi, el TPNIS o el presunto terrorismo.
 
Fernández identifica cuatro elementos en este periodo: la estabilidad económica, que ha permitido la permanencia de un gobierno populista, la inexistente oposición carente de líderes y la expresión más nítida de una base social “consistente y fuerte”. Asegura que un gobierno populista no podría existir sin estabilidad económica, producto de una diversificada fuente de ingresos económicos.

Argirakis habla de “una economía saneada” por las reservas internacionales, pero advierte que existirá un momento de “austeridad de gastos” y no se refiere solo al gasto corriente, sino a los grandes desafíos que se puso el gobierno como el Dakar, la organización de cumbres o hechos similares a la llegada del Papa Francisco.
 
La política no está desligada de este escenario económico. “Mientras haya estabilidad económica y no se sienta la crisis, Evo Morales no va a ser cuestionado políticamente”, precisa Bascopé, para quien después de los primeros cinco años de romance (2006-2010), empezó el periodo de revelaciones de corrupción y rasgos autoritarios en el gobierno.
 
La articulación política no solo pasa por la cohesión que logra Morales, que es real, por la distribución de la riqueza económica, cosa que en los denominados gobiernos neoliberales no sucedió; sino también por la “prebenda” a las clases dirigenciales de las organizaciones sociales, sostiene Bascopé.
 
“Esas lealtades también están supeditadas a estas prebendas” que pueden desmoronarse cuando termine la bonanza económica, porque hasta ahora las organizaciones sociales tienen una serie de beneficios como la construcción de sedes sindicales, viajes internacionales entre otros, comenta.
 
Corrupción que en opinión de Argirakis es “encapsulada y aislada” por el gobierno y el MAS, hechos que no logran afectar la “imagen blindada” del presidente Morales, cuyo estructura política sigue incólume y funcionando, en un periodo que considera “histórico”. 
 
La cruceña añade que la “gestión política de puertas abiertas en la gestión territorial”, fue clave para el contacto de Morales con las comunidades y municipios más alejados del país, cosa que en el pasado no existía.

Sin embargo, estos periodos largos también pueden ser “riesgosos” apunta Fernández, porque “puede generarse inestabilidad en la seguridad jurídica, en la democracia  o en la manipulación de la Constitución Política del Estado”, en un momento en que el MAS impulsa la reforma constitucional para la reelección del Presidente y del Vicepresidente.

Morales ganó tres comicios electorales. El 2006, obtuvo 53,7% de respaldo popular, llega al poder después de un profundo desgaste político de los denominados partidos tradicionales en un sistema de democracia pactada.

El 2009, vuelve a las urnas para someterse a un referendo revocatorio de mandato y gana con el 67% de apoyo electoral y por primera vez un partido obtiene dos tercios y el control pleno de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP).

Y el 2014, volvió a ganar con el 61%, manteniendo sus 2/3 en la ALP. Se suman a estos triunfos muchos en los gobiernos municipales rurales, aunque minoritariamente en las capitales de departamento.

Tras tanta victorias, según Bascopé “Morales ha ido construyendo un caudillismo”, cuyo reconocimiento de liderazgo tiene base en las multitudes, en ganarse la simpatía con las obras y cuya tentación es el permanente desprestigio de los opositores.

Argirakis interpreta que esa fuerza del Mandatario radica en una estructura de organizaciones sociales, cosa muy diferente a la de un partido político. No obstante plantea como un tema fundamental “el desafío que tiene el MAS en el largo plazo sobre el cómo suceder a Evo Morales. Y sustituir este liderazgo único”.

Aunque Fernández más bien cree que un “gobierno populista”, como el de Morales no existe la posibilidad de “un reemplazante” del líder, por lo tanto, la presencia del Presidente es determinante.

El Vicepresidente

Para el analista Fernández, el vicepresidente Álvaro García Linera es un “factor de poder muy fuerte” en la administración del gobierno, no obstante es solo un acompañante, no tiene una votación por sí mismo, no es un líder y no convoca a las bases sociales y partidarias del MAS.

García Linera llegó de la mano de Morales el 2006 y se mantiene como el hombre fuerte. Para muchos es quien decide en la administración del Estado, mientras que las decisiones políticas son atribuidas al Jefe de Estado.

Por su parte, Bascopé cree que García Linera más bien “usufructúa y se arrima” a la imagen del Presidente, mantiene buenas relaciones porque eso le ha permitido mantenerse junto a él durante tres elecciones. Sin embargo, sostiene que en muchas oportunidades en el MAS se ha advertido de cierta resistencia al Vicepresidente y a su entorno de poder. Aunque, “siempre tiene la protección de Evo Morales”, afirma.

Argirakis en cambio, considera que ambos son “una yunta”, cuya empatía ha logrado que juntos gobiernen el país durante todo este tiempo.

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