
Primer mito: La guerra no fue por el petróleo
La herida por la pérdida del océano Pacífico con Chile generó en el país la necesidad de buscar una salida alternativa al mar. Los ojos bolivianos miraron entonces al Atlántico, cuyo acceso se podría dar a través del río Paraguay. El problema que había que enfrentar: incursionar el inhóspito Chaco Boreal, disputado desde 1879 por Bolivia y Paraguay.
La historia se desarrolla en ese contexto, en la fuerte relación y efecto que tuvo la Guerra del Pacífico. Pero la versión paraguaya y el “complot” contra Bolivia, según Brockmann, da a entender que la guerra fue producida por la codicia que tenían en el Chaco Boreal las petroleras Standard Oil, del lado boliviano, y Royal Dutch Shell, por el lado paraguayo.
Brockmann sostiene que es evidente la inacción de la Standard Oil y que se negó a apoyar a Bolivia en la contienda. Pese a tener favorables concesiones en el país, la empresa norteamericana se declaró neutral en la guerra y se negó a cooperar.
“Si la Standard Oil hubiera tenido un interés en provocar la guerra, hubiera pues apoyado a Bolivia, le hubiera dado plata y facilidades, pero hace todo lo contrario y pone trabas para darle petróleo al Ejército boliviano, contrabandea petróleo hacia la Argentina y es posible que ese petróleo haya ido al Paraguay”, expone Brockmann.
Carlos Mesa coincide con aquello. Afirma que desde los años 20, el país consideraba la necesidad de sentar soberanía sobre ese extenso y despoblado territorio. En ese sentido, Daniel Salamanca había insistido en esos años en “pisar fuerte en el Chaco”. Cuando llegó al poder en 1931 era lógico que tratara de poner eso en práctica.
Mesa, quien haciendo referencia a una carta del general Filiberto Osorio, jefe del Estado Mayor en 1932, da cuenta que Bolivia buscaba asentarse progresivamente en el Chaco a través de fortines y asentamientos humanos para afianzar la soberanía boliviana sobre ese territorio.
Es así que en junio de 1932 un contingente boliviano, sin autorización del Alto Mando, según Mesa, toma el fortín paraguayo Pitiantuta en la laguna Chuquisaca y da el primer paso para acceder al río Paraguay, principal vía para salir al Atlántico. Fue Osorio, mediante la carta mencionada, quien reveló que esa acción militar no tuvo una orden del Alto Mando.
Por su lado, Michel agrega que Bolivia no tenía un interés “expansionista” al realizar esas acciones, sino que la salida al Atlántico era más una “necesidad” que un “capricho”, debido al enclaustramiento del país. Bolivia, entonces, buscaba una salida al mar. Las petroleras no tuvieron nada que ver.
Segundo mito: No fueron 50.000 los muertos bolivianos
El número de muertos bolivianos que dejó la Guerra del Chaco varía en diferentes historias. El escritor y excombatiente Roberto Querejazu lanzó una de las primeras cifras que da cuenta que Bolivia sufrió al menos 50.000 bajas. Wikipedia, la enciclopedia virtual más visitada en internet, maneja, por ejemplo, la cifra de 60.000 bajas bolivianas.
Para Michel, esas cifras no pudieron haberse conocido inmediatamente después de la guerra, porque el país demoró 50 años en ordenar la totalidad del archivo del Departamento I del Estado Mayor, donde se encuentran documentos de la Guerra del Chaco que dan fe de la totalidad de las bajas.
Investigaciones al interior de este archivo realizados por los historiadores militares Juan Lechín Suárez y Luis Fernando Sánchez, dados a conocer por Michel, desvelan que el número de muertos bordeó los 32.000 y los heridos estuvieron en el orden de los 11.000, junto a aproximadamente 2.000 desaparecidos y cerca a 20.000 prisioneros.
El general Tomás Peña y Lillo, exdirector de la Academia Boliviana de Historia Militar, refuerza esa idea y da a conocer que un total de 170.000 hombres fueron movilizados para la guerra, de los cuales aproximadamente 30.000 murieron.
Tercer mito: Bolivia y Paraguay estaban armados al inicio de la guerra
¿Bolivia estaba preparada para la guerra? Hay versiones que dan cuenta que no lo estaba, que carecía de armamento y medios para hacer frente a Paraguay. La versión paraguaya dice por su lado que Bolivia ostentaba mayor fuerza bélica y que ellos sólo “poseían machetes”.
Irahola sostiene que ambos países se encontraban “fuertemente” armados antes y durante la Guerra. Bolivia contaba con tanques y Paraguay no. Paraguay tenía cañones más avanzados y Bolivia no. “Estamos armados, pero Paraguay mucho más”, asegura.
Bolivia, por ejemplo, compra en 1927 (un año antes la toma del fortín boliviano Vanguardia por parte de los paraguayos, considerado el primer roce bélico) armamento de la empresa inglesa Vickers Armstrong para empezar a equipar a un Ejército de 40.000 hombres.
El general Peña y Lillo, por su lado, describe el equipamiento con el que contaba Paraguay: fusiles, ametralladoras, morteros, cañones, pistolas, revólveres, camiones, carros, estaciones de radio, cifradores y descifradores, yagatanes (sables), paracaídas, granadas, aviones, hidroaviones, cañoneras y chatas (deslizadores). De ahí que se desmitifica que Paraguay sólo fue “con machetes” a la guerra.
Cuarto mito: Sí hubo un aporte de Hans Kundt
Hans Kundt era un alemán que había llegado a Bolivia luego de su participación en la Primera Guerra Mundial. Se hizo cargo de la campaña boliviana en el Chaco entre 1933 y 1934 y logró importantes victorias, pero también derrotas, la más importante: Campo Vía, donde cayeron prisioneros al menos 7.500 bolivianos y se perdió ingentes cantidades de armamento. El hecho fue considerado el peor desastre de la guerra y fue utilizado para responsabilizar al alemán de la supuesta “derrota” boliviana en la guerra. Pero sus aportes fueron importantes, contrariamente a lo que se señala.
Irahola sostiene que con Kundt a la cabeza del frente boliviano se lograron los “más grandes ataques a Paraguay”. “Campo Vía es la gran pérdida de Bolivia, se lo destituye a Kundt y asume Enrique Peñaranda (1934-1935) y con él vamos a tener una serie de nuevas pérdidas”.
Peña y Lillo hizo una comparación de la campaña de Kundt y Peñaranda:
Quinto mito: Una guerra de seis años y no de tres
Para Michel, la Guerra del Chaco duró seis años, tres en los campos de batalla y otros tres en la diplomacia. En esta segunda etapa se tuvo movilizaciones subrepticias y amenazas de reinicio de guerra de parte de Bolivia.
Una especie de “guerra fría” es el término que se acuña para esta segunda etapa, donde bajo el manto de la diplomacia se suscitan negociaciones, amenazas de reinicio de la guerra, desacuerdos y temores, todo en el lapso entre el 12 de junio de 1935, con el cese de hostilidades, y el 21 de julio de 1938, cuando se firma el Tratado de Paz, Amistad y Límites.
El primer óbice para consolidar un acuerdo se dio en la Conferencia de Paz de la que fueron parte varios países sudamericanos. Brockmann comenta que el acuerdo de paz debía gestarse en al menos seis meses, pero tardó tres años debido a los golpes de Estado que se generaron en Bolivia y Paraguay. El retraso provocó que en Paraguay permanecieran más de 20.000 prisioneros de guerra, por cuyo gasto de manutención, además, se exigía a Bolivia una millonaria indemnización.
La presión de un sector de la población boliviana de continuar con la guerra fue un segundo momento de tensión. Con Germán Busch como presidente, se movilizaron 25.000 soldados a la frontera con Paraguay. “En 1936, en 1937 y parte de 1938 nuevamente hubo amenazas de guerra”, cuenta Irahola.
Paraguay, luego del cese de hostilidades, vendió su armamento a España con motivo de la Guerra Civil de 1936. En medio de las amenazas bolivianas, según Irahola, Paraguay apresuró la firma del Tratado de Paz a sabiendas del desarme que había iniciado, lo que generaba una debilidad frente a Bolivia.
Por otro lado, existen diferentes versiones sobre la fecha de inicio de las acciones bélicas. El 9 de septiembre de 1932 se registra como el comienzo de la guerra a partir de la movilización de tropas paraguayas para retomar el fortín Pitiantuta, que estaba bajo control boliviano. No obstante, tres meses antes, en junio, es cuando se desencadena la guerra con la toma de este fortín por parte de Bolivia.
Sexto mito: Bolivia no perdió la guerra
Cuando se compara el actual mapa de Bolivia y el de las pérdidas territoriales se concluye que el país perdió territorio en al menos 11 batallas internacionales. De esa manera, el sistema educativo, según Michel, mantiene el “cáncer” de la autoflagelación y el derrotismo boliviano constante.
La Guerra del Chaco no debería entrar en esa categoría porque Bolivia no perdió esa guerra, más al contrario logró sus objetivos, señala Michel, que menciona la salida que logró el país a la hidrovía Paraguay-Paraná, que llega al Atlántico, y la mantención de los campos petrolíferos y gasíferos.
Irahola coincide. “Puede que hayamos perdido territorio, pero logramos el objetivo que era tener una salida sobre el río Paraguay, con lo cual tenemos la salida al Atlántico”.
En décadas anteriores a 1932, Bolivia y Paraguay se disputaron la soberanía del Chaco boreal, así lo develan los tratados alcanzados en 1879, 1887, 1894 y 1907. A esto se suma los asentamientos humanos; por un lado, los bolivianos con fortines esparcidos en ese territorio y, por el otro, colonias menonitas del lado paraguayo que se asentaron esporádicamente en el lugar.
“Lo que queda claro es que antes de la guerra, el Chaco estaba dividido en dos, pero distintos eran los trazos limítrofes”, señala Irahola.
En ese entendido es que luego de la firma del Tratado de Paz, Amistad y Límites del 21 de julio de 1938, que dicho sea de paso declara que la guerra terminó “sin vencedores ni vencidos”.
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