La Paz, 12 de noviembre de 2024 (ANF).- La CXV Asamblea de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), de caras al "Año del Jubileo del Redentor" y al bicentenario de Bolivia, resaltó que existe un deterioro de la convivencia humana y de la democracia; además, advirtió que una crisis ética que pone en duda la existencia del corazón en cada uno de los seres humanos.
“La crisis ética que vive la humanidad es una crisis del corazón, no es de entendimiento ni de inteligencia, sino del corazón. Así, el Papa Francisco en su reciente enciclica ‘Dilexit nos’ (Nos amó) pone el centro de la persona humana en el corazón y nos dirige ‘la pregunta más decisiva que podríamos hacernos es: ¿tengo corazón?’ (Dilexit nos, 23)”, dice el comunicado de la CEB.
Los obispos ven con preocupación la pérdida de la compasión y la capacidad de solidaridad y sentir lo que sienten los pobres en su propia carne, cuando existe la necesidad de construir un país capaz de vivir en fraternidad a puertas del bicentenario.
“¿Tienen corazón los que provocan destrucción, quemando la naturaleza, amparados en la más desvergonzada impunidad o los que se benefician del sufrimiento de los más pobres del país? ¿Tienen corazón los que se benefician del hundimiento económico que sufrimos o los que bloquean los caminos sin sentir ni un poco de compasión, viendo cómo lloran nuestros campesinos, los empresarios, los productores, los transportistas y nuestro pueblo en general?”, cuestiona la CEB.
Ante ello, llamó a una reconciliación nacional para convertir la crisis actual en oportunidades para verdaderos cambios estructurales en el país.
“Creemos en los bolivianos que trabajan, en las familias, en los niños y jóvenes. En nuestras madres y abuelas, en nuestros padres y en tantas personas de buena voluntad que con corazón generoso construyen Bolivia. No se puede construir una patria sobre la mentira, la violencia, el odio y la muerte. Dios nos conduce a la libertad cuando el pueblo es fiel, viviendo en la fe, la esperanza, la verdad y la solidaridad”, dice otra parte del documento.
Por último, invitó al Pueblo de Dios a organizar peregrinaciones y otras manifestaciones religiosas en las parroquias y comunidades para sostener el valor de la fe, la unidad y el bien común.
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