La Paz, 15 de julio de 2023 (ANF).- Los largos trámites burocráticos para atención médica especializada, el escaso medicamento y la pésima atención en el penal atentan contra la salud de las privadas de libertad del penal San Sebastián Mujeres en Cochabamba. Las internas contaron a ANF que varios casos que pudieron haber sido tratados con anticipación derivaron en emergencia médica con serias complicaciones para la afectada.
“Bastante decayó la salud, es un poco triste en cuestión de medicamentos, casi nunca hay nada en sanidad y ahora dependemos mucho del estado de ánimo de la doctora que está atendiendo”, señaló a ANF una privada de libertad que pidió la reserva de su nombre.
La única médica general debe atender a aproximadamente 250 internas que ya sienten el hacinamiento en un lugar con capacidad solo para 130 personas.
Indicaron además que la salida médica para cualquier especialidad debe seguir un camino tortuoso de envío de oficios y respuestas en tiempos largos, que se siente más ante problemas de salud que se van agudizando por la falta de atención. La demora genera más complicaciones, señalaron.
“El trámite tarda mucho, puede tardar hasta dos semanas una salida al hospital. Y se llega a un punto de emergencia tal que se pudo haber evitado, la paciente sale muy complicada en su salud”, refirió otra interna.
Dieron como ejemplo un caso de apendicitis, donde por el paso del tiempo el dolor va aumentando mientras la paciente debe esperar a que se concluya todo el trámite y se extienda la orden del juez, la autorización de la gobernadora del penal y haya dinero para pagar el transporte, servicio que debería ser cubierto por el Estado.
Indicaron que de enero a la fecha tres mujeres con síntomas de apendicitis tuvieron que ver cómo lentamente se agravaba su salud y cuando llegó la autorización fueron llevadas al hospital con el apéndice reventado y con un cuadro de peritonitis.
“En lo que va del año han salido unas ocho personas de emergencia, aparte de la persona desahuciada en oncología, tres han sido con apendicitis que cambió a peritonitis y las otras con problemas vesiculares donde la vesícula ya estaba a punto de reventar”.
Indicaron que para ir al hospital tienen que cubrir el transporte ida y vuelta, ya sea contratando un taxi o pagando la gasolina del vehículo penitenciario, y esto es innegociable.
“Lamentablemente cuando no hay dinero para el taxi tienen que fabricar, tienen que prestarse, tienen que vender algo para tener el dinero para el taxi porque no hay forma de que le lleven si no pagan el taxi”, señaló otra.
Las internas con enfermedades terminales tampoco se salvan del maltrato. Pese a que el tiempo es su principal enemigo y la ley les favorece con la internación a un centro de salud o la detención domiciliaria, las autoridades se toman su tiempo.
“Hace poco estaba una señora que tenía cáncer terminal, ha estado aquí casi seis meses agonizando hasta que al fin han aceptado darle detención domiciliaria”.
Contaron que ella salía al menos dos veces por semana al oncológico, pero a pesar de su gravedad “han tardado demasiado en atender su pedido”.
“Una tiene que demostrar que está al borde de la muerte para que le brinden una atención adecuada, sino debe resignarse a vivir de esa manera, sin que les importe a las autoridades, pese a estar desahuciada”, apuntó otra privada de libertad.
Coincidieron en que no hay un protocolo médico penitenciario para la atención de emergencias, y si la interna no reclama por su salud y cubre todos los gastos, se muere en la cárcel.
De acuerdo a datos de la Dirección de Régimen Penitenciario, en la gestión 2022 había nueve mujeres con enfermedades crónicas, cuatro con tuberculosis, cuatro con VIH, dos con discapacidad, una enferma psiquiátrica. Pero los problemas de salud principalmente son gastrointestinales como gastritis, úlceras gástricas, problemas vesiculares, apendicitis, por la mala alimentación y el sedentarismo.
“Esto se debe a la mala alimentación que tenemos por la falta de acceso a la compra de verduras y frutas. La gente está muy acostumbrada a comer frituras, que es lo más rápido que se puede hacer como pollo frito, fritos de zanahoria, cualquier cosa frita, entonces es la comida y también la falta de actividad porque como es un lugar pequeño no hay espacio para hacer ejercicios”, comentó otra.
Las internas reciben un prediario mensual de 240 bolivianos que no les alcanza para cubrir sus gastos básicos de alimentación, por lo que deben complementarlo realizando algún trabajo productivo que le genere ingresos.
“Los gastos finalmente los cubrimos con el trabajo interno que uno realiza, cada una tiene un rubro y genera sus ingresos para poder mantenerse”.
Señalaron que, pese a que los servicios de agua y luz los cubre el Estado, ellas deben buscar ingresos para completar la alimentación y el aseo personal.
Y quienes no tienen la forma de cubrir sus gastos mínimos, participan de una olla común por el que pagan 30 bolivianos semanales para comer solo el almuerzo de lunes a sábado. Además, hay internas que se agrupan de tres y hasta en seis para cocinar y así conseguir aminorar sus gastos, pero las grasas y los carbohidratos son la base de la alimentación.
Las campañas preventivas de salud que llegan al penal son muy escasas y menos las que tienen que ver con las enfermedades de las mujeres.
“Alguna vez han venido a hacer campañas sobre el tema de prevención del cáncer mamario, cuello uterino, VIH, pero es muy rara vez, no son continuos los talleres”, señalaron.
La cárcel de San Sebastián Mujeres fue construida en 1935 y está ubicada en el centro de la ciudad de Cochabamba en la plazuela San Sebastián, con una capacidad máxima de 130 internas. Hoy tienen una sobrepoblación de 192%.
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