Puerta principal del penal de San Pedro. Foto: Bolivia
La Paz, 8 de julio (ANF).- El privado de libertad Jorge M. A. de la sección Chonchocorito del penal de San Pedro de La Paz estuvo dos semanas con fiebre y sin poder alimentarse en su celda, y la única asistencia médica que recibió durante ese tiempo fue ibuprofeno y mates, denunciaron los privados de libertad y personal penitenciario a ANF. Pese a que perdió el sentido del olfato, uno de los síntomas del Covid-19, no fue sacado a un centro hospitalario para recibir mejor asistencia.
El miércoles, por su estado de gravedad extrema, y ante decesos con síntomas parecidos ocurridos el domingo, el personal de salud decidió su salida rumbo a la Caja Petrolera, lugar al que nunca llegó.
Pese a la gravedad del interno, las autoridades policiales decidieron que pase, antes de ser sacado, por todos los conductos regulares y controles en al menos tres puertas y salidas y la posta del penal, hacia el ingreso principal de la cárcel. La puerta de la calle Cañada Strongest, que está a un paso, fue clausurada desde el inicio de la pandemia.
La mínima esperanza de vida de Jorge se fue esfumando en todo este proceso burocrático. Al llegar a la puerta principal que da a la plaza San Pedro, el interno empezó a convulsionar. El personal médico lo socorrió con una pequeña botella de oxígeno, pero estaba vacía. Jorge murió en el lugar. Las posibilidades de vida para un interno grave son mínimas, y mucho menos en el penal de San Pedro que ostenta el récord de mayor cantidad de presos muertos por problemas de salud.
Sus colegas de infortunio reclaman mayor atención médica y medicamentos, que según dicen, ya no hay para nadie. Las autoridades penitenciarias permiten el ingreso de los fármacos que puedan llevar los familiares sin necesidad de receta médica. Muchos internos se encuentran con problemas respiratorios.
Según el presupuesto de Régimen Penitenciario, para 2018 el Estado destinaba un promedio de 12,5 bolivianos al año por cada preso para medicamentos. El presupuesto total en salud por preso, que implica gastos hospitalarios, medicamentos, instrumental médico y equipo de laboratorio, era de aproximadamente 76,9 bolivianos.
El miércoles fueron llevados de emergencia dos internos más, en estado crítico, al hospital de Clínicas. Temen que ya no regresen. Estas muertes seguidas minan aún más la salud sicológica de los internos que no reciben ningún tipo de terapia por la pandemia. “Es como estar en una guerra y esperar que en cualquier momento te caiga una bala”, señala uno de ellos. Se sienten en total abandono. Desde el domingo hasta la fecha fallecieron seis internos con sospecha de Covid-19.
El director general de Régimen Penitenciario, Clemente Silva, indicó a Unitel que los cinco médicos con que cuenta el recinto se encuentran realizando el relevamiento de contactos de los fallecidos y el mapeo epidemiológico “para encarar de la manera más seria y responsable” el brote de posible Covid-19 en el penal.
Sin embargo, la autoridad lamentó la ausencia del Servicio Departamental de Salud (Sedes) que pese a varias solicitudes para que envíe un equipo de especialistas, no responde, así como los resultados de los exámenes realizados a varios internos sospechosos de portar el virus.
Silva informó que hay nueve internos aislados en Chonchocorito y otros dos en la posta. Además, que también se utilizará la Capilla para nuevos casos sospechosos y los casos positivos irán a Grulla, conocida como zona de castigo o contención para internos problemáticos.
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