Ir al contenido principal
 

Mujeres, infancia y adultos mayores

Aceptar el trabajo sexual como trabajo, el primer paso para detener la violencia, según experta

En su diagnóstico, uno de los factores que alimenta esta violencia estructural es el profundo conservadurismo de la sociedad boliviana, y dijo que “somos un país lleno de conflictos morales, de vergüenzas, nadie habla abiertamente de la
15 de mayo, 2025 - 22:21
Compartir en:
Foto: Opinión
Foto: Opinión

La Paz, 15 de mayo de 2025 (ANF).- Reconocer el trabajo sexual como una forma legítima de empleo es, para la socióloga y feminista Lopo Gutiérrez, un paso ineludible para comenzar a desmontar las estructuras de violencia que atraviesan a miles de mujeres en Bolivia. 

“Yo creería que uno de los primeros pasos –para cambiar esta realidad de abusos– es reconocer el trabajo sexual como un trabajo, es saber lo que ellas están demandando desde esa vivencia”, afirmó en entrevista con ANF.

Gutiérrez sostuvo que la negación del trabajo sexual como un ejercicio laboral perpetúa la clandestinidad y, con ello, las condiciones de explotación. Puso como ejemplo a Suecia, donde “empezaron a regular el trabajo sexual, pero a poner la regulación en el cliente”, lo que derivó en una reducción significativa de los casos de violencia.

“Si lo reconoces finalmente como un trabajo, lo regulas como un trabajo, y ahí puede haber un margen de acción, de protección diferente”, explicó.

En contraste, la especialista denunció la situación en Bolivia como “perversa”, en especial en zonas como la 12 de Octubre, en El Alto. Allí, relató, es común ver a policías “haciendo control, en teoría”, pero luego entrar como clientes a espacios donde incluso hay menores de edad. 

“Es en esos espacios donde se marcan esas reglas de juego como si se tratara de un animal, la condición humana se pierde”, sostuvo.

Para Gutiérrez, otra de las grandes ausencias en el debate público es la figura del cliente. “Hay que hablar de la violencia de género desde ellos. Desde el que consume: ¿qué consume? ¿Por qué consume?”, planteó.

En su visión, el foco está mal colocado: “Parecería que la violencia de género termina siendo un problema de las mujeres, cuando en realidad es un problema social, pero de una forma perversa porque los invisibiliza, invisibiliza al agresor”.

En esa línea, la socióloga propuso un cambio de paradigma y dijo que “así como las feministas decimos que la vergüenza cambie de bando, hay que ponerlos a ellos –los clientes– en el lugar de la vergüenza, y no a la trabajadora sexual”. 

Para ella, este giro es clave para reconfigurar los imaginarios sociales que naturalizan la violencia.

Gutiérrez también destacó el valor de las estrategias que han buscado visibilizar a los verdaderos responsables de la vulneración de derechos. “El agresor, el juez corrupto, el médico forense corrupto, el policía, el fiscal. Eso también nos da otra perspectiva que se podría hacer en este circuito que hay alrededor del trabajo sexual, a todos los proxenetas, toda la estructura, así como un sistema que funciona”, puntualizó.

En su diagnóstico, uno de los factores que alimenta esta violencia estructural es el profundo conservadurismo de la sociedad boliviana, y dijo que “somos un país lleno de conflictos morales, de vergüenzas, nadie habla así abiertamente de la sexualidad”.

A su juicio, este silencio solo contribuye a que la sexualidad se viva de forma distorsionada, muchas veces desde la violencia, por eso, insiste en la necesidad de una educación sexual integral, que permita desmontar los mitos que naturalizan prácticas nocivas.

“Se tiene que hablar en los colegios, para que vayan desmontando estas formas perversas de asumir la sexualidad, que tiene que ser una sexualidad violenta, que se tiene que imponer, que la primera vez tiene que ser con una prostituta”, denunció.

Nombrar las cosas como son, visibilizar lo que hoy se camufla, es parte de la salida, remarcó. “Hay que situar a todos los actores en su lugar, para que también eso haga que no sean temas velados que camuflan realidades y que por ende habilitan al otro a vulnerar, a tratar de menos a la otra persona, en su condición humana”.

No obstante, Gutiérrez advirtió que el mundo del trabajo sexual es extremadamente complejo, en especial por su vinculación con el crimen organizado, por lo que hay investigaciones que no se las publica porque hay un riesgo, “de que pueden amenazar a muerte porque están destapando estas cosas”.

Pese a este panorama, Gutiérrez apostó por abrir nuevos canales de diálogo, estrategias desde la sociedad civil y una lucha a largo plazo. “Hay que ir hablando del tema, visibilizando, y son procesos largos”, concluyó. Pero el primer paso, insistió, es reconocer que el trabajo sexual es, antes que nada, trabajo.

/ANF/
 

Comentarios

Articulo sin comentarios