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Iglesia

Oyentes, televidentes, feligreses y amigos se despiden del padre Eduardo Pérez

Hace unos años el sacerdote en una entrevista dijo: “Soy jesuita y voy a morir jesuita”. Y así fue. Este miércoles seguirá siendo velado en el templo Sagrado Corazón, del colegio San Calixto.
28 de agosto, 2024 - 01:26
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En el templo Sagrado Corazón donde la gente despide al padre Eduardo Pérez. Foto: ANF
En el templo Sagrado Corazón donde la gente despide al padre Eduardo Pérez. Foto: ANF

La Paz, 28 de agosto de 2024 (ANF).- “Mi corazón está partido”, dijo Martha secando sus lágrimas al salir del templo Sagrado Corazón, del colegio San Calixto, donde es velado el sacerdote jesuita Eduardo Pérez Iribarne.

Cientos de personas llegaron al templo donde durante décadas el religioso, conocido cariñosamente como el “Tata” Pérez, ofició las misas todos los domingos en su laboral pastoral.

Durante todo este martes, el sacerdote fue acompañado por los devotos que los domingos participaban de la eucaristía en esa iglesia, escuchando las homilías o sermones, y que durante muchísimos años fue transmitida por radio Fides.

Martha no ocultó su dolor por la partida del sacerdote, pero “soy feliz porque ha subido al lugar que le corresponde, cerca del Padre celestial”; ella al igual que muchos otros tienen la convicción que él ha cumplido su misión.

El jesuita falleció este 26 de agosto a los 80 años, tras padecer un proceso neumónico que deterioró su salud, hasta el punto de ingresar a terapia intensiva en tres o cuatro ocasiones.

Fue un español-boliviano que se consagró como sacerdote en la Compañía de Jesús y que dedicó su vida a la obra de San Ignacio de Loyola. “Sin obras la fe no tiene sentido”, expresó en una entrevista hace unos años.

Esa frase se materializó en sus obras sociales, como convertir radio Fides en un referente de la comunicación y del periodismo; más tarde cumplió otro de sus sueños instalar un canal propio del Grupo Fides: Fides Televisión.

La gente también lo recuerda por su paso en los medios de comunicación, los oyentes y después televidentes lo siguieron en aquellos programas que marcaron una época del periodismo como la “Hora del País”, “El hombre invisible” y “El café de la mañana”.

El expresidente Carlos Mesa lo retrata como “una de las figuras más relevantes del periodismo boliviano, además de su fe como sacerdote jesuita. Ha trabajado para modernizar el periodismo desde la década de los 70”, dijo.

Desde su vocación sacerdotal destacan que se comprometió con la educación y sobre todo con la salud a través de la Clínica Fides, una obra en la ciudad de El Alto donde fue cuidado durante su convalecencia los últimos tres meses. 

“Todos debemos recordarlo al padre Pérez, porque ha sido un gran hombre y ha hecho bien a todos”, comenta un adulto mayor que hizo fila para llegar hasta el féretro donde reposa su cuerpo, rodeado de flores blancas. 

La gente avanza lento, muchos y muchas con la tristeza del momento, algunos meditabundos en la vida del sacerdote y ahora en la muerte, mientras un coro acompaña con una canción del cantautor Alberto Cortez: “Cuando un amigo se va…” 

“Eduardo era así, uno podía estar seguro de que él iba a estar del lado de la verdad, de repente uno podía tener discrepancias, pero uno tenía que respetar ese amor que tenía por la libertad y por la verdad”, dice el expresidente Jorge Tuto Quiroga. 

Recuerda las veces que fue entrevistado cuando era un ministro muy joven, con la misma actitud “implacable” con la que trataba a las autoridades que pasaban por su programa “El hombre invisible”.

“Si del (año) 82 para adelante hay que escoger un símbolo de lo que es la libre expresión como baluarte de la democracia, no es un medio, no es un pedazo de papel, es una persona: Eduardo Pérez Iribarne”, añade. 

Este martes, también llegaron los Carros de fuego, eran la maquinaria humana de solidaridad que formó el padre Pérez para recolectar dinero que era destinado para la Campaña Navideña por la “Sonrisa de un Niño”.

“¡Te queremos, padre, te queremos!”; “Ole, ole, ole, ole, Carros, Carros”, corearon en la puerta del templo, así se despidieron los Carros de fuego de su maestro que les enseñó que el amor está en la sonrisa de los niños.

El padre Eduardo Pérez nació en España el 22 de mayo de 1944. Ingresó en la Compañía de Jesús el 7 de septiembre de 1961. Llegó a Bolivia el 24 de septiembre de 1968. 

Presentó solemne juramento a la Bandera Patria de Bolivia en febrero de 1976. Se adhirió al Convenio de doble nacionalidad Boliviano-Español en noviembre de 1979. Desde entonces fue ciudadano boliviano con certificado de nacimiento expedido en La Paz y carné de identidad.

Murió este pasado lunes en la Residencia de la Compañía de Jesús, junto a su familia de religiosos, ese fue su deseo, afirmó su médico de cabecera. Hace unos años en una entrevista dijo: “Soy jesuita y voy a morir jesuita”. Y así fue.

/NVG/

  

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