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Opinión

El periodismo, institución bicentenaria de Bolivia

31 de Marzo, 2025
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El periodismo, como institución, preexistió a Bolivia.

El anuncio de la convocatoria a la Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú para decidir el destino de las mismas fue la primera materia de índole noticiosa que se publicó en el primer medio de carácter informativo que hubo en el país, “El Chuquisaqueño”. Eso ocurrió el 1 de febrero de 1825, en La Paz. Ahí se tuvo, asimismo, la primera primicia.

Recién ocho días más tarde, el Mariscal Antonio José de Sucre firmó el decreto para que aquella asamblea se reuniera, la que por abrumadora mayoría (45 votos contra 3) determinaría la creación de la República de Bolívar el 6 de agosto de ese mismo año.

Aquel número inicial de “El Chuquisaqueño” tomó clara posición en favor de la corriente independentista y anticipó que iba a “reunirse lejítimamente la soberanía del Alto Perú, la que constituída del modo que sea más conveniente a sus intereses, formará la máquina social que llamamos gobierno” (sic). La otra corriente, la perdidosa, era la anexionista, que tenía como opciones la incorporación de las provincias altoperuanas al Bajo Perú o a Buenos Aires.

Los diputados finalmente congregados en la ciudad de La Plata (rebautizada poco después como Sucre) decidieron conformar los poderes del Estado, así como establecer los símbolos patrios y crear la moneda nacional. Más tarde, a comienzos de 1826, los asambleístas acordaron cambiar la denominación de la nueva nación a República de Bolivia, apelando a una declinación del apellido de Simón Bolívar en muestra de reconocimiento y homenaje.

El Libertador Bolívar, en su corta presidencia (11 de agosto a 31 de diciembre de 1825), asumió una serie de medidas que reordenaron la vida del viejo Alto Perú en lo económico, judicial, social, educativo, comercial y político. Sucre, su sucesor, que gobernó del 1 de enero de 1826 al 2 de agosto de 1828, completó el proceso de institucionalización, lo que se vio reflejado en la aprobación de la primera Constitución Política el 19 de noviembre de 1826. Los periódicos testigos e informadores de todos esos acontecimientos fueron “La Gaceta de Chuquisaca” (publicada en Sucre entre el 30 de julio y el 22 de octubre de 1825) y, ante todo, “El Cóndor de Bolivia” (que se publicó en La Paz entre el 12 de noviembre de 1826 y el 26 de junio de 1828). “El Chuquisaqueño” no había llegado sino a un segundo número, que salió el 3 de febrero de 1825.

En todo caso, entendido como una institución, es decir, como una estructura guiada por unos valores que pautan comportamientos o prácticas destinados a satisfacer determinada necesidad social, el periodismo fue previo a otras instituciones fundamentales de la nación y desde entonces, ya hace más de doscientos años, se mantiene como una voz referencial, una fuente para conocer lo que acontece, una base de orientación ciudadana y un baluarte de defensa de libertades y derechos.

El espíritu independentista y comprometido con los intereses colectivos que inspiró a aquellas publicaciones decimonónicas pervive, mal que bien, en la labor cotidiana de quienes tienen como premisa llevar la información noticiosa a los diversos grupos que conforman la sociedad nacional.

En su “Prospecto” inaugural, el semanario “El Cóndor de Bolivia” decía: “Nosotros no pertenecemos á partido alguno. Felizmente tampoco los ánimos están divididos. Los sentimientos son unos; odio á la tiranía, horror á la anarquía; amor á la libertad, al orden. Sin embargo no somos, ni seremos jamás los escritores vendidos al poder. Aplaudiremos la conducta del gobierno si es liberal; sino la atacaremos con aquella firmesa que inspira una buena causa; pues siempre es tal la de la razón, y la libertad” (sic).

Esa declaración de principios representa un antecedente sustancial para la labor periodística contemporánea en el país.

El periodismo, permanentemente enfrentado a múltiples vicisitudes, continúa en este año del bicentenario patrio como palabra diversa por encima de cualquier atadura y se reenergiza al ser un pilar de la nación.

El autor es especialista en comunicación y análisis político