La Paz, 2 de agosto de 2023 (ANF).- El 29 de junio, Carlos Quisbert se alistaba para emprender su cotidiana cobertura de prensa, cuando le informaron que ese día se cerraba Página Siete. Quedó impactado, la noticia fue como un balde de agua fría. Los periodistas alertan que existe una clara intención de “destruir” los medios de comunicación porque el poder político quiere “militantes”.
Los periodistas Mercedes Fernández, Martín Balcázar y Carlos Quisbert contaron en el conversatorio organizado por la Agencia de Noticias Fides (ANF) la cotidianidad en su trabajo, los problemas y los desafíos que el periodismo en Bolivia y en el mundo debe enfrentar en medio de un acelerado desarrollo tecnológico y en escenarios de polarización e intolerancia del poder político.
El trabajo en medios de comunicación es “complicada e incierta”, “sacrificada”, aunque la vocación hace que sea “apasionante” y más aún cuando desde los medios de comunicación se logra cambiar la vida de las personas, coinciden Quisbert y Balcázar.
Fernández comparte esos criterios, pero cuestiona que la vocación no puede significar ni normalizar la explotación laboral en el gremio periodístico porque en muchos medios no hay horario de salida, hay turnos de fin de semana y feriados, pero los sueldos no llegan y los periodistas deben seguir trabajando.
“Parece que no somos dignos ganadores del sudor de nuestra frente, nos tienen adeudados sin ninguna culpa y nosotros estamos firmemente trabajando”, critica Fernández, corresponsal de radio Erbol en Santa Cruz.
Esta realidad tuvo que enfrentar los trabajadores de la prensa en Página Siete, siete salarios adeudados. Los trabajadores de la prensa cargamos con el peso de la crisis de los medios, “no somos los empresarios, no manejamos los recursos”, pero tenemos que soportar los problemas económicos, añade Mercedes.
La pandemia del covid-19, el acelerado proceso de digitalización, el cambio del modelo de negocios y las medidas de restricción de publicidad a los medios críticos colocó a los medios de comunicación en “jaque”. Muchos aún batallan por sobrevivir.
Martín, fundador de El Alteño y responsable digital de Posdata Tv, discrepa, cree que no hay explotación en los medios, sino que es parte de la profesión, compromiso y convicción con la ciudadanía que tiene derecho a estar informada y que es responsabilidad de los medios garantizar ese principio.
Las nuevas tecnologías han cumplido un doble rol, por un lado “democratizar” el acceso a la información, pero también es un golpe a la calidad del periodismo. “Ahora los periodistas están más preocupados en cómo van a enviar el material que en cuestionar la tontera que se ha mandado la fuente”, comenta Carlos.
Si antes las redacciones de medios impresos tenían cuatro o cinco fotógrafos, hoy ya no. El rubro ha sido golpeado, las redacciones prescinden de estos trabajadores, porque ahora todos los periodistas con un celular pueden sacar fotos y enviar el material casi en “tiempo real”. En un espíritu competitivo los medios no solo manejan audio, ahora es imagen y video, transmisiones en vivo.
Martín recuerda que en el pasado el pedido a gritos era pasar de la máquina de escribir a la computadora, pero ahora se busca frenar ese avance que apabulla porque no hay capacidad para responder a tanta información.
Aunque por esas nuevas funciones no hay un mejor reconocimiento salarial, la cantidad de responsabilidades aumentó, pero no mejoró las condiciones de trabajo, coinciden los periodistas.
Escenarios políticos adversos
Además de las nuevas tecnologías, hay medios de comunicación que también enfrentan la “asfixia económica” por aquellos gobiernos que buscan alinearlos políticamente.
“Hay que reconocer que quieren imponer su visión, su acción y los periodistas tenemos que contar y pintar al tono que ellos dictan, de lo contrario somos enemigos de un proceso de cambio revolucionario”, declaró Mercedes.
Añade que tanto el poder político y económico interfieren en el trabajo de los periodistas “no quieren que el periodismo en libertad informe, busque la verdad, desempolve lo que a veces se maquilla, eso incomoda al poder y esas son las interferencias que uno encuentra cotidianamente”.
Carlos Quisbert también apunta a la asfixia económica como parte de una medida política del Gobierno. “Tiene que ver con esta asfixia económica por parte del gobierno, que tiene un lineamiento político claro”, dice.
Los periodistas de medios de comunicación críticos al Gobierno son tildados de “pititas”, una forma de estigmatización que bloquea el derecho de presentar sus hojas de vida libremente a instancias estatales que tienen una línea política que va en desmedro de los periodistas. “Estamos vetados de la función pública, añade.
Martín Balcázar, por su larga trayectoria en el mundo periodístico, afirma que siempre hubo “insatisfacción” de los gobiernos por el trabajo de los medios. “La gran diferencia es que antes querían que digas lo bonito (que era o hacían), ahora quieren que te alinees, que tengas la ideología”.
“Estoy convencido que no quieren que hablemos bien de ellos, quieren que pensemos como ellos, que los periodistas sean militantes y eso no va a ocurrir”, asegura. Aunque lamenta que haya periodistas “militantes” como hubo colegas militantes del MNR, del MIR, pero cree que antes “siempre hubo respeto entre nosotros”.
“Uno sabía quién era mirista y los saludabas, pero hacían su trabajo y tenían la libertad de estar en medios y viceversa y el periodista independiente tenía el derecho y la posibilidad de entrar a una institución pública, porque no era estigmatizado, lo que valía era su profesionalidad”, añade.
Fernández cierra el diálogo con una sensación de tristeza, cree que existe una estrategia para destruir a los medios de comunicación. “Lo doloroso es cómo se está trabajando ideológicamente en este país para destruir los medios de comunicación que pueden escribir y contar la cotidianidad desde otra mirada sin que los tiñan con esa intención política que se tiene no solo a nivel Bolivia sino de otros países.
Se pregunta ¿Cuál es la historia que va a quedar escrita? Con medios de comunicación cooptados por el Gobierno, medios que prefieren escribir bonito por la pauta publicitaria, “eso me entristece y me duele la perdida de Página Siete. Yo creo que teneos que seguir resistiendo, el periodismo no es para cobardes, porque este oficio va más allá porque servimos a la sociedad y no permitamos que ellos nos marquen la música que vamos a bailar”, sentencia.
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