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Alimentos

Cambio climático: Sequía impacta en el rendimiento de cultivos y causa abandono de tierras agrícolas

De acuerdo al monitor de sequías del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), la tendencia a la sequía en los valles es cada vez mayor, donde el ambiente de humedad normal se va perdiendo.
22 de noviembre, 2024 - 12:42
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Foto archivo: El Potosí
Foto archivo: El Potosí

La Paz, 22 de noviembre de 2024 (ANF).- El aumento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones están impactando en diferentes regiones productivas del país y vienen reduciendo el rendimiento de las áreas de cultivo. Las tierras que sólo producen en temporadas de lluvia son las más afectadas y por la falta de agua muchas son abandonadas.

“Cuando la planta agarra un estrés hídrico, por la sequía, de hecho, que van a disminuir los rendimientos, lo hemos visto en las regiones donde no existen sistemas de riego, básicamente la producción de los cultivos ha ido disminuyendo bastante, seguramente mayor al 15% de disminución en los rendimientos”, dijo a ANF Herbert Araujo, director de la oficina regional del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) en Cochabamba.

CIPCA Cochabamba viene trabajando en la región de los valles interandinos, en los municipios de Toro Toro y Acasio en el Norte de Potosí, en cabeceras de valle, y en los municipios de Pojo y Anzaldo en Cochabamba, donde pudo advertir que la variabilidad climática en esas regiones, en los últimos cuatro ciclos, ha tenido sequías muy recurrentes con lluvias no llegan en su momento.

Araujo explicó que muchas tierras a secano, es decir, que solo se benefician con el agua de lluvia y no cuentan con sistemas de riego, “están siendo abandonadas, porque cada vez es menos apta la cantidad de lluvias que existe, o si existe la suficiente cantidad de agua se concentra en un corto tiempo, no está distribuida durante todo el proceso de producción”.

Indicó que cada año la afectación al rendimiento es diferente y también depende del tipo de cultivo. Dio como ejemplo la producción de frutilla, que la gestión pasada fue afectada hasta en un 60%; primero por la falta de agua por la sequía, y segundo, por la helada. 

“Con seguridad, en las zonas donde no cuentan con sistemas de riesgo la producción ha disminuido bastante”, enfatizó.

Dijo que, si bien todos los cultivos son vulnerables debido a que requieren cierta cantidad de agua para desarrollarse de manera normal, los cultivos más vulnerables son los frutales que requieren, sobre todo en la etapa de follaje, de floración y de producción, “una cantidad de agua mayor y la disponibilidad cada dos a tres días, entonces, ahí sí es superimportante el sistema de riego para poder tener una producción apta en la región”.

Araujo explicó que el retraso de las lluvias cada vez es más evidente y que el año pasado, en la región donde realizan el estudio, inició a finales de noviembre o en diciembre, y que esto viene ocurriendo desde 2021, lo que hace que los suelos no estén lo suficientemente preparados para la siembra, para las variedades del ciclo normal, lo que va a tener efectos en la producción.

“Si es que hacen las siembras muy tardías en el mes de diciembre y enero, hay mayor probabilidad de que se encuentren con las heladas que ocurren ya desde el mes de marzo, abril, entonces, muchas veces se podrían ver perjudicados por la helada”, apuntó.

De acuerdo al monitor de sequías del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), la tendencia a la sequía en los valles es cada vez mayor, donde el ambiente de humedad normal se va perdiendo, dando paso a una sequía débil que se va tornando en moderada y hasta severa.

Tomando en cuenta los datos de los últimos 80 años sobre la cantidad de lluvias del Senamhi y sistematizado y estudiado por el laboratorio de Hidrología de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), explicó Araujo, el promedio de lluvias por 1940 era de alrededor de 600 mililitros por año, y esta cantidad ha ido disminuyendo y en la actualidad solo se registra alrededor de 500 mililitros, una reducción de cerca del 20% en lluvias a lo largo del tiempo.

“En el caso de San Benito, de Mizque, en los últimos 10 años ha habido una disminución de un 10% en la cantidad de lluvias en esa región, entonces, la cantidad de agua producto de la lluvia en nuestra región cada vez es menor y obviamente eso va a tener afectaciones en la producción”, apuntó.

Indicó que, si bien el fenómeno de la sequía es de larga data, el aumento de la temperatura ha hecho que cada vez las lluvias vayan disminuyendo, pero el modelo de desarrollo extractivista del país ha ido agravando esta situación.

“Muchas de las lluvias que tenemos en nuestra región de los valles dependen de lo que ocurre en la Amazonía, hay estudios que demuestran lo que denominan los ríos voladores, es decir, las lluvias se van generando a partir de las nubes que vienen desde el Atlántico y se van fortaleciéndose, se van construyendo en toda la región amazónica, los árboles que van bombeando aguas en forma de nube, en forma gaseosa, y eso va a ir a chocar hasta la cumbre de los Andes y es eso lo que genera las lluvias, pero tenemos menor cantidad de árboles en la Amazonía con los procesos de deforestación, y con los incendios que han estado ocurriendo de manera más recurrente con unas características altamente vulnerables; con esto con seguridad la tendencia a la disminución de las lluvias es mayor”, enfatizó.

Toda esta situación está generando que exista una migración muy fuerte en los diferentes municipios rurales del país y eso lo muestra el reciente censo de población y vivienda.

“Prácticamente en todas las regiones la migración es muy fuerte, si analizamos los datos del Censo 2023 que se ha realizado, vemos en muchos municipios rurales una disminución de la población de forma alarmante, en términos reales, y en términos de participación en relación con el total de la población boliviana”, dijo.

Indicó que, de acuerdo al análisis de datos realizado, han podido identificar que en aquellos municipios donde se ha mejorado las condiciones productivas con sistemas de riego, con mercados un poco desarrollados y articulados a la producción, tienen tendencia a mantener o hasta aumentar la población, mientras que “en aquellos municipios en los que las condiciones productivas son más paupérrimas, más difíciles, hay una disminución más alarmante de la población”.

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