GABRIELA CANEDO
TESTIMONIO DE UN TUCÁN CHIQUITANO (+)
Mi nombre científico es ramphastos toco, soy el tucán uno de los animales representativos de la Chiquitania. Sí, soy el tucán que fue rescatado del incendio que está arrasando el bosque seco. Ese mismo, el tucán que perdió un ala, y no podrá volar nunca más. Sí, soy el tucán que junto al “corechi” que tiene quemaduras en los ojos, fuimos rescatados. Otros paisanos no corrieron con la misma suerte de sobrevivir.
¿Cómo sucedió todo?, pues hace más de un mes nos encontrábamos en nuestra cotidianidad, volando, recogiendo alimentos, mi compadre el chancho tropero, las tortugas patas rojas, las hurinas, el loro y las cotorras, todos en nuestras actividades. Algunos en los ríos, otros en los árboles, cuando de pronto sentimos que los hombres cortaban árboles y empezaban a quemar, al poco tiempo, sentimos mucho calor, y de manera voraz las llamas cundían y nos iban cercando.
Fue toda una tragedia, ya no podíamos ir por agua, estábamos deshidratados, nos vimos acorralados por el fuego, nuestros corazones latieron a mil por hora, estábamos nerviosos y simplemente se nos dio por escapar, correr, volar, sorteando el fuego. La fauna huyó en estampida hacia zonas cercanas. Algunos de mis amigos, de tumbo en tumbo, estaban envueltos en llamas enormes.
Sinceramente no entiendo lo sucedido y en nombre de la fauna y flora les digo, no nos interesa si la culpa de semejante drama fue de la derecha, de la izquierda, del imperialismo o del capitalismo. Tampoco cuan consecuentes o hipócritas son los ecologistas y los pachamamistas. Nosotros no entendemos de leyes, si el fuego empezó por culpa del reciente decreto promulgado o del de hace veinte años, simplemente todo se quemó. No entendemos si es bueno o malo que entre la ayuda internacional, y la repercusión de ésta en los intereses bolivianos. Simplemente lo perdimos todo. No entendemos de las millonadas de dinero que implica la contratación de un Supertanker. No nos cabe en la cabeza el justificativo de que esta tragedia no es tan grave como para declarar desastre nacional. A nosotros se nos quitó todo, y eso ¿no es desastroso?. Me resulta ininteligible que en una situación de semejante infierno vivido, relativicen que la Chiquitania, no es el único lugar en el que el fuego está consumiendo la naturaleza, por lo tanto, no hay que exagerar. Vergüenza les debía dar admitir semejante iniquidad con tanto cinismo. En definitiva, no entiendo nada de las discusiones, y justificaciones de la especie humana que se dice racional. De lo que puedo dar testimonio, es de la desolación que sentí porque sin hacerle daño a nadie, he perdido mi habitad, mi familia, ya no podré regresar a mi lugar de origen. He visto morir a mis compadres, quedarse sin casa a las hurinas, arder a los tajibos y he sentido mucho dolor en el momento en el que el fuego alcanzó mi ala y me la tuvieron que amputar, se me quitó el arte de volar, lo que más me gustaba realizar, acariciar la libertad, que seguramente es una sensación ajena para ustedes los humanos.
Súbitamente nos lo arrebataron todo. He escuchado decir que el paraíso en el cual vivía hace un mes, podría regenerase en 200 años. No me lo tomen a mal, pero es tanta la bronca que siento, que desearía que para entonces, este planeta solo esté habitado por animales y plantas. Al paso que vamos, entiendo que solo desapareciendo la especie humana, este ecocidio se detendrá. Ustedes Homo Sapiens no se encuentran a gusto en la tierra que moran, pues no hallo otra explicación para entender tanta vileza y ensañamiento con la naturaleza.
Gabriela Canedo V. es socióloga y antropóloga.