No es descabellado pedir disculpas por hechos pasados. En los últimos meses, entre México y España, se desató un debate en torno a la solicitud que hizo el presidente de México, a la corona española, en el sentido de que ésta pida disculpas por la Conquista. No fue un descubrimiento el que se dio hace 500 años, sino fue una colonización, violenta, inhumana y brutal, por tanto, corresponde pedir perdón por los agravios cometidos contra los pueblos originarios.
Las reacciones a favor, y en contra no se dejaron esperar, con un sinfín de argumentaciones. Sin embargo, es bueno tener en cuenta el contexto en el que Andrés Manuel López Obrador hace esta petición. El año 2021 se cumplirán 500 años de la caída del Imperio de Tenochtitlán, y López Obrador está trazando el camino para convertirlo en el “año de la gran reconciliación entre México y España”. Iniciar disculpándose es una muestra de buena voluntad entre gobiernos. No es contraproducente, reconocer que hubo hechos inaceptables en el pasado. Si pedir perdón ayuda a concientizar y sentar las bases para que hechos vergonzosos no se repitan, pues el gesto es positivo. De hecho, existen muestras en la historia de este tipo de reconciliación con el pasado.
Por más que hayan transcurrido 500 años, resulta importante que este acto simbólico sirva para dignificar a los pueblos originarios. Al interior de México, se ha producido una serie de reacciones y reflexiones en diversos ámbitos, necesarias para que los mexicanos miren su historia, reconozcan el racismo que existe negando su pasado indígena y repensar la idea de nación que han construido. Dicha petición además, produce una disputa en torno a la memoria, lo que implica revisar los héroes, y la forma cómo se ha construido la historia. Si bien derrumbar monumentos, no sirve de mucho, sí lo es, la transformación del discurso e imaginarios sociales. Y esta al parecer es unas de las intenciones de López Obrador.
Por último, al Presidente de México le queda pendiente también un acto de contrición frente a los pueblos originarios poniéndole coto a las iniciativas extractivistas, en su mayoría españolas y canadienses, que están afectando territorios indígenas. De lo contrario, su petición a la Corona será pura demagogia.
Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga