
En el marco de la Ley 1096 de Organizaciones Políticas, promulgada el 1 de septiembre del 2018, precisamente por el expresidente Morales, los partidos políticos y alianzas, incentivando la democracia interna y con la mayor participación posible, están obligados a realizar elecciones primarias vinculantes para definir los candidatos del binomio presidencial. Estas elecciones primarias, de acuerdo con la Ley, deben ser convocadas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) 120 días antes de la publicación de la convocatoria para las elecciones generales. En el marco de esa Ley, estos procesos son organizados y administrados por el TSE, con recursos financiados por el Estado.
En principio, la aplicación vinculante de las elecciones primarias, estaba prevista para las elecciones venideras después del 2019. Sin embargo, con el ánimo de legitimar y darle legalidad a la candidatura de Morales, que fue rechazada en la consulta popular del 21 de febrero del 2016 y en las calles; en el legislativo con abrumadora mayoría, cambiaron solamente ese artículo, estableciendo las primarias vinculantes para el 2019, cuando estaba fijada recién para el 2024. Claro, el objetivo era, con el pretexto de aplicar procesos de democratización interna, darle legalidad y legitimidad a la candidatura descalificada de Morales. Aunque parezca insólito, dicho sea de paso, estos procesos primarios se realizaron con candidaturas de binomios únicos, erogando, nada más y nada menos, que 27 millones de Bolivianos.
Forzando y violando las reglas lograron su objetivo, empero, con el desenlace jamás esperado que culmino, como resultado del fraude y la revuelta popular, con la renuncia y el alejamiento de Morales del poder. Quizá, el objetivo esencial de toda esa asonada en las calles.
Ahora bien, como todos ustedes, amables lectores, conocen, el Movimiento al Socialismo recupero el poder después de la crisis como producto y resultado de las elecciones del 2020, pero sin Morales a la cabeza. Aparentemente, como todos pensaban, el caudillo iba a tener el control absoluto del gobierno e iba a constituirse en el verdadero “poder detrás del trono”.
Felizmente, nada de eso sucedió. En el transcurso, el alumno fue “mas aventajado que el profesor”. Arce Catacora, que fue nominado como candidato a la presidencia por el MAS, por el propio Morales, proclamo su independencia, separando al caudillo, y a todos sus acólitos, de las mieles y prerrogativas del poder. Esto enfermo “de muerte” a Morales, a tal extremo que, ni en la mitad del periodo constitucional, se constituyó en el principal opositor de su “propio” candidato. Lo acusa cínicamente de todos los males que, sin rubor, cultivo en sus casi 14 años de gobierno. Narcotráfico, corrupción, compra de dirigentes, nepotismo, división y organización de sindicatos paralelos, judicialización de la política, cooptación del poder judicial, ausencia de estado de derecho, entre otros. Asumiendo el papel de víctima, ahora está “tomando de su propia medicina”. En carne propia, debe “aguantar” todo lo que el desplego en contra de la oposición.
Víctima de una profunda angustia, inicio una prematura carrera electoral. Sintiéndose dueño de la sigla y del “instrumento político”, pretende ser proclamado como candidato único, para las elecciones del 2025, eliminando, de cualquier forma y cualquier costo, a su inesperado rival, otrora su alumno y discípulo. Ha desatado, una pugna abyecta y visceral, a tal punto de promover, con los anuncios de convocar a un “bloqueo general” de caminos, un grave e inédito enfrentamiento entre los “hermanos”; “Arcistas” versus “evistas” Es muy pintoresco el panorama cuando, entre ellos, se llaman “hermanos”, siendo, en el momento, enemigos acérrimos. Repugnante teatro.
Precisamente, para evitar esas pugnas en los partidos y fuerzas políticas, promoviendo al interior salidas democráticas, frente a posturas autócratas, está la Ley 1096, que el mismo caudillo promulgo. De modo que no sería necesario ese inmundo “teatro” frente al país entero. Sométanse a las reglas de la democracia. Con el mejor espíritu, vayan a las primarias. Dejando de lado los trucos, artimañas, la doblez, el cálculo, las maniobras bajas y la maldad. De ese modo, incluso, saldrían fortalecidos y unidos, en torno a un binomio oficial producto de esas primarias, de cara a las próximas elecciones.
El autor es profesor de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón