
Mi papá solía comprar periódicos todos los días y también escuchar atentamente las noticias, por la radio y la TV. Creo que fue su disciplina de "estar bien informado" la que me condujo a copiar su afán, aunque con menos intensidad.
Entre los medios de comunicación, siempre he preferido los escritos, por su permanencia en el tiempo. Yo solía comprar periódicos los domingos sobre todo, de los que me habitué a coleccionar revistas como "Pulso", "Presencia literaria", "El Juguete Rabioso", "Tendencias" y otras. Aquí están, y no sé qué hacer con ellas. Siempre me propongo desatarlas, revisarlas, hurguetearlas, y no hay cuando lo haga.
Siempre recuerdo esta fecha asociada a Sandra Aliaga Bruch, quien solía organizar en su casa fiestas abiertas no sólo a sus condiscípulos de la carrera de Periodismo (así se llamaba entonces), sino a estudiantes de las otras carreras de la UCB, la única que ofrecía las carreras de Periodismo y Psicología en Bolivia, durante los años setenta del pasado siglo.
Al pasar de los años vi desaparecer muchos periódicos, desde Presencia hasta Página Siete. También los vi cambiar del formato impreso al "digital". Este nuevo formato conserva la oportunidad de volver a ellos cuando se los "guarda en la nube", y son una buena fuente para recordar eventos, situaciones, hechos que "hicieron noticia", sobre todo cuando se impone el afán de distorsionarlos para cambiar narrativas históricas.
Hoy recurro a #Brujuladigital y #ANF como mis principales fuentes de información. En ellos aprecio sobre todo la rigurosidad con la que procuran informarnos, aun teniendo en cuenta la velocidad a la que se producen las noticias y la búsqueda de las primicias (que pueden resultar erráticas).
También aprecio su apertura a las columnas de opinión, ahí encuentro decenas de firmas de personas que tienen la disciplina de escribir semanal o quincenalmente para emitir sus reflexiones sobre el acontecer nacional e internacional. Envidio esa disciplina, yo no soy capaz de hacerlo.
Entre esas firmas, hay muchas que paso por alto y otras que "no me las puedo perder". Destacó entre estas las de Sayuri Loza, Sonia Montaño, Gonzalo Chávez Álvarez, Andrés Gómez Vela, Jorge Patiño, Roger Cortez Hurtado, Raúl Peñaranda. Sólo para mencionar algunas.
Todo esto para concluir con una pregunta ¿cómo es posible que, habiendo gente tan inteligente y capaz en Bolivia estemos siendo gobernados por gente tan intelectual y moralmente deleznable, por gente que todos los días nos da motivo para sentir vergüenza ajena?
No es que pretenda empujar a quienes escriben a subirse al carro de la política, sólo pretendo llamar la atención de quienes ya están en ello para insinuarles que LEAN, que reflexionen, que tengan en cuenta que, por fuera de sus íntimos e interesados círculos, hay decenas y centenas de personas ocupadas y preocupadas por los destinos de este país y que es mucho lo que de ahí pueden cosechar.
La autora es ciudadana boliviana, veterana, jubilada de las lides de la política