“Solo morir permanece, como la más inmutable razón”, compuso Aute, en su canción “De paso”. Y esa única certeza, la muerte, le llegó hace unos días a sus 76 años. Luis Eduardo Aute, nacido en Filipinas y nacionalizado español, partió en medio de la crisis de salud que la humanidad atraviesa, resultado de la obstinada intervención y desequilibrio que generamos sobre la naturaleza, la vida, en resumen sobre “la belleza”.
Cantautor, artista, pintor, cineasta, de una sensibilidad excepcional, reflexionaba permanentemente sobre la sociedad en la que nos ha tocado vivir, y aquello fue lo que expresó en sus canciones.
El ser humano se encuentra dejado a los tentáculos de la frivolidad, lo material, el poder y el consumismo que como sociedad enaltecemos como valores prioritarios. Aute critica e interpela permanentemente al ser humano, que se ha abandonado a encontrarse a sí mismo y ha dado muerte a sus pasiones y emociones. Por eso reclama a que la razón sea la única que ocupe lugar, frente a los sentimientos. “No propuse otra batalla que librar al corazón de ponerse cuerpo a tierra, bajo el peso de una historia, que iba a alzar hasta la gloria el poder de la razón”, nos dice en su balada de “la belleza”.
Descifrando la poesía de sus composiciones, revela que nos encontramos cada vez más distante de lo que debe ser el sentido de la vida, aquello por lo que hoy en el confinamiento nos preguntamos, ante la fragilidad de la misma.
En su canción “Siglo XXI”, continuación de “Siglo XX, cambalache”, canta que “el hombre ha muerto, ¡viva el capital¡”, reprocha la corrupción, la traición y la forma de “trepar” en la vida sea lo común y lo aplaudido. Reclama el empecinamiento y tozudez del ser humano de destruir la belleza del mundo fascinante, en el que la vida es un milagro. En una entrevista hace unos años atrás, manifestó que para salir del atolladero en el que nos encontramos, “se necesita recuperar el origen otra vez, y para ello, creo que es necesario un acontecimiento que nos obligue a esa vuelta”. Y posiblemente ese suceso lo estemos viviendo ahora.
Critico de los “fastos y los oropeles”, mandamases y asesinos, “Al alba” se convirtió en el himno contra el franquismo y una denuncia a los fusilamientos, y “la belleza” un reproche a las élites “Míralos como reptiles, al acecho de la presa, (…) locos porque nos deslumbre su parásita ambición (…) más que nausea dan tristeza, no rozaron ni un instante la belleza”, refiriéndose al desconocimiento de aquello que es la esencia de la vida, amar, muy bien expresado en “prefiero amar”.
Aute un enamorado del amor, capaz de “encontrar en tu mirada la belleza” y lo “terriblemente absurdo que es estar vivo, sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido”. De manera peculiar y extraordinaria define que “vivir es un accidente, “un ejercicio de gozo y dolor”, “un vértigo y no una carrera”, “una búsqueda y no una guarida”. Con tristeza, decimos adiós a un gran poeta de la vida, del amor, de la libertad que marcó generaciones y más bien que nos “Queda la música”, su música.
Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga