OMAR QAMASA GUZMAN BOUTIER
Todo el aparato estatal publicitario, compuesto por los Medios de comunicación estatales y para-estatales, no logran ocultar el desprecio a la dignidad humana con la que actúa el gobierno de Evo Morales y tampoco, consiguientemente, la espada de Damocles que pende sobre la sociedad boliviana. Gracias al simbolismo -de lo cual sabía mucho el sociólogo francés del siglo XIX, Émile Durkheim- es posible reconocer la profunda convicción antidemocrática del gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Durkheim destacó la importancia de lo simbólico en la vida de las sociedades y con la ayuda del símbolo podemos presentar las convicciones totalitarias y las muestras de desprecio a toda una sociedad, con la que actúa el gobierno.
Los símbolos tienen la propiedad de comunicar mensajes puntuales y/o pensamientos extensos, debido a la capacidad de síntesis que poseen. Para poder ser entendido y decodificado, el símbolo social debe tener un alcance universal, es decir no puede estar circunscrito a un pequeño grupo social, a la manera de los lenguajes secretos. Sin embargo, aunque el símbolo tiene un alcance universal, el significado que subyace en el mensaje que transmite es distinto para cada sector dentro de la sociedad. La transmisión del mensaje se realiza no necesariamente a través de un discurso racional y menos por la explicitación de propósitos. En este sentido, el símbolo tiene la potencialidad de revelar, al contrario, los mensajes profundos, presentes en las acciones humanas.
Aunque el mes de agosto sintetiza el discurso interno y las convicciones antidemocráticas del gobierno de Evo Morales, los antecedentes de esos actos vienen de lejos. ¿Quién no recuerda la imagen de Morales haciéndose amarrar los zapatos, hace cerca de tres años atrás, por un subalterno? ¿O las coplas cantadas por él, durante un carnaval a inicio de la presente década, en las que hacía gala de su falta de respeto a las mujeres, en una muestra de aberrante machismo? Los ejemplos son muchísimos, pero es verdad que agosto condensó todo el desprecio que este gobierno parece sentir por el país. Mientras los Medios oficiales y para-oficiales no descansan en publicitar supuestos éxitos de Morales, la mancha -esta sí histórica- del extravío de la banda y la medalla presidencial, se sobrepone a todo lo demás. Si algo distinguirá al gobierno del MAS es la pérdida, a las puertas de un burdel, de ambos símbolos nacionales. La hazaña fue posible gracias al “profesionalismo” de los hombres de seguridad de Palacio, que proporcionan las Fuerzas Armadas, sometidas voluntariamente a los caprichos de Morales. Mayor insulto a quienes nos antecedieron en este país, a la población actual y a las generaciones futuras parece no ser posible. Poco faltó para que, en la desesperación, el gobierno nos dijera que todo se debió a una conspiración del imperialismo junto a la derecha y que las trabajadoras sexuales, en realidad, eran agentes femeninas encubiertas de la CIA.
En esta línea de comportamiento, el diputado del MAS, Domingo Soto, seguramente loco de contento por la aparición de la banda y el medallón presidencial, no encontró mejor manera de dejar salir tanta alegría, que festejar hasta quedar, en pleno aeropuerto de Cochabamba, totalmente ebrio y tal como vino al mundo. Al asunto de los símbolos se sumaba ahora el desnudo del diputado oficialista.
Así como el símbolo expresa y comunica mensajes, los actos simbólicos también lo hacen. En el caso del gobierno del MAS veamos el encadenamiento de actos simbólicos referidos a los dos símbolos patrios. La extracción de ellos, de las bóvedas del Banco Central ignorando todo protocolo, la tenencia de los mismos en casa particular del “custodio”, su traslado por la ciudad en una mochila, como quien traslada camisetas de fútbol y -para coronar- la pérdida a las puertas del prostíbulo forman una secuencia casi irreal. Esta relación de actos transmite el mensaje del gobierno de Morales (en tanto sujeto emisor de un discurso) con relación al respeto que profesan al país. Junto a este hecho puntual, los demás actos a los que nos hemos referido (el gesto de hacerse amarrar los zapatos expresa las convicciones profundas de Evo Morales, del ejercicio del poder y del respeto, en democracia, que merece la dignidad humana; o la apasionada representante de la Cancillería en Santa Cruz, ingresando con un vehículo oficial a un motel, muestra el valor que le asigna a las instituciones nacionales) son congruentes con tal mensaje. Que el equipo de seguridad de la Presidencia pierda la banda y el medallón presidencial nos habla, por tanto, del nivel de respeto que los hombres del gobierno le tienen al país. Por su parte, el numerito de nudista del diputado Soto representa bien a los “padres de la patria” que este partido tiene entre sus filas y la seriedad con la que se toman formar parte del órgano legislativo nacional. Por tanto, preguntarse si en el gobierno de Morales habrá alguien con un mínimo de solvencia moral y equilibrio mental para ejercer el cargo, es del todo válido.
Más allá de los atrincheramientos en torno a esta pregunta, lo cierto es que objetivamente se muestra que el país se encuentra en manos de gentes no aptas para asumir altas funciones. Nadie debería extrañarse que las instituciones del país, efectivamente, transitan hoy por hoy sin rumbo. La falta de profesionalismo en las Fuerzas Armadas, la absoluta ausencia de cordura del diputado desnudista del MAS, son apenas dos muestras en lo que ha sido durante la última década y media una constante. Es habitual que en los escándalos de corrupción, de atropello a las organizaciones sindicales independientes o de la conducción del debate parlamentario mediante argumentos tan poco convincentes como escupitajos y botellazos, se encuentren representantes del partido de gobierno liderando la aventura. En estas circunstancias resulta inútil que los Medios oficiales y para-oficiales traten de esconder la basura bajo la alfombra, ya que de nada sirven los maquillajes de las publinotas. Así las cosas es claro que ninguna institución y en definitiva el país todo, podrán evitar rodar por la pendiente de la decadencia, si esta chacota, de delirios totalitarios del MAS, continúa.
Omar Qamasa Guzman Boutier.