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Opinión

La etnogénesis de una nueva identidad cultural en Santa Cruz

24 de Diciembre, 2024
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En la ciudad de La Paz, este 20 de diciembre de 2024, la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia presento los diferentes “Informes Departamentales del Vivir Bien”. Vivir bien que se encuentra amenazada por las contradicciones del modelo económico que implementa el gobierno central, un modelo económico que en la práctica favorece a las cooperativas mineras y los sectores de la agroindustria y que atenta contra la vida de los pueblos indígenas y comunidades rurales del país. 

En el caso del “Informe del Vivir Bien del departamento de Santa Cruz” que se desarrolla en cinco capítulos. El capítulo I  se refiere al contexto territorial de Santa Cruz; el capítulo II a los códigos y vivencias del Vivir Bien desde las cosmovisiones y sabidurías de la naciones y pueblos originarios del departamento; el capítulo III, aborda el método de análisis y la métrica del Vivir Bien basados en las premisas y postulados de la Geopolítica del Vivir Bien; el capítulo IV la situación actual del Vivir Bien en el departamento de Santa Cruz desde la percepción de los múltiples actores sociales e institucionales territoriales y; el capítulo V aborda la situación futura del Vivir Bien en el departamento de Santa Cruz.

En el capítulo I del informe se presentan diferentes artículos y/o ensayos elaborados por investigadores independientes bordan el contexto territorial de Santa Cruz, desde lo histórico, geográfico, socioeconómico, ambiental y cultural. Donde el artículo “Historia de Santa Cruz: de Gobernación a departamento” fue escrito por Paula Peña Hasbún; el articulo “Formación Económica y Social de Santa Cruz” fue escrito por Reymi Ferreira Justiniano; el artículo “Situación ambiental del departamento de Santa Cruz en busca del Ivi Maraei o Tierra sin Mal” fue escrito por la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano y; el articulo “Culturalidad en el departamento de Santa Cruz fue escrito por este servidor. 

En este caso me referiré al ensayo que escribí, el mismo que busca analizar los conceptos de tejido social, manifestación cultural y símbolos nacionales en la realidad social de Santa Cruz y busca comprender las configuraciones de las relaciones políticas de dominación y las relaciones de convivencia social del departamento más intercultural y cosmopolita del país en cuanto a su población y cultura. 

Donde, respondiendo a las preguntas específicas que me planteo, llego a las siguientes conclusiones. En primer lugar, que la composición del tejido social de los habitantes de Santa Cruz en base a los últimos datos de los censos 2001, 2012 y las últimas proyecciones del censo 2024, evidencian que su tejido social es una metáfora que se refiere a las complejas interconexiones y relaciones de la sociedad cruceña en su diversidad, la misma que es diversa, dinámica, abigarrada en su profundad y está formada y compuesta por diversos valores culturales, normas sociales, instituciones y relaciones económicas y sociales.

En segundo lugar, que la manifestación cultural, expresada en las entradas y danzas culturales y folclóricas en Santa Cruz, evidencia que dichas expresiones culturales son las distintas maneras en que los habitantes de Santa Cruz ponen en práctica su cultura. Sin embargo, cada manifestación cultural tiene sus características propias. Transmiten el legado plural del tejido social de los habitantes que viven en este departamento de generación en generación, conectando el pasado, presente y futuro de los habitantes de Santa Cruz y el país.

En tercer lugar, que no existe respeto al uso de los símbolos nacionales que representan en los habitantes de Santa Cruz de la Sierra (especialmente a los indígenas de tierras altas y bajas) los mismos que en momentos de polarización son instrumentalizados de manera político partidaria, como pasa con la bandera de la Wiphala por parte del gobierno central y la bandera de la flor de Patujú por parte del gobierno departamental (aspecto que se evidencio en la gestión del gobernador Luis Fernando Camacho y también en ocasiones por la dirigencia del Comité Cívico Pro Santa Cruz). 

Todo esto llevándome a concluir que uno de los grandes desafíos de Santa Cruz, referida fundamentalmente a la estructura de su elite política regional y la facción tradicional de su élite intelectual, es reconocer los distintos procesos de etnogénesis en el departamento de Santa Cruz, lo cual pasa por reconocer, en el contexto de los matrimonios interculturales, la formación de las nuevas identidades cambas, collas, chapacas, etc., y por reconocer los símbolos de los pueblos indígenas de tierras altas y bajas en la articulación de una nueva identidad departamental. El reconocimiento de dicha etnogénesis cultural dará luz en el discurso político departamental a un nuevo cruceñismo, un cruceñismo que no reniegue en el fondo de sus raíces collas, guarayas, chiquitanas, etc. Un cruceñismo más intercultural y mas nacional en términos de país. Condición necesaria para la creación de un nuevo proyecto de Estado desde Santa Cruz. 

Lo mencionado anteriormente, pasa por reconocer que la mayoría de las personas que viven en el departamento de Santa Cruz tienen una identidad cultural compuesta, integrada por una identidad social de base (como la familia, género, etnia, clase), una identidad cultural-regional más amplia (como la cruceña, paceña, cochabambina, etc.), una identidad religiosa supranacional (como la católica, adventista, bautista, etc.) y una identidad nacional estatal (como la boliviana). También pasa por reconocer que, por asumir ciertos rasgos culturales, somos cambas, collas, chapacos, etc. Pero también, pasa por reconocer nuestras raíces ancestrales, somos, chiquitanos, aymaras, mojeños, guaraníes, tsimanes, esse ejas, chacobós, cavineños, yaminahuas, etc., identidades regionales, culturales y étnicas que no necesariamente deberían ser excluyentes, sobre todo en contextos urbanos y donde cada una de ellas son gatilladas en circunstancias específicas, la cual se hace con la carga interna de las otras identidades.

El autor es politólogo e investigador social.