“Todo el mundo se grita, unos a otros e insultan. Ya nadie es civilizado. Ya nadie se pone en los zapatos del otro, ya nadie empatiza con los demás”, “¿qué es lo que obtienes cuando cruzas un solitario mentalmente enfermo con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura?". Este reclamo hecho por Arthur, el Guasón, antes de disparar a sangre fría al presentador de televisión en un programa transmitido en vivo y directo, resulta una de las escenas más impactantes de la cinta.
Arthur reclama la falta de empatía y humanidad de las personas. La película contextualizada en la ciudad de Nueva York, bajo la metáfora de ciudad gótica, retrata varias problemáticas y su forma de encararlas en ciudades grandes. Ya el sociólogo Norbert Elías, en su ensayo sobre “las ansiedades sociales”, sostiene que gran parte de los padecimientos que aquejan la salud mental de las personas que habitan en las ciudades son derivados del ritmo de vida urbana: la ansiedad que produce un entorno signado por la inseguridad, el temor que tienen las mujeres por ser violentadas en las calles y transporte público, la precariedad laboral. Y es lo que se condensa en El Guasón, encarnado en Arthur quien vive en un suburbio con su madre enferma, en condiciones precarias, es atacado y lastimado, víctima de la violencia que cunde en las ciudades, pierde el empleo, y sobre lo llovido mojado, el Estado cesa la seguridad social que le proporcionaba las medicinas que de alguna manera mantenían a raya su enfermedad mental.
Desde el inicio la película hace notar la responsabilidad que tiene la sociedad en la producción y atención de las personas que viven los estragos de la pobreza, la desigualdad y que encima padecen algún trastorno psicológico. El filme nos remite en definitiva a la problemática de cómo maneja la sociedad los "desechos" materiales y humanos que produce la vida urbana.
No es azaroso que la película arranque con la noticia del problema del manejo de la basura por el que atraviesa ciudad Gótica, que será posteriormente la razón por la que se subleven los “despojos” humanos, los desplazados, todos detrás de una careta de guasón. Entre líneas la película plantea la sublevación de los marginados, ante la desatención que sufren, pues en la experiencia de Arthur, se manifiesta la notoria división de clase que reclama: “si fuese yo, el que caería muerto en la acera, pasarían pisoteándome. Paso a su lado todos los días y nadie me nota”. Alude a la individualización de los seres humanos, a la carencia de afecto, condición imprescindible para tejer lazos sociales. A esto se suma de manera irónica, que el guasón por excelencia debiera hacer reír y alegrar a la gente, sin embargo resulta que la vida y la sociedad se han reído de él.
Estos elementos hacen de El Guasón, una cinta, psicosociológica de interesante abordaje, que junto a los elementos propiamente cinematográficos como: la magnífica actuación de Joaquín Phoenix que le valió el galardón como mejor actor principal, al color, al baile y versatilidad del personaje central, hacen de la película una excelente opción para disfrutar del séptimo arte.
Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga