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Opinión

El castigo, un rito político del poder del Estado

12 de Diciembre, 2022
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VÍCTOR HUGO PAREDES SOTO

Al analizar desde la sociología los acontecimientos durante el paro indefinido en Santa Cruz, es importante evaluar las acciones violentas desarrolladas desde los aparatos institucionales del Estado. Tenemos la idea que el poder es una fuerza física bruta, que aplasta, para el sociólogo Michael Foucault el poder se ejerce y se manifiesta por prácticas sociales. Entre las variables para entender las acciones violentas en los días de paro, hay que entender la existencia del mal, que es lo que normalmente vemos, la personificación de la violencia, Hitler, la quema de instituciones, la acción de linchamiento, agresiones, enfrentamientos, atribuyendo los problemas sociales a la maldad específica de tal o cual político o partido.  No vemos el proceso de construcción de esos hechos, Pfilip Zimbarbo investigador de la universidad de Stanford analiza la fuerza de la situación y la influencia que ejerce en un cuerpo individual, cuando se tiene el poder legítimo del uso de la violencia, en este caso la influencia de niveles de Estado con la capacidad de ejercer violencia.

Desde la ciencia que estudia el comportamiento social, es importante analizar  el ejercicio de la violencia por parte de actores estatales y no estatales, ver el ejercicio de la violencia legítima del Estado, siendo este el espacio donde se construyen formas de dominación no legitimas con acciones extrajudiciales, estas acciones transforman el comportamiento social, surgen nuevos mapas de valores inspirados en la polarización identitaria de los individuos, conduciendo a la ausencia de normas producto de las convicciones  ideológicas.

Esto es grave cuando desde el Estado se alienta la anomia, a no respetar las leyes, a utilizar las leyes de manera antojadiza, acción llevada por el Estado en diferentes ocasiones. La constitución, las leyes, no solo son principios jurídicos, si no, tienen que ver de manera estricta con el estado de derecho, la anomia que se alienta desde los aparatos de Estado cae de manera peligrosa en un Estado terrorista, o ¿Cuál era la idea u objetivo del cerco a la ciudad, de reprimir una protesta y resguardar otra, de descalificar una demanda, desprestigiando a sus instituciones, sus líderes y su población? el uso de la violencia por parte del Estado por medios institucionales y los no institucionales, irradia en sus simpatizantes la idea, no se puede ejercer la violencia con la ley, porque para mantenerse en el poder se tiene que recurrir a acciones extrajudiciales por medio de los mecanismos operativos, como el ministerio de gobierno y el llamado a sus organizaciones partidarias.

Esta institución del Estado, el ministerio de gobierno pervierte a las personas y las convierte en sádicas, el poder no solo corrompe, también potencia lo perverso que puede llegar a ser desde los espacios que tienen poder y el derecho al uso de la violencia. Solo hace falta recordar los violentos operativos llevados a cabo por las personas que pasaron por esa cartera de Estado. En el panorama de incentivo a la anomia desde el Estado, la constitución y las leyes, más que establecer nomas, derechos y obligaciones, establece un régimen de poder absoluto.

El resultado de este incentivo a la anomia es una sociedad polarizada y lastimada, valores sociales formados por convicciones ideológicas, la posibilidad de forjar fundamentalismos de generación de violencia. 

¿Qué necesitamos? Necesitamos líderes, con madurez ideológica, que tengan una visión de país, que estén dispuestos a negociar otras visiones de país fuera las fascinaciones ideológicas políticas.   

Víctor Hugo Paredes Soto es sociólogo 

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