La vigencia de la Constitución de 1880 y la llegada de los ideales liberales a niveles de gobierno marcó hace cien años una conmemoración por la independencia de Bolivia muy diferente de las celebraciones de las que se asoman este 2025.
Entre los asuntos más prometedores estaban la educación y la práctica de deportes. En el inicio de la independencia, el presidente Antonio José de Sucre soñaba con la alfabetización masiva para que en cinco años los flamantes bolivianos supiesen leer y escribir. Ese intento quedó secularmente postergado por varias razones políticas, económicas y culturales.
En cambio, en los 900, sucesivos presidentes y ministros liberales trazaron una hoja de ruta para lograr mejorar las oportunidades de educación en todo el país. El contrato de pedagogos de la famosa Misión Belga encabezada por Georges Rouma tuvo el objetivo de diseñar un sistema educativo “para Bolivia y desde Bolivia”. Rouma buscó fortalecer una educación pragmática, científica, activa, coeducativa, laica.
La fundación de las normales rurales en Umala (La Paz), Colomi/Sacaba (Cochabamba), además de las escuelas normales en Sucre y La Paz transformaron la educación pública y los presupuestos oficiales destinados a ese sector. Además de la incorporación de maestras y colegialas mujeres que tanto alentó Daniel Sánchez Bustamante, el abuelo de Gonzalo Sánchez de Lozada.
En ese ambiente, la colonia alemana preparó las condiciones para contar con un Colegio Alemán. El Centro Cultural Alemán gestionó el reconocimiento oficial desde 1922. El 6 de agosto de 1925, por primera vez, alumnos alemanes y bolivianos desfilaron en homenaje a la Patria. Fue figura clave Wilhelm Kyllmann, quien fundó empresas comerciales que por décadas impulsaron la economía boliviana. El colegio quedaba en la Avenida Arce (actual Ministerio de Educación) que era de la familia Ernst. Ludwig Ernst, el fundador de la Cervecería, otra gran industria boliviana y sus hijos -principalmente Hugo- ayudaron al desarrollo nacional.
Nota aparte merece su fina visión para la arquitectura pues todas sus propiedades eran bellísimas: actual Embajada de Alemania en Obrajes, Círculo de la Unión en Sopocachi, Corte Nacional Electoral en la Plaza Abaroa, y otras.
La colonia alemana regaló un avión para el centenario de la República de Bolivia. En septiembre de 1925 se fundó el Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), cuya historia ligada a la aviación alemana y a la excelencia recordamos todavía muchos bolivianos. En una nota futura recordaré a esa empresa que fue orgullo boliviano (cochabambino), una de las más antiguas del continente. En mi primer viaje a Buenos Aires el almuerzo era huminta y no “pasta o pollo” (o nada).
Los hermanos de La Salle también encontraron espacio para fundar su famoso colegio, con hermanos que llegaron de Francia y de Chile. La Alcaldía de La Paz ayudó facilitando una infraestructura. Ese semillero de excelentes profesionales y deportistas se sumaba a otros establecimientos religiosos vigentes desde la colonia o a los creados en el siglo XX como el metodista Instituto Americano.
Los migrantes europeos y árabes que llegaban a un país tan prometedor como Bolivia entre 1900 y 1925 también tuvieron la iniciativa para fundar clubes, que luego fueron grandes referencias. Entre ellos la Casa de España. Esta preciosa edificación de la Avenida Camacho alberga actualmente al Centro cultural español que abre sus puertas para que decenas de estudiantes, que circulan por la zona, tengan un espacio para usar computadoras, asistir a películas, ver exposiciones, presenciar teatro, escuchar música.
Solados de caballería comenzaron a tramitar un terreno para fundar el Club Hípico “Los Sargentos”, que finalmente obtuvo la autorización en 1926. Hombres y mujeres comenzaron la práctica de la equitación. Entre los fundadores estaban miembros de la familia Montes, destacados jinetes. Después de la Guerra del Chaco otros combatientes y extranjeros que lucharon por Bolivia se unieron a ese esfuerzo.
Uno de los clubes más representativos del Centenario es el Club de Tenis La Paz, fundado oficialmente en 1925, en medio del programa de los festejos cívicos, culturales y deportivos que alentó el gobierno de Bautista Saavedra.
La práctica del tenis en Bolivia tenía antecedentes en Oruro, Uyuni, Tupiza, Catavi, por donde pasaban los ferrocarriles y vivían los empleados ingleses de la Bolivian Railway. Junto con sus pares bolivianos jugaban de blanco impecable, a pesar del polvo, con pantalones largos, a más de 3.500 m.s.n.m. Los ingleses también fomentaron el palitroque, el básquet. Se practicaba la pelota vasca, la taba. Nadadores de los centros mineros, que entrenaban en gélidas aguas al amanecer, ganaron los campeonatos.
En La Paz existían intentos de difundir el tenis desde que asomó la estación de trenes en Pura Pura. En 1923 fue fundado el Club de Tenis Ferroviario, con canchas en la Avenida Vásquez/ Salamanca. Otra sede estaba en la Plaza Riosinho, en plena zona industrial, “Club de Tenis Centenario”, fundado igualmente el 25. Existía otra cancha en la calle Murillo, zona San Pedro, de Abel Peñaranda, quien la alquilaba a los pioneros de ese deporte.
Desde 1920 varios socios, entre ingleses y bolivianos, organizaron el Lawn Tenis Club. El 3 de mayo de 1925 consolidaron su iniciativa. El Club tenía inicialmente pocos miembros que pagaban ocho bolivianos de cuotas. Jugaron en canchas alquiladas hasta conseguir un local en la Avenida Arce (otra propiedad de 7.300 metros de Carmen de Ernst). Entre las primeras accionistas estaban las hijas de la estirpe Goitia: Esther, Sara y Raquel.
Varios presidentes, ministros, diplomáticos bolivianos y extranjeros pertenecieron al club a lo largo de este siglo. En Cochabamba una de las primeras tenistas -desafiando con su coqueto uniforme de falda corta a sus contrincantes- fue Lidia Gueiler, la bella deportista de los ojos verdes.
En los meses previos y durante 1925, La Paz se embelleció con las obras de Emilio Villanueva, entre ellas la nueva alcaldía, la sede del Banco Central. El impulso llegó para mejorar la atención hospitalaria, el acceso al agua potable, el transporte público. El Centenario hace un siglo trazo un horizonte que fue roto por la Guerra del Chaco.
La autora es periodista