Por Eliana Uchani
La Paz, 30 de diciembre de 2024 (ANF). – Sandra Pocoaca, de 29 años, es una de las primeras mujeres gestantes que en 2022 tuvo a su segundo hijo en la Sala de Parto Intercultural del centro de salud de la comunidad Jalsuri, en Viacha, donde se combina la medicina científica y la tradicional. Dos años después, más mujeres optan por este tipo de asistencia en sus partos.
Sandra es originaria de esa comunidad, tiene dos hijos, el primero nació en una sala biomédica del hospital de Segundo Nivel en Viacha, cuyas características son de un centro médico común, donde los ambientes son más fríos y poco acogedores, aunque la higiene es cuidadosa.
Cuando iba a desembarazarse de su segundo hijo llegó al centro de salud debido a un sangrado, el médico le dijo que era porque estaba en labor de parto, pero la dilatación no avanzaba por eso recurrió a una partera para que le aplique unas fricciones. La matrona le recomendó que sea atendida en la sala de parto intercultural, y así lo hizo.
Aún tiene vivo el recuerdo del nacimiento de su hijo; rememora la sala de parto, dice que era un ambiente cómodo y calientito a comparación de una sala fría biomédica. El ambiente era acondicionado, incluso tenía una cocina y utensilios para preparar desde un mate hasta otros alimentos.
Después del parto su madre y su primogénito estuvieron con ella para apoyarla en esas primeras horas clave cuando es difícil moverse por las heridas o enfrentar un conjunto de sentimientos.
“En 2022 he venido a hacerme controlar porque en la mañana tenía un sangrando, yo no sabía que era por el parto, cuando llego aquí el médico me dice que era a causa del parto. Me dicen que faltaba la dilatación y que el bebé estaba al revés, luego me han llevado a hacer friccionar con una partera, recién me ha empezado los dolores”, relató Sandra.
El municipio de Viacha está distante a 41 kilómetros de la ciudad de La Paz. Según los resultados del Censo de Población y Vivienda que se realizó el 23 de marzo de esta gestión cuenta con 113.453 habitantes, 40% más en comparación del censo de 2012, cuando existían 80.724 pobladores.
Las salas
La Sala de Parto Intercultural no tiene los azulejos blancos y los fríos catres de metal. Las paredes ya no son blancas y las ventanas tienen cortinas. El piso es de madera, al igual que los muebles. Hay una cocina con ollas, platos y jarros, para que, de acuerdo a sus costumbres, puedan prepararse un caldito o un mate caliente después del parto.
El municipio del altiplano paceño cuenta con un hospital de Segundo Nivel, nueve centros de salud de los cuales solo cuatro cuentan con una sala de parto intercultural: Villa Remedios, Florida, Tilata y Jalsuri. En estos dos últimos establecimientos se atendieron 12 partos interculturales hasta noviembre de este año.
La ANF visitó las salas interculturales ubicadas en los centros de salud de la comunidad Jalsuri inaugurada en diciembre de 2019, y la de Tilata implementada en 2022. Ambos espacios recibieron el apoyo de “Médicos por el Mundo” que entregó el inmobiliario y adecuó las instalaciones; el primer espacio fue en Patacamaya, en 2011, contaba con un ambiente cálido y más amplio para que las mujeres se sientan como si estuvieran en su hogar.
La Sala de Parto Intercultural del centro de salud de Tilata. Foto: ANF
El director del centro de salud de Tilata, Rodrigo Sánchez, informó que en lo que va del año se atendieron al menos ocho partos en la Sala Intercultural, la cifra es menor en relación a los nacimientos que se registran en una sala biomédica, que llega a 25 casos cada mes. Explicó que esa situación se presenta porque no cuentan con una partera de planta, sino de forma ocasional.
“No contamos con un médico tradicional, (…) aun así tenemos el apoyo de nuestras parteras y de los médicos tradicionales de nuestro municipio. Se puede decir que en un 10 por ciento se atienden los partos en esta sala, en este año hemos tenido entre 6 a 8 partos, tenemos una mayor atención en la sala de partos biomédica y se atiende al menos 25 partos al mes”, explicó.
La Sala Intercultural se encuentra a pocos metros del área de emergencia del centro de salud, el ambiente es de color naranja, con piso de machimbre y una estufa para mantener el calor que acoge a las parturientas. En el pasillo mujeres y niños esperan para ser atendidas.
Sin embargo, en la comunidad Jalsuri, a 14 kilómetros de Viacha, la realidad es distinta. Las mujeres oriundas de esa región prefieren dar a luz en la Sala de Parto Intercultural por ser más acogedora, influye el color del ambiente que es claro y cálido, tiene una ventana por donde ingresa el sol y da la impresión de un hogar.
La enfermera Elisa Mercado informó que hasta fines de noviembre atendieron seis nacimientos, cuatro en la sala de parto intercultural y dos en la biomédica. Atribuye la baja cantidad de partos a la migración. En la comunidad la mayor parte de la población son de la tercera edad, los jóvenes y familias con hijos pequeños migraron a ciudades intermedias en busca de mejores oportunidades de vida.
“Hace tiempo las mujeres tenían a sus hijos en sus domicilios, eran atendidas por el personal de salud y una partera. Ahora, en realidad, todos los partos que tenemos se realizan en la sala intercultural, es más usado. Nosotros no tenemos muchos partos, hay uno o dos al mes, incluso algunos meses no hay nada. El área rural se caracteriza por tener gente mayor, ya no tenemos menores de 5 años”, precisó.
La Sala Intercultural en la comunidad de Jalsuri es ampliao y cuenta con todo el inmobiliario necesario para un parto. Foto: ANF
¿Qué es un parto intercultural?
Los partos interculturales tienen una característica especial, les permiten a las futuras madres ser atendidas en una sala de alumbramiento que está adecuada a sus costumbres y tradiciones. Además, es una forma de evitar cualquier complicación en el parto para la madre y el recién nacido porque a parte de la atención de la partera existe la asistencia del personal médico y el equipo necesario, en caso de una emergencia.
Otro de los objetivos de estos espacios es la simbiosis entre la medicina científica y la tradicional de las matronas, que en tiempos ancestrales eran las encargadas de traer al mundo a los niños y, hasta ahora, esa tradición persiste en las comunidades del área rural del departamento de La Paz.
Sánchez afirmó que la principal característica de un parto interculturales es el trabajo conjunto entre el personal de salud y la matrona, combinar el conocimiento científico y el tradicional con el fin de brindar una mejor atención a la futura mamá. Además, motivar a las mujeres del área rural a que sean atendidas en un centro de salud y evitar posibles riesgos.
“Se trata de motivar a las mujeres del área rural que tal vez tienen un poco de miedo y temor de ser atendidas por parte del área médica, se trata que nuestros médicos tradicionales puedan hacer la atención de una manera más cómoda, que la familia de la parturienta pueda ser parte de un parto tradicional”, precisó.
Existe normativa que reconoce este trabajo, en diciembre de 2013 se promulgó la Ley 459 de Medicina Tradicional Ancestral Boliviana que garantiza derechos y deberes a médicos tradicionales, guías espirituales, parteras y naturistas. A eso se suma el Decreto Supremo 29601 que establece un Modelo de Atención y el Modelo de Gestión en Salud en el marco de la Salud Familiar Comunitaria Intercultural (SAFCI).
A partir de ese marco legal, el 15 de septiembre de 2023 se aprobó la “Guía Técnica de Atención del Embarazo, Parto, Posparto y Recién Nacido para Parteras y Parteros”, texto que fue publicado en febrero de esta gestión por el Ministerio de Salud. El documento surge con el fin de que los parteros puedan apoyar a los equipos de salud en la búsqueda del mejoramiento continuo y la eficacia de sus acciones en la atención de la salud materna y neonatal.
Entre la experiencia y el don de Dios
El rostro de Eugenia Corila, de 66 años, se ve cansino y ataviado de arrugas; es natural de una comunidad campesina de Santiago de Machaca de la provincia José Manuel Pando y que, por azares de la vida, ahora reside en la urbe alteña.
Es una de las tres parteras que vive en el distrito 7 de ese municipio y atiende a las mujeres que deciden dar a luz en sus domicilios o en la sala de parto intercultural. Ella dice que es un don de Dios ser partera, como lo fue su abuelo.
A pesar de los años, recuerda el primer parto que atendió, con sus escasos 16 años trajo al mundo a un varón del que aún recuerda su nombre. Contó que el alumbramiento fue a medianoche en la Estancia Quemarani al que acudió a pedido de los familiares de la gestante.
“Estoy trabajando como hace 50 años, desde mis 16 años he empezado a trabajar como partera y siempre quise ser partera, creo que es un don de Dios. El primer niño que he traído al mundo era cuando tenía 16 años, es varón y sigue viviendo. Con mucho temor y con fe he hecho nacer, era a medianoche y antes en el campo no había atención médica, solo atendían las parteras”, contó la mujer.
Otra de las experimentadas matronas es Seferina Mamani, desde sus 20 años ejerció esta labor, tiene 29 años de experiencia y está orgullosa porque ningún recién nacido murió en sus manos, agradece a Dios porque dice que esa es su obra.
Recuerda que el primer bebé que trajo al mundo fue un varón y aún vive, él es parte de esa lista de los más de 30 infantes que fueron atendidos por la partera.
“Antes, generalmente, los partos eran en los domicilios y ahora ya hay estas salas, deben ser más de 30 niños que he hecho nacer en estos años, incluso he traído niñas han nacido de pie y eso es un poco complicado. Cuando voy a atender el parto a domicilio me acompaña el esposo o la familia, su esposo tiene que ver también a su mujer que está dando a luz y no es fácil”, explicó.
La labor de la partera
Eugenia está sentada en una de las habitaciones de su casa donde se aprecian los certificados que reconocen su experiencia como partera. Los documentos apenas son una pequeña expresión a diferencia de su larga vida al servicio de las mujeres embarazadas.
Cuenta, a veces en español y otras en su lengua materna el aymara, y ademanes que cuando atiende a una mujer embarazada le toca el pulso de la muñeca del brazo derecho para saber en qué posición se encuentra el neonato.
Si requiere acomodar al bebé realiza -en el vientre de la madre- masajes suaves con pomadas preparadas con hierbas. Si no es necesario este procedimiento, de forma inmediata prepara un mate con base a salvia, orégano y flor de azahara que sirve para la dilatación y para que las mujeres no hagan mucho esfuerzo.
“Si no está acomodado bien (el bebé) hay que friccionar el vientre eso para acomodarlo y que nazca bien, si es que no se necesita, empezamos a preparar un mate de salvia, orégano, flor de Azahara para que ayude a dilatar y nazca fácil el bebé”, contó.
Comenta que para cortar el cordón umbilical usa un pedazo de hilo y una tijera, dijo que antes se usaba un cuchillo de hueso de un animal que servía para dar suerte al recién nacido, tradición que se fue perdiendo con el paso de los años.
Cuando el bebé ha nacido es bañado con agua tibia de romero, luego “pido un trapito o una media de nylon que antes se utilizaba para la cabecita, eso es lo primero que se debe poner para que se forme bien la cabecita. Luego de eso tengo que tener hilo torcido, tijera desinfectada con alcohol y con mercurio para cortar el cordón umbilical, después se baña y envuelve al bebé”, relató.
Obstáculos y presupuesto
Los entrevistados coincidieron que la promoción de ese espacio alternativo para atender los partos aún es deficiente, una responsabilidad que deben asumir las autoridades municipales; además de requerir más recursos económicos para la contratación de las matronas.
“Uno de los factores primordiales para que no estemos al cien por ciento con esta implementación es la parte del personal, no tenemos un personal fijo o estable, el personal que está acá solo nos apoya y nosotros estamos muy agradecidos con ellos. Eso implica mayor presupuesto para la contratación del personal”, dijo el responsable del centro de salud de Tilata.
Seferina reveló que en muchas ocasiones van a los centros de salud a apoyar en los partos ad honorem, es decir, que no reciben una remuneración por parte del municipio, sino que los familiares les pagan de acuerdo a su voluntad.
“Para el trabajo de parto intercultural aún no hay coordinación, nosotras como parteras queremos trabajar y apoyar a los doctores, pero no hay ese espacio en los centros de salud. Las autoridades deben trabajar para que una de las parteras pueda atender a las mujeres gestantes”, manifestó.
Este reportaje fue producido en el marco del curso: Los Derechos Sexuales y Reproductivos en la Agenda, implementado por Católicas por el Derecho a Decidir, con el apoyo de UNFPA y KOICA.
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