En estos días de constantes actividades preelectorales, previo de arduas luchas victoriosas por la libertad y democracia mismas que han permitido encender la pequeña mecha de la responsabilidad individual en el marco de la reconstrucción de este país, es importante analizar lo siguiente. Dentro de estos 14 años de gobierno hemos escuchado decir a muchos ciudadanos mencionar la frase “Yo soy apolítico, ni de derecha, ni de izquierda, vengo de abajo y voy por los de arriba”, lo más común de esto y lo que da a entender es la no identificación hacia un partido político abiertamente sea por cualquier motivo, dicha afirmación hace eco a una fuerte crisis de representatividad partidaria de la ciudadanía hacia a los partidos políticos, pero esta afirmación va más allá de eso.
“La apolítica” la entenderemos como la mínima intención o inexistencia de interés por el funcionamiento de la administración pública, de ideologías definidas y asuntos relacionados a la política en sí. Considerando dicha definición, misma que tiene relevancia por las circunstancias que lleva adelante el país, siento una profunda preocupación por este pensamiento, teniendo en cuenta que la política es un espacio donde las decisiones que se tomen tienen total repercusión sobre el vivir de todo individuo.
Ser apolítico es en resumen es no ser nada, entendiendo que “la política” en el buen sentido de la misma es algo que viene intrínseco en el ser humano, todo nuestro vivir es político, se hace política en la libertad de asociación para resolver problemas y mejorar nuestro entorno, la política en la que está basada nuestro trabajo y sus condiciones, nuestro entorno familiar, desde la que ejercemos en los colegios y en universidades, absolutamente todo, sin que quepa duda, es política y no debemos ser indiferente a la misma. La gran pregunta seria, ¿que depara a Bolivia si nuestra población en general es indistinta de la política o lo ha sido durante los últimos años?
Estos apolíticos, desentendidos y no comprometidos con nada, por así decirlo. Fueron los que 21 días estuvieron en las calles por ideales de los que capaz nunca tuvieron el interés de entender, como funcionan o simplemente el por que son así. Ideales que de alguna forma los afectaron y tomaron conciencia ya que causaron un verdadero malestar e incertidumbre en su diario vivir, vulnerando el Estado de Derecho, la democracia y la institucionalidad que a lo largo vulnera el deseo de vivir en paz, prosperidad y armonía. Milton Friedman mencionaba lo siguiente: “Los gobiernos nunca aprenden, solo la gente aprende”. Espero que hayamos aprendido la lección, son las ideas las que guían la acción del hombre, mismas que determinan el fin ultimo que cada individuo persigue.
Admiro a esas personas que estuvieron en las calles, que no ignoraron la situación, un fenómeno digno de años de estudio, porque hoy en día es cuando más compromiso individual se pide y se necesita en ámbitos sociales, políticos y económicos para generar un verdadero avance, entendiendo que un sistema de 14 años ha socavado las libertades y violado todo tipo de derechos humanos ponía en riesgo la estabilidad de todos, fueron muy pocos los que cuestionaban las ideas que se pregonaban a lo largo del tiempo.
En ese sentido, ser apolítico no es ninguna virtud, lo que hoy hace falta son más individuos cuestionadores de quién nos quiere gobernar, el porqué de sus IDEAS. Y hago énfasis en lo esencial que es lucha de las ideas. Informarnos es nuestro deber, con pensamiento crítico exigir lo que es correcto. Entendiendo que para algunos lo correcto puede ser incorrecto, pero dentro de eso debe existir tolerancia y respeto, donde el debate sano sea la base de esta nueva democracia y generación de hombres y mujeres. Ya vimos que por ser apolíticos dejamos la misma en manos de los peores hombres.
Este nuevo renacer del boliviano, no debe ser indistinto ante la situación del país, tenemos una historia para contar, recuperamos la democracia y la libertad. Pero no se trata solo de ir a votar cada 5 años, necesitamos de compromiso verdadero con la política, si tiene que ser partidaria que así sea, pero que los mejores y más capacitados sean los que salgan a batallar las ideas, por que los hombres pasan, pero las ideas persisten. Thomas Paine mencionaba esta importante frase con la que concluyó esta pequeña reflexión: “Aquellos que valoramos nuestra libertad nos vemos con la tarea de defenderla a quienes menosprecian la suya”.