GABRIELA CANEDO
El 8 de marzo, una ola color violeta, ha ocupado las calles en varias ciudades, al unísono de “Ni una menos”, “si tocan a una, respondemos todas”, vitoreando las nombres de las desaparecidas y asesinadas, de las hijas, madres, hermanas, amigas y compañeras. Miles de mujeres salieron a las calles, para repudiar la violencia hacia las mujeres. El pedido y clamor de manera literal es que no nos maten, no nos violenten. En Bolivia, hasta la fecha son ya 29 mujeres a quienes la vida les fue segada por sus parejas o exparejas, por su condición de ser mujer, y de un orden patriarcal, en el que la mujer se convierte en propiedad del hombre, por tanto cualquier comportamiento o intento de autonomía e independencia de parte de ellas, los exacerba hasta abrogarse el derecho de matarla.
Una lacra recorre Latinoamérica y el mundo: se nos tapa la boca, se nos cercena los genitales, se nos mata. A cuestas entramos en la historia, y es difícil que nos vean en la ciencia, y en la academia. Percibimos menos salario haciendo el mismo trabajo que el varón. El Estado, la iglesia y los hombres deciden sobre nuestro cuerpo.
Hemos avanzando en conquistas es cierto; la huelga de las obreras neoyorkinas llevada a cabo en 1908, reclamando una jornada laboral justa, denunciando las 14 horas de trabajo al día, y en la que 129 mujeres entre las edades de 19 y 24 años murieron calcinadas, ha devenido en conmemorar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, y cada vez más se convierte en un día de potente protesta, pues no tenemos mucho que festejar.
Ellas, y muchas mujeres edificaron el feminismo, que empodera, desnaturaliza construcciones sociales que nos han hecho creer que la dominación y la violencia son en esencia naturales y que en definitiva nos lleva a luchar por la igualdad, y en contra de la discriminación.
En el caso concreto de Bolivia, los últimos meses, se ha clamado a las autoridades que se modifique la Ley 1173 de Abreviación Procesal Penal y de Fortalecimiento de la Lucha Integral Contra la Violencia a Niñas, Niños, Adolescentes y Mujeres puesto que este recurso ha creado una suerte de vacío legal que está siendo aprovechado por abogados de hombres violentos y feminicidas que están siendo procesados por la justicia y guardan detención preventiva. ¿Dónde radica ese vacío que llega a ser un peligro para las mujeres?. La norma dispone que cuando alguien solicita la cesación de la detención, se tiene que fijar la audiencia dentro de las próximas 48 horas. Lo que, dados los plazos procesales que se dan en realidad, se abre la posibilidad de que los procesados logren su libertad y luego escapen, y tomen venganza contra sus víctimas. A esto se añade, la falta de jueces y peritos que hagan la valoración psicológica y física de las víctimas. Los parientes de las víctimas buscan justicia y lo que encuentran es una burla de la ley, dejando en libertad a los agresores, e incluso restituyéndoles su trabajo. En suma, existen muchas falencias para proteger a las mujeres violentadas, que son víctimas potenciales de feminicidio. Largo aún es el camino por andar, sin embargo, ya nadie nos para, no nacimos de ninguna costilla, y al son de una melodía poderosa, decimos “Si tocan a una, respondemos todas”.
Gabriela Canedo es socióloga y antropóloga