
La Paz, 13 Jul. (ANF).- El Gobierno está realizando varios esfuerzos para potenciar la infraestructura de Uyuni, de modo que el salar del mismo nombre se convierta en la principal atracción turística del país. Es una buena idea. No cabe duda de que el paisaje de otro mundo que se presenta en esta zona es la mayor singularidad boliviana y un atractivo de probado interés para los visitantes de Sudamérica.
La reciente inauguración de un aeropuerto internacional en Uyuni ayudará a multiplicar el número de visitantes, que actualmente es importante para Bolivia, pero todavía reducido desde los países vecinos. Si con ésta y otras medidas se consiguiera un crecimiento del turismo de cierta significación, los habitantes de la zona podrían vivir en condiciones muy diferentes de las que deben soportar ahora.
Para eso hace falta más infraestructura, no sólo de comunicaciones, sino también hotelera, como ha señalado correctamente el presidente Morales durante la inauguración de la primera fase del aeropuerto mencionado. Debe haber más inversión y ésta tiene que ser protegida, no ahuyentada, por los lugareños, que en el pasado actuaron en contra de ella y, por eso, en contra de sus propios intereses. El propio Presidente, que no es famoso por su amor a la empresa privada, ha pedido a los pobladores una conducta diferente en el futuro. Bien dicho.
En lo que ya es más difícil darle razón al Primer Mandatario es en su idea de que el Estado construya un hotel de cinco estrellas en este lugar. En primer lugar porque este proyecto, de concretarse, disuadiría la inversión privada, que por supuesto no se siente demasiado atraída por negocios en los que hay que competir contra el Estado y las múltiples posibilidades que tiene éste para torcer las cosas a su favor.
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