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Opinión

Transformación de la educación superior

25 de Abril, 2025
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Son más de 20 años que en el mundo y particularmente en la América Latina se hablaba de la transformación de los sistemas educativos de educación superior y diversos estudiosos y proponentes hacían referencia a los desafíos que deberían enfrentarse. Cómo era de esperar, lo primero que se mencionó fue orientar el proceso hacia la formación de profesionales para la sociedad del conocimiento. Entonces, además de los roles habituales de las universidades, la docencia (trasmisión de conocimientos, habilidades y valores), investigación y extensión, se proponían entre los desafíos el prolongar la educación para toda la vida; es decir, formular estrategias educativas. El siguiente rol era emplear los medios tecnológicos para apoyar la formación orientada a los procesos de generación de valor en las organizaciones y el tercero resolver los problemas financieros realizando una gestión eficiente de los recursos que habitualmente son escasos.

Técnicamente, la Ciencia Administrativa da énfasis a los enfoques sistémico y estratégico, estos están basados en una visión de largo plazo con objetivos estratégicos y objetivos de corto plazo relacionados a los anteriores, para hacer cualquier emprendimiento que vincule a sus componentes operativos en busca de un propósito único y que sea sostenible en el tiempo. Estos enfoques parecen haber sido olvidados por las universidades de nuestro medio y particularmente por las del sistema público pues en todos estos años no encontramos ninguna propuesta que establezca la preminencia de un modelo de formación orientado a privilegiar la formación para la tan anunciada nueva sociedad. 

Quienes estamos vinculados al que hacer de las universidades, vemos con preocupación como se ha debilitado el nivel de la “autonomía universitaria”; a tal extremo, que casi se está perdiendo como en el caso de la Universidad Mayor de San Andrés, donde no se cuenta con Federación de Docentes ni con Federación Universitaria Local, por lo que se puede deducir que no hay participación y en los casos que correspondan, tampoco paridad en las decisiones que se toman. Por ello, en necesario reflexionar sobre el riego que corre la autonomía, y es de esperarse, que haya tiempo para defenderla y no despertemos con la sorpresa de que ha sido conculcada. 

Es necesario que las autoridades universitarias hagan un examen de conciencia, reflexionen y se pregunten si están conduciendo de manera apropiada las universidades. No encontramos o desconocemos si existe una línea de conducción estratégica formulada por las autoridades del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana, que se supone debería haberse aprobado en la última reunión efectuada a nivel nacional. Independientemente, de lo anterior, cada universidad debería asumir sus propias estrategias de formación superior, particularmente ahora que la competencia de las universidades privadas ha crecido en desmedro de la calidad de las universidades públicas, con el agravante que hoy no se tiene claro o esta confuso el perfil de profesionales con el que se está formando en las aulas, sin considerar los cambios del entorno, las necesidades del mercado y la incorporación de la inteligencia artificial.

No es suficiente seguir levantando el argumento que la formación del colegio es insuficiente para lo que se exige en la universidad. No se debe seguir insistiendo que hay una brecha que se debe cubrir parcialmente con los cursos preuniversitarios u otras modalidades. No es pertinente ningún argumento adicional al que ya conocemos, pues sabemos el desastre de calificación que se ha comprobado en la evaluación de los estudiantes del último año de secundaria. No hay otro calificativo que asegurar que la educación en nuestro país está en el grado más alto de una crisis sin precedentes. 

Por todo lo anterior se puede considerar indispensable que las autoridades universitarias adopten un modelo de conducción que fortalezca el gobierno universitario, para lo que se recomienda utilizar el modelo de Gobierno Corporativo Universitario, qué según investigadores y autoridades de diversas universidades en el mundo, es un factor determinante en los resultados de las organizaciones universitarias.

Para consolidar la anterior afirmación paso a transcribir lo propuesto desde inicios de este siglo y formalizado en el trabajo Gobiernos Corporativos en Universidades: Un estudio bibliométrico Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XXV, núm. 1, pp. 111-129, 2019 Universidad del Zulia) de la que se han tomado las siguientes citas: 

“Salmi (2014) afirma que las mejores universidades del mundo destacan por su eficiente gobernanza, siendo este uno de los factores que más influye en los resultados de las instituciones de educación superior. Para Girotto et al. (2011:97), el concepto de gobernanza puede ser entendido como “un proceso estratégico institucional de toma de decisiones, en el cual se determina a quién involucrar y cómo y a quién rendir cuentas”. 

Los conceptos de Gobierno Corporativo y Gobernanza fueron desarrollados para las organizaciones en general. Sin embargo, Gómez-Campo (2004:16) define al gobierno corporativo universitario como el “conjunto de organismos, actores, relaciones, normas, procedimientos y recursos, que le permiten definir su visión estratégica, sus objetivos y metas, planificar los medios y recursos necesarios, así como tomar las decisiones requeridas para el logro de dichos objetivos”. Fielden (2008), a su vez, define a la gobernanza universitaria como el conjunto de estructuras, procesos y actividades que están involucrados en la planificación y dirección de las instituciones y a las personas que trabajan en el sistema de educación superior. Flórez-Parra et al. (2014b), agregan que la gestión de los recursos que realizan las universidades debe ser eficiente, eficaz, económica y transparente, lo que puede relacionarse con los mecanismos de Gobierno Corporativo (GC) que se adopten. 

En la actualidad no es identificable otra modalidad mejor para TRANSFORMAR LA EDUCACIÓN SUPERIOR, que adoptar el modelo de Gobierno Corporativo Universitario, (GCU) que destaca el éxito de las universidades orientadas a la formación profesional para la sociedad del conocimiento, que hoy se constituye en la principal variable para la competitividad de personas y organizaciones. 

El autor es administrador de empresas y Docente Emérito de la UMSA