La Paz, 25 de diciembre (ANF).- En su mensaje Urbi et Orbi, el papa Francisco ha deseado al mundo entero una feliz navidad, recordando el misterio que se renueva cada año y no cesa de asombrarnos y conmovernos: la Virgen María dio a luz a Jesús, el Hijo de dios, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Así lo encontraron los pastores de Belén, llenos de alegría, mientras los ángeles cantaban: “Gloria a Dios y paz a los hombres”.
“Sí, este acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años, se renueva por obra del Espíritu Santo, el mismo Espíritu de amor y de vida que fecundó el seno de María y de su carne humana formó a Jesús”
Y hoy, dijo, en los afanes de nuestro tiempo, realmente se encarna de nuevo la Palabra eterna de salvación, que nos recuerda el amor inmenso de Dios, que nos ama, nos perdona, nos pide que volvamos a Él, que tiene la puerta de su corazón abierta a nosotros. Siempre está abierta, para que regresemos a Dios, para que afirma Francisco, volvamos al corazón que nos ama y nos perdona.
“Dejémonos perdonar por Él, dejémonos reconciliar con Él”
Jesús representa la Puerta Santa Amor, perdón reconciliación, este es el significado de la Puerta Santa del Jubileo, que ayer abrió el Papa, dando por iniciado este año jubilar. Y la Puerta santa representa a Jesús, Puerta de salvación abierta a todos.
La misericordia de Dios lo puede todo
Se nos invita a no temer, que atravesemos esta puerta abierta de par en par, que nos dejemos reconciliar con Dios, y entonces, aseveró el Pontífice, nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos.
Francisco nos recuerda que no tenemos valor para detenernos en el umbral de esta Puerta, que no nos atrevemos a atravesarlo, porque entrar por esta Puerta requiere, dijo, el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz.
“En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”
Recordando a Ucrania
Una vez más su apremiante llamamiento para que “callen las armas en la martirizada Ucrania”, dijo el Papa. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera.
Paz para Oriente Medio
Que callen las armas en Oriente Medio. Francisco, “con los ojos fijos en la cuna de Belén”, dirigió su pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima.
Dirigió también su corazón a la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y a la de Siria, en este momento tan delicado. Y a Libia.
“Que se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto. Y quiero recordar aquí también al pueblo libio, animándolo a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional”.
El corazón del Papa en África
El Papa pidió que el nacimiento del Salvador traiga un tiempo de esperanza a las familias de miles de niños que están muriendo a causa de la epidemia de sarampión en la República Democrática del Congo, al oriente del país, a las poblaciones de Burkina Faso, de Malí, de Níger y de Mozambique.
Recordó que son poblaciones golpeadas a causa de los conflictos armados y “por la plaga del terrorismo”, agravado por los “efectos devastadores” del cambio climático, que provoca la pérdida de vidas humanas y el desplazamiento de millones de personas.
Un pensamiento dirigido a Myanmar
Que el anuncio de la Navidad traiga consuelo a los habitantes de Myanmar, que, a causa de los continuos enfrentamientos armados, dijo Francisco, padecen grandes sufrimientos y son obligados a huir de sus casas.
Armonía social y edificar el bien común en América Latina
Que el Niño Jesús, enfatizó el Papa, inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social, en particular en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua, y se trabaje, especialmente durante este Año jubilar, para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas.
Que se derriben los muros ideológicos
El Santo Padre recordó también la isla de Chipre, al mencionar los muros de separación como los ideológicos, “que tantas veces marcan la vida política”, los muros materiales, como la división que afecta desde hace 50 años a esta isla y que como afirma Francisco, ha lacerado el tejido humano y social, Pide que el Jubielo sea ocasión para derribar estos muros.
Jesús nos espera en el umbral
“Jesús, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, es la Puerta abierta de par en par que estamos invitados a pasar para redescubrir el sentido de nuestra existencia y la sacralidad de cada vida, y para recuperar los valores fundamentales de la familia humana”. Él nos espera en ese umbral, señaló Francisco, nos espera especialmente a los más frágiles.
El Papa recordó que Jesús espera a los niños, todos los niños que sufren por la guerra y el hambre. Espera a los ancianos, obligados muchas veces a vivir en condiciones de soledad y abandono.
Un reconocimiento para aquellos que hacen el bien
Por último, el papa agradeció a todos aquellos que hacen el bien en silencio, a los padres, los educadores y los maestros, que tienen la gran responsabilidad de formar a las nuevas generaciones; al personal sanitario, las fuerzas del orden,
“en cuantos llevan adelante obras de caridad, especialmente en los misioneros esparcidos por el mundo, que llevan luz y consuelo a tantas personas en dificultad. A todos ellos queremos decirles: ¡gracias!”
Que se perdonen las deudas de los países pobres
“Que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres”
Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, dijo, porque el Hijo de Dios, que nació en la fría oscuridad de la noche, perdona todas nuestras ofensas. Jesús ha venido a curarnos y perdonarnos. Que cada uno, peregrino de esperanza, vayamos a su encuentro.
“Abrámosle las puertas de nuestro corazón, como Él nos ha abierto de par en par la puerta del suyo”
// Fuente: Vatican News
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