
Hace muchos años visité el Museo de la Policía, cuando quedaba todavía en una esquina de la plaza Murillo (Comercio y Ayacucho), y recuerdo, sobre todo, entre muchos objetos curiosos, la camisa baleada de Melgarejo, que parecía confirmar la anécdota que aprendimos de chicos: el dictador habría hecho fusilar a su camisa para significar que no confiaba en nadie a su alrededor, ni siquiera en sus prendas más íntimas. (Fusilar su calzoncillo hubiera sido un exceso, no apto para los libros de historia). La camisa parecía confirmar la veracidad de la anécdota, pero quizás no era más que una prenda de utilería en ese museo que casi nadie conoce.
Sea como fuere, la anécdota del tirano me permite hablar de las encuestas electorales, en las que no confío, por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas.
El tema de las encuestas es central en toda elección presidencial, en cualquier país, pero es más determinante en países con niveles de educación muy bajos, como el nuestro, donde la posibilidad de influenciar la decisión de los votantes es mayor porque en lugar de pensar por sí mismos, siguen la manada (o la “mamada”). Cada encuesta puede hacer que un 5% de los votantes sea influenciado por el potencial “ganador” (y varias encuestas con resultados similares pueden aumentar ese porcentaje). Sólo quienes analizan estrategias, programas y principios cimentan racionalmente su decisión en el momento de votar.
Durante meses se ha estado hablando de una encuesta “definitiva” que permita seleccionar al candidato que representará al Bloque de Unidad opositora en las elecciones generales del próximo 17 de agosto, y mientras tanto hemos sido contagiados por una epidemia de sondeos y encuestas truchas que muestran hasta qué grado hay empresas encuestadoras que son capaces de todo por dinero, y candidatos que no tienen un poquito de decencia y dignidad.
Desgraciadamente los medios de información (o desinformación), se hacen eco de resultados de encuestas que no resistían el menor análisis porque no ofrecen datos claros sobre aspectos técnicos: tamaño y composición de la muestra, distribución geográfica, metodología utilizada, ponderación de resultados, margen de error, etc.
Este es un país donde todo se hace “a la quete…” Contratan a encuestadores y ni siquiera los supervisan, de manera que pueden llenar alegremente los formularios en su casa, sin la menor responsabilidad. Hemos visto encuestas que se presentaban como “nacionales”, pero en la letra chica se leía que solamente habían consultado a la población en algunos barrios de tres o cuatro ciudades del eje central (La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz).
Peor aún, hay políticos tan irresponsables (como Evo Morales o el propio Luis Arce, pero también Manfred Reyes Villa y algunos de oposición), que soltaban “encuestas” en las que aparecían en primer lugar, sin ofrecer ni siquiera el nombre de las empresas encuestadoras. Con el peso de la lengua declaraban ufanos: “Voy primero en las encuestas”, contribuyendo a enrarecer el ambiente democrático y a confundir a la población. De pronto, teníamos cuatro o cinco encuestas con diferentes “cantidatos” en la punta, dejando atrás a los demás.
En medio del desenfreno enfermizo de fabricar resultados a gusto de los clientes, ha habido quienes han propuesto encuestas por internet, como si eso garantizara de alguna manera la transparencia del proceso o la posibilidad de verificar los resultados. Todos saben que el usuario típico de internet corresponde a un rango de edad, género, actividad, etc. No puede haber nada más sesgado que la participación “voluntaria” en una encuesta abierta. Sin embargo, la propuesta de “primarias digitales”, por descabellada que sea, seguirá su curso a fines de marzo sin que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) intervenga, como no lo ha hecho en los demás casos, incumpliendo sus deberes de órgano rector del sistema de renovación de autoridades nacionales.
Las encuestas que han gozado hasta mediados de marzo de mayor “credibilidad” son las que encargó el multimillonario boliviano Marcelo Claure, como si tener dinero fuera un argumento de peso para que los resultados sean medianamente aceptables. La gente, que babea de admiración por la plata, y los propios medios de información en su oportunismo lamentable, replicaron los resultados de esas encuestas a ojos cerrados, como palabra sagrada, sin cuestionar aspectos elementales, como ser las credenciales de la encuestadora. Lo dije y lo reitero ahora: Marcelo Claure contrató a una consultora política, de nombre Panterra, que no tiene experiencia reconocida como encuestadora electoral. En otras palabras, confío tanto en los resultados de Panterra como en la palabra de Evo Morales o de Reyes Villa.
También lo escribí y lo hago ahora de nuevo: si Claure quería sinceramente hacer una contribución a la transparencia del proceso electoral, hubiera usado la plata que le sobra para contratar a Gallup o a Nielsen, para no mencionar sino a dos firmas internacionales reconocidas por su larga trayectoria y experiencia. ¿Será que Panterra es propiedad de Claure? ¿Por qué persiste en contratar a esa empresa? ¿Cuál es su vínculo? Lamentablemente nadie hace esas preguntas. Este es un país donde ya nadie pregunta nada, ni los periodistas. Todos aceptan las cosas como vienen, sumisamente, y guían su accionar por consignas.
El problema de fondo de todas esas encuestas locales o internacionales, “truchas” en mayor o en menor medida, no es sólo que producen resultados poco fiables, sino que influencian con esos resultados falsos a la opinión pública. Desde que apareció una encuesta que señalaba a Manfred Reyes Villa como puntero, comenzó a crecer como precandidato, y lo mismo sucedió con Tuto Quiroga, apoyándose en otra encuesta y sin esperar (como hubiera hecho alguien decente), que el Bloque de Unidad se ponga de acuerdo en un procedimiento que inspire confianza. Después de su primera traición, cuando Quiroga apareció de la noche a la mañana a besos y abrazos con el FRI, ha seguido jugando sus cartas tortuosamente, lo cual ya me dice mucho sobre la calidad del personaje que creció prohijado por el dictador Banzer. Si no sale primero en las encuestas del Bloque de Unidad, hará caso omiso de la sabiduría salomónica y partirá en dos al bebé. No soy clarividente pero “habrá señales”, como está de moda decir. O dicho de otro modo: “clarito será…”
Al final, parió la burra: en la tercera semana de marzo el Bloque de Unidad logró armonizar criterios de los precandidatos con la intermediación de Carlos D. Mesa Gisbert, el expresidente que dio un paso al costado semanas antes, para que las ambiciones personales de Tuto Quiroga y de Samuel Doria Medina tuvieran el camino expedito. En un comunicado de una página, conciso y concreto, despojado de palabrería y retórica, los aliados en el bloque opositor acordaron cuatro puntos alentadores: “La realización simultánea de tres encuestas idénticas en cuanto a sus preguntas, su metodología, su alcance, su marco muestral y su margen de error”, señala el primer punto, sin duda el más importante.
Los acápites siguientes detallan que “las tres encuestas se harán a fines de marzo y ofrecerán los resultados que necesitamos en el mes de abril, para contar con el candidato presidencial único del Bloque de Unidad con mayores posibilidades de triunfo en las elecciones nacionales” y que dichas encuestas “serán realizadas por empresas especializadas con experiencia y prestigio, que garanticen un trabajo correcto y transparente”.
Esa mañana del 25 de marzo me pareció ver luz al final del túnel. Finalmente, había un acuerdo “de caballeros” (y una dama), para ofrecerle a la población transparencia en el proceso preelectoral. Sin embargo, mi “alegrón de burro” no duró mucho, ya que en el curso de ese mismo día se filtraron noticias menos alentadoras. Si el propósito era confundir, lograron conmigo su objetivo.
El documento filtrado indica que no sólo se incluiría en la primera pregunta de la encuesta a los precandidatos del Bloque de Unidad (tal como sugiere el segundo punto del comunicado oficial), sino también a Evo Morales (inhabilitado por el TSE), a Reyes Villa y Chi Hyun Chung (aliados entre sí una semana antes), al presidente Arce Catacora y al dirigente del MAS Andrónico Rodríguez, quien en ningún momento ha hecho conocer (hasta ahora) su intención de ser candidato, sino todo lo contrario: ha rechazado públicamente esa posibilidad.
No alcanza mi entendimiento para comprender las razones para dispersar las preferencias de los potenciales votantes de esa manera. ¿Si Andrónico tuviera la mayor intención de voto en la ponderación de las tres encuestas, en qué afectaría al Bloque de Unidad? ¿Si Manfred Reyes Villa apareciera con mayor ventaja, qué haría el Bloque de Unidad? En cuanto a Chi Hyun Chung, está habilitado (por tercera vez), pero hasta donde sabía, sólo pueden ser presidentes los bolivianos por nacimiento. (En México son más estrictos: los padres tienen que haber nacido en ese país, y los candidatos deben tener un mínimo de 20 años de residencia continua).
Otros aspectos llaman la atención en la información que se ha filtrado. Por ejemplo, se haría la pregunta sobre cuál de los ocho precandidatos “sería el mejor para manejar la crisis económica”. Eso indudablemente inclinaría la balanza de manera sesgada, como si la situación económica fuera el único problema que enfrenta el país. ¿Y la corrupción galopante?, ¿Y la salvaje destrucción del medio ambiente? ¿Y los problemas de educación y salud? ¿Y los derechos humanos? Yo no votaría por un candidato cuya única credencial fuera ser un buen administrador de la crisis. Todo indica que la encuesta no cubre en otras preguntas los otros aspectos apremiantes y reduce la crisis de sociedad que vive Bolivia a lo económico.
En cuanto a las tres empresas elegidas por el Bloque de Unidad, Doria Medina optó por una nacional, Mercados y Muestras, mientras que Tuto Quiroga seleccionó a la firma uruguaya Casa Tres, sobre la que sospechosamente no hay información en San Google. Hasta sobre Lidia Patty hay miles de referencias en internet, pero en cambio Casa Tres tiene, como su nombre indica: tres. A todas luces, es una empresa de bolsillo (miren su oficina en Google Maps, Av. Rondeau 1715, entre las calles La Paz y Valparaíso). Su página web lo dice sin empacho: “En Casa Tres nos ajustamos a las necesidades de cada empresa ofreciendo servicios a la medida”.
Como empresa consensuada, Tuto y Samuel eligieron Captura Consulting, que lleva a cabo el trabajo de campo para Panterra… Todo parece llevar al mismo lugar. Tan al mismo lugar, que la cadena de televisión Red Uno también contrató a Captura Consulting para una encuesta de 1500 almas del eje, que incluye en las preguntas a seis candidatos (menos Evo Morales y Amparo Ballivián). El resultado arroja 18% para Andrónico, 17% Samuel, 16% Tuto, 13% Manfred, 11% Chi (que sólo obtuvo 1.55% en la anterior elección). ¿Está ya fijada la tendencia?
Eso tenemos por ahora, además de una nueva encuesta de Marcelo Claure (con la misma Panterra y por lo tanto con la misma Captura Consulting), quien ha prometido una cobertura mayor: entrevistas cara a cara de 30 minutos, con 5 mil personas habilitadas para votar, en 185 municipios de las 112 provincias del país y en el 78% de las localidades con más de 10 mil habitantes. Desde el punto de vista de la cobertura, esa encuesta sería la más completa, aunque resta saber con qué metodología se hará la ponderación de los resultados.
¿Será otra vez una encuesta donde el detalle de la metodología quedará en sombras? (La misma pregunta vale para las tres encuestas del Bloque de Unidad). Según sabemos, esta vez la nueva encuesta de Claure-Panterra incluye sólo a Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga y Chi HyunChung, pero desconocemos el tenor de las preguntas. Como cualquiera sabe, la manera de hacer una pregunta puede orientar la respuesta en un sondeo. La única ventaja anunciada, es que los encuestadores llevarán consigo tabletas digitales con GPS, lo que permitirá saber en tiempo real dónde y a qué hora aplicaron el cuestionario. Eso aumenta un poquito la confianza. Quizás entre todas las encuestas encontremos coincidencias (con fecha de caducidad de un mes). Lo peor sería que no hubiera coincidencias, porque entonces estaríamos otra vez en la primera casilla, paralizados.
Estos ejercicios de calentamiento (que benefician sobre todo a Captura Consulting para afinar su puntería), ponen en evidencia la altísima volatilidad de los resultados de los sondeos. Lo que es válido hoy, no es válido la próxima semana. Tanto el Bloque de Unidad, como la dupla Manfred-Chi y la bandada de masistas que quisieran reacomodarse en torno a Andrónico (una reunificación de facto, para seguir en el poder, dando la espalda tanto a Arce como a Evo), tomarán sus decisiones a mediados de abril para cumplir con el plazo del Tribunal Supremo Electoral, pero eso no significará nada. Queda mucho por recorrer hasta agosto. Las encuestas sólo son una prueba más de que en Bolivia cuatro meses son una eternidad, y en ese lapso de tiempo veremos insospechados cambios de preferencia electoral. Que los políticos y empresarios preparen sus bolsillos para más encuestas, porque esto será como una montaña rusa con curvas peligrosas. Ni siquiera las más cercanas a la veda electoral nos permitirán adelantar los resultados del 17 de agosto.
En fin… (profundo suspiro resignado), eso es lo que tenemos, y el país no da para nada mejor (me refiero también a los precandidatos).
El autor es escritor y cineasta
@AlfonsoGumucio