San Ignacio de Mojos, 24 de marzo de 2024 (ANF).- A meses de cumplirse 12 años de su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la Ichapekene Piesta se ha convertido en un símbolo cultural significativo para el país, pero fundamentalmente en una expresión de fe, espiritualidad y folclore del pueblo mojeño ignaciano.
Sin embargo ¿Qué tan conscientes somos de este título otorgado por la UNESCO? Esa fue una de las preguntas que se buscó responder en el foro “Ichapekene Piesta: Legado Indígena Mojeño Reconocido y protegido por la UNESCO”, organizada por la Parroquia y el Museo Etnohistórico del municipio de San Ignacio de Mojos, Beni.
“Fueron cuatro ponencias. Las primeras dos fueron más de fundamentación sobre la historia de la espiritualidad de Mojos y el sentido de ser patrimonio inmaterial. Pero ¿qué es eso? Es algo confuso. El patrimonio inmaterial es esta fiesta y su celebración que pueden llevarse adelante gracias a la comunidad indígena organizada en el cabildo”, explicó a la ANF, Fabio Garbari, SJ, párroco de San Ignacio de Mojos.
El evento, desarrollado el pasado 20 de marzo en el templo misional de ese municipio beniano, congregó a especialistas de distintos departamentos entre los que figuraron el provincial de la Compañía de Jesús en Bolivia, Bernardo Mercado, SJ, la antropóloga Gloria Villarroel, el especialista Fernando Hurtado y el arquitecto Jorge Ferrufino.
“La historia de la espiritualidad en el mundo mojeño ignaciano”, “el patrimonio inmaterial y sus implicaciones”, "Música misional y música folclórica” y "Lo urbanístico misional", fueron los temas expuestos ante una importante concurrencia.
“Por ejemplo: ¿cómo tenemos que cuidar la música que nace de este pueblo y que constituye parte de este patrimonio inmaterial? El sentido de la música y la sonoridad indígena es diferente a la sonoridad de la ciudad y está registrada en escalas y tonos musicales muy particulares. La sonoridad indígena trasciende esta clasificación de lo música común porque está fundamentada en la divinidad de la sonoridad indígena”, manifestó Garbari.
El título de patrimonio inmaterial
Tras una serie de gestiones y procesos nada fáciles para su postulación, el 5 de diciembre de 2012, la Ichapekene Piesta fue inscrita en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Meses después, el Gobierno entregó la certificación de la declaración a la fiesta mojeña y expresó el compromiso de protegerla.
Villarroel explicó que esta declaratoria muchas veces no es entendida plenamente, por lo que su valorización que reducida pese a que se trata de la primera nominación que hizo Bolivia sobre el patrimonio inmaterial.
“Un elemento muy importante para que una práctica cultural sea reconocida como patrimonio es que esté basado en la comunidad; que la comunidad la exprese como su identidad y la reconozca como tal para solicitar que se reconocida como patrimonio”, puntualizó la panelista.
Asimismo, la antropóloga dijo que uno de los elementos clave para que una práctica, ritual, danza o fiesta, sea reconocida como patrimonio inmaterial por la UNESCO es que esta debe unir a toda una población y que otras personas que nos son sean parte de esa comunidad puedan identificarse también con la actividad cultural.
Para el párroco de San Ignacio de Mojos, la presencia del pueblo mojeño es vital porque es a partir de su gente que la Ichapekene Piesta, y toda la simbiosis de prácticas ancestrales, culturales y de religiosidad que la rodea, puede ser representada y transmitida de generación en generación.
“La Ichapekene Piesta es solo una muestra de toda la espiritualidad que se nos ha legado y heredado; una responsabilidad que nos han pasado los antepasados, que marca nuestra identidad y que tenemos la responsabilidad de llevarlo adelante”, manifestó Garbari.
Un pacto urbanístico en San Ignacio de Mojos
Un tema no que pasó desapercibido fue el destinado a la arquitectura y el urbanismo actual que existe en el pueblo de San Ignacio de Mojos. Con el pasar del tiempo, algunos espacios característicos de la población han sufrido cambios en la línea de la modernización y a la llegada de gente externa al pueblo.
“San Ignacio debe buscar un camino para solucionar los problemas que trae el crecimiento, el modernismo y las nuevas costumbres mientras el tiempo va pasando. En ningún caso un pueblo se ha quedado aislado sin recibir la influencia de afuera”, dijo Ferrufino.
Para el arquitecto, las culturas pueden llegar a sobreponerse y ese es un fenómeno que es parte del desarrollo de la humanidad, sin embargo, explicó que el problema se genera cuando unos construyen “sin respetar la memoria de los que vivieron antes en el lugar”, ya que de ese modo se pierde el espíritu y la identidad de los pueblos.
“Nosotros tenemos que cuidar eso. No tenemos que perder los elementos que nos han legado nuestros ancestros y eso es lo que tratamos de hacer en un nuevo pacto social. Por ejemplo, los jesuitas tuvieron un pacto social con los indígenas para levantar las misiones, eso sucedió siempre”, agregó.
Del mismo modo, Ferrufino aseguró que la población en San Ignacio de Mojos debe generar conciencia sobre qué es lo que se debe conservar y proteger, además de pensar en las necesidades urbanísticas que se deben atender y proyectar.
“Hay nuevas necesidades y nueva gente que viene al pueblo. Siempre la cultura anterior (local) debe condicionar el futuro. La identidad local tiene que promover una adaptación y reinventar las cosas”, aseveró.
Asimismo, el arquitecto aclaró que esto no se trata de una lucha de contrarios o antagonistas, sino de personas que deben asumir la responsabilidad para establecer un espacio urbano adecuado que responda a las necesidades de salvaguarda y evolución.
“Los pueblos se va a transformar queramos o no queramos. El tema es cuándo fundamentamos nuestra identidad para permitir que nuestro refugio cultural siga teniendo la calidad necesaria para que nuestra cultura evolucione y siga heredándose a nuestros hijos”, aseguró.
Para el párroco de San Ignacio de Mojos no se debe “violentar la identidad indígena del pueblo”, pero también se debe tomar en cuenta la llegada y presencia de personas que nos oriundas del lugar.
“Estos nuevos componentes del pueblo tienen su vida y tienen su derecho a vivir como ellos quieran vivir. La conclusión de Ferrufino es que debe haber un pacto urbanístico para consensuar las cosas y todos pueden vivir bien el pueblo”, agregó.
Por otra parte, algunos cambios urbanísticos han afectado lugares especiales para el desarrollo de la Ichapekene Piesta. Una de los principales es la plaza principal de San Ignacio de Mojos.
“La Ichapekene Piesta tiene como escenario a estos espacios que deben responder al patrimonio y también ser protegidos. El arquitecto constataba que se ha degenerado la plaza que es un escenario importante porque hace parte, desde la concepción urbanística indígena, del templo. Por eso la plaza indígena está presidida por la cruz y está destinada a las manifestaciones religiosas espirituales”, explicó.
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