Señoras y señores, la crisis está acá. Ya estaba, es solo que el gobierno oficializó su llegada con el anuncio del presidente Arce hace unos días: “…hoy no tenemos la plata que teníamos antes, el gas se ha agotado”. En Bolivia muchas cosas solo se tornan realidad cuando vienen del Estado.
Lo bueno es que el debate sobre si hay o no hay crisis ya fue, ya se hizo el congreso, ya se eligió una “renovada” directiva, ahora podemos pasar a algo más importante o necesario, evaluar cómo manejan la crisis quienes nos gobiernan. ¿Por dónde empezamos? Quizás por lo más básico a la hora de evaluar cualquier cosa, establecer algunos criterios que nos permitan librarnos de publicidad estatal, champa guerras digitales y analistas de turno en horario estelar. Para valorar con calma cómo está manejando la crisis el gobierno, ya sea desde un escritorio o desde el asiento del minibús, acá van cinco preguntas sobre el liderazgo en el manejo de la crisis:
1.- ¿Se le ha dado un sentido a lo que ocurre?
Es necesario que los llamados a pilotear la crisis sean capaces de crear una imagen relativamente clara y comprensible de lo que sucede, es decir, de por qué no hay dólares, por qué no hay gas, qué es Moody’s y qué implica que nos califique bajo, si el dinero de los créditos en la Asamblea resolverá algo, etc. Se trata de considerar si ha existido un reconocimiento oportuno de la crisis (detección y entendimiento) y es algo primordialmente ligado a cómo se maneja la información, si esta se recolecta con frecuencia, si se comparte entre quienes tienen un rol en el manejo de la crisis y si han sido capaces de interpretarla correctamente.
2.- ¿Es coordinada la implementación de decisiones sobre cuestiones críticas?
Algo que olvidamos por parecer muy obvio es que la respuesta a una crisis no se define solo por las decisiones tomadas, si no por cómo estas se implementan. Las respuestas a la crisis se moldean sobre todo en el nivel operativo y no tanto así en el estratégico, el rol de lo segundo debería ser fomentar que todos los actores reconozcan su interdependencia y compartan la información que tienen a disposición. Es posible que el papel de los técnicos de X dirección, en el área Y, del ministerio Z, sea de ahora en adelante igual o más relevante que las declaraciones del ministro en conferencia de prensa. Coordinar es crear interacción organizada, manejar tensiones delicadas, saber distribuir poder de decisión y dividir tareas eficientemente.
3.- ¿Se ofrece una narrativa convincente que ayude o inspire a la ciudadanía?
Una crisis es esencialmente la suma de tres sensaciones: amenaza, urgencia e incertidumbre. En situaciones de excepcionalidad como lo es en teoría una crisis, las autoridades tienen un apoyo casi incondicional al principio, pero no dura mucho, ni siquiera entre sus bases o militancia más duras. Lo ideal es que esto se tome como una oportunidad para crear un lente a través del cual la población pueda ver y reconocer lo que pasa. Por ejemplo, lo de “Estamos saliendo adelante”, ¿todavía interpela a alguien? ¿Hay alguien que se lo crea todavía o es un gasto insulso de publicidad a estas alturas? Aunque puede parecer una especie de manipulación, las personas necesitan certidumbres y mensajes que pueden hacer más llevadera la situación brindándoles un norte común. Si no hay nada que llene de significados esa sensación de vacío que es la incertidumbre, los riesgos de malestar social crecen más rápido, acercando la posibilidad de que el descontento se traduzca en violencia.
4.- ¿Se comunica con transparencia lo que se está haciendo y por qué?
Básicamente, saber qué hacen las autoridades con los recursos disponibles y cómo los están empleando, sobre todo cuando son pocos, permite a las personas identificar el estado de la situación y eso también genera cierta sensación de seguridad. No contar con datos sobre nuestros niveles de reservas de gas, justo cuando el presidente del Estado dice que ya no hay gas, no le genera bienestar a nadie. Si quienes manejan la crisis no actúan con transparencia, lo más probable es que lo que hicieron despierte a futuro sospechas e investigaciones, que a su vez pueden derivar en otra crisis, creando una especie de círculo vicioso, un “loop” interminable.
5.- ¿Se registran los aprendizajes? Las posibles causas, fortalezas y debilidades de las medidas tomadas, tiempos, plazos, etc.
El manejo de la crisis es un proceso de aprendizaje diario, si bien ninguna crisis es igual a otra y evitarlas es a veces imposible, contar con un registro de lecciones aprendidas puede ayudar en el futuro a detectar ciertas señales más oportunamente. Idealmente es algo que las autoridades deberían poner a disposición de la población en formas que permitan su revisión y análisis. En su momento García Linera decía que parte de su experiencia como gestor público era cargar con un cuaderno de apuntes a todo lado, algo que, según él, algún día sería una suerte de “sociología del Estado”. ¿Será que el exvicepresidente se anima a compartir sus notas con sus compañeros del gobierno? ¿Habrá entre esos apuntes una que otra idea para sortear la crisis que se instaura ahora?
El autor es politólogo