La semana pasada la señora Celinda Sosa Lunda estuvo en Cuba, Nicaragua y Venezuela. En ese marco, la pregunta que cabe es ¿Qué fue a hacer la Canciller en visita oficial?, ¿qué intereses o de común tenemos con éstos tres gobiernos?, y ¿qué pretendíamos obtener?
Imagino que, como Ministra de Relaciones Exteriores, tiene conciencia plena que por mandato constitucional (art. 255) debe de rechazar y condenar toda forma de dictadura, defender los derechos humanos; y que por congruencia con la llamada diplomacia de los pueblos, prioriza los intereses de los pueblos antes que las conveniencias de los amigos ideológicos.
Supongo entonces que sabe que los gobiernos de Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro han menoscabado la democracia. Buscan la reelección indefinida para perpetuarse en el poder y para ello utilizan a la judicatura para encarcelar a políticos, líderes sociales y periodistas. Conoce que reprimen brutalmente toda expresión de disidencia política, haciendo uso excesivo de la fuerza policial y que en algunos casos utilizan a grupos parapoliciales o grupos de choque.
Imagino también, que habrá leído los informes del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU y de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA - entre otros organismos internacionales - que evidencian que éstos tres gobiernos violan derechos humanos y que existen numerosas pruebas de detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas, tratos crueles inhumanos y degradantes, que involucran violencia sexual.
Debe saber también, que para evitar los controles y las sentencias, por parte del Sistema Interamericano de Promoción y Protección de los Derechos Humanos y las condenas u observaciones del Consejo Permanente de la OEA, el 2017 Venezuela y el 2021 Nicaragua, abandonaron éste organismo internacional; y que para evitar la supervisión, también han expulsado a organismos de defensa de los derechos humanos, organizaciones no gubernamentales y hasta miembros de congregaciones religiosas.
Asimismo conjeturo, que está bien informada y sabe que, en el caso de Maduro, la Corte Penal Internacional ha iniciado investigaciónes por graves denuncias de violaciones a los derechos humanos, que podrían constituir crímenes de lesa humanidad; y que en el caso de Nicaragua el Grupo de Expertos (GIEI) ha concluido que la pareja presidencial está contraviniendo la Convención de Naciones Unidas contra la tortura y por tanto pueden ser acusados ante la Corte Penal Internacional.
Considero también, que el nuevo Viceministro de Relaciones Económicas Internacionales e Integración, le ha informado que el comercio de Bolivia con éstos países es nada o casi nada. Que la participación de las exportaciones bolivianas a Venezuela es de 0,02%, Nicaragua 0.01% y Cuba 0,00%; que en importaciones, cada uno representa el 0,03%; y que no hay razonables probabilidades económicas de incrementar las ventas, porqué Cuba, Venezuela y Nicaragua no son mercados atractivos, por la escasa capacidad de compra, al tener el salario más bajo de la región latinoamericana.
Al final, en el balance, si suponemos que la señora Canciller y sus asesores tiene conciencia plena de sus obligaciones constitucionales en materia de relaciones exteriores; y sabe o le han informado todo lo anterior y mucho más; una vez más pregunto - y disculpen por la molestia - ¿Qué fue a hacer la Representante del Estado boliviano, en visita oficial a los gobiernos de Díaz-Canel, Ortega y Maduro?.
La verdad es que no lo sé, no encuentro una explicación razonable que justifique una visita oficial. Ojalá alguien pudiera explicar o publicar los Acuerdos alcanzados.
Lo que si sé, es que Cuba, Nicaragua y Venezuela son países maravillosos que me encantaría conocer. Que gustoso caminaria por sus calles y plazas, y me sacaría unas selfies para recordar tan grato momento, - mejor si hubiera un ataché que me las sacará y las publicará en el face en busca de un like -; que disfrutaría de su gastronomía y música; y sobre todo compartiría con su gente, un pueblo valiente que enfrenta sus vicisitudes, sin dejar de ser alegre; y que a pesar de la violencia, no abandona su lucha por libertad y bienestar.
Después de escribir éste último párrafo, ¡creo que ya caí encuenta!, a qué fue.
El autor es docente universitario.