MIGUEL MANZANERA, S.J.
El 11 de febrero la Iglesia Católica conmemora a Nuestra Señora de Lourdes en su primera aparición a Bernardita Soubirous, una adolescente pobre y analfabeta de catorce años, quien afirmó haber visto a la Virgen en 18 ocasiones, entre esa fecha y el 16 de julio de 1858, en una gruta cercana a Lourdes pequeña aldea en el Sur de Francia. En el año 1993 el papa San Juan Pablo II estableció que el 11 de febrero fuese también la Jornada Mundial del Enfermo, por lo que este año 2017 se celebrará la Jornada 25 bajo el lema “El Señor hizo en mi maravillas” con el subtítulo “El Magníficat de la esperanza”.
La Iglesia nos invita a fijar la mirada en María, mujer siempre atenta a socorrer a las personas enfermas y necesitadas. El Evangelio de Juan (2, 1-12) narra cómo María, juntamente con su Hijo Jesús y sus discípulos, fueron invitados a una boda en Caná de Galilea, donde faltó el vino. Ella, consciente de ese grave apuro para los recién casados, pidió a Jesús solucionar esa situación tan incómoda para los esposos.
Ante esa petición de misericordia Jesús aprendió esa lección y la practicó a lo largo de toda su vida, socorriendo a los necesitados, curando enfermos y liberando a los endemoniados. María acompañó a su Hijo con su fe y oración y finalmente con su presencia al pie de la cruz. Allí ella recibió de Jesús agonizante la nueva misión de ser su esposa y al mismo tiempo la madre de Juan, el discípulo amado, representando a la naciente Iglesia (Jn 19, 26).
De esa manera se realizó la redención del mundo como una nueva creación, fruto de la unión esponsal de Jesús y María, como el nuevo Adán y la nueva Eva, consolidada en la cercana fiesta de Pentecostés, donde la Virgen fue constituida como Madre de la Iglesia.
En Lourdes en la aparición del 25 de marzo de 1858 la Virgen María le reveló a Bernardita el misterio de su identidad: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, tal como el Papa Pío IX había declarado solemnemente pocos años antes en 1854. De esa manera María descubrió estar inhabitada desde su concepción por la Rúaj Divina para ser la Madre del Hijo de Dios hecho hombre y, aún más, la Esposa del mismo Jesús crucificado, de cuya unión nace la Iglesia. Por todo ello la Virgen María es la imagen más perfecta de la Rúaj Divina, Madre de los bautizados.
Las apariciones de la Virgen en Lourdes culminaron con el mandato dado a Bernardita de escarbar en la tierra para que brotase un manantial de agua limpia y cristalina que desde entonces no sólo sacia la sed sino que cura a las personas enfermas en su cuerpo y/o en su espíritu que se sumergen en la piscina construida en ese lugar. María invita a todas las personas a recibir ese baño de la misericordia.
Lourdes se ha convertido en un lugar sagrado de curación de las personas enfermas y también de los corazones endurecidos por el pecado. Por eso en las letanías se invoca a María como Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores y Consoladora de los afligidos.
Es importante resaltar que la Virgen de Lourdes ha pasado también a ser un icono para la unión ecuménica entre católicos y anglicanos. El 24 de septiembre de 2008 el entonces Arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana, Mons. Rowan Williams, peregrinó al Santuario de Lourdes para honrar a la Inmaculada Concepción. Predicó ante 20 000 personas en la Eucaristía Internacional. En su homilía destacó que María se presenta aquí como la primera misionera, “el primer mensajero del Evangelio”, que llevó la buena nueva de Jesucristo a otra persona, cosa que hace simplemente llevando a Cristo dentro de sí. Ella nos recuerda que la misión comienza no con la entrega de un mensaje hecho de palabras sino en el camino hacia otra persona con Jesús en el corazón.
Agradeciendo ese gesto de acercamiento ecuménico Benedicto XVI recibió en el Vaticano a Rowan Williams el 18 de noviembre de 2010. En tal ocasión ambos oraron juntos confirmando así que la Virgen de Lourdes constituye un camino para superar las divisiones entre los cristianos, en orden al cumplimiento de la oración de Jesús en su relación con el Padre: “Que todos sean uno, como Tú estás en mí y yo en Ti” (Cf. Jn 17, 21), aplicable también a la íntima unión entre la Virgen María Misericordiosa y la Rúaj Madre Divina.
Por Miguel Manzanera, S.J.