Se trata de una persona extraordinaria: la Coronela Amalia Villa de la Tapia. Fue una mujer vanguardista, porque rompió con todas las convenciones a principios del siglo pasado ya que decidió ser piloto de aviación. Fue la primera aviadora en Bolivia y Sudamérica.
Como en Bolivia no existía una escuela de aviación, se fue a vivir a Lima. Allí estudió para ser maestra de colegio. Luego trabajó enseñando y con sus ahorros financió las clases de pilotaje en la Escuela de Aviación Civil de Bellavista de Perú. Y en 1922 obtuvo su licencia de pilotaje tras una prueba en un avión Curtis JN-4 Jenny. Ella comentó en aquella oportunidad: “¿Fue mi destino o mi decisión? No tenía miedo al motor, ni a la altura, ni a la muerte. Ya había practicado demostraciones y acrobacias aéreas, pero una poderosa emoción me tomaba entera”.
Fue una pionera de la aviación cuando en Bolivia no había aviones, escuela de aviación y menos aeropuertos.
En la década de los años treinta, fue a Francia y obtuvo su segunda licencia como piloto en la Escuela de Aviación Caudron de Crotoy ubicaca cerca de París.
Con todas sus credenciales y amplia experiencia como aviadora, se ofreció ser piloto durante la Guerra del Chaco. Su petición, sin embargo, fue rechazada por ser mujer.
Su vida fue dedicada a la aviación. No se casó ni tuvo hijos. Escribió tres tomos sobre la historia de la aviación de Bolivia titulado “Alas de Bolivia”. Fue la primera mujer que ingresó al ejército boliviano; fundó la primera escuela militar de aviación en nuestro país; y fue la primera coronela de la aviación boliviana, grado que le otorgó el entonces general de aviación y ex presidente de Bolivia, René Barrientos. Recuerdan que en los actos oficiales siempre usaba su uniforme militar.
Gracias a su influencia y una campaña que realizó en todo el país, logró que el Estado adquiera los primeros dos aviones.
Si alguien merece un reconocimiento en grande es ella. En días pasados la Cámara de Senadores de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, le otorgó el reconocimiento más alto que da el senado llamado “Símbolos Patrios”. Aquello fue por haber realizado servicios meritorios eminentes en Bolivia y en el ámbito internacional. También se le otorgó una medalla con su nombre estampado en ella, que gracias a la iniciativa de mi colega escritora Gaby Vallejo, tuve el honor de recibir en su representación.
Este notable reconocimiento después de 27 años de su fallecimiento, fue gracias a las gestiones de Daly Santamaría, senadora por Potosí de Comunidad Ciudadana y su equipo de apoyo, entre ellas Mónica Chacón.
Gaby Vallejo proporcionó información y fotografías. Y, su novela histórica “Desde el espejo del tiempo” -que narra la vida de la piloto-, coadyuvó para que se le otorgue tan importante reconocimiento.
Incluso existe un destacamento aéreo denominado “Coronel Amalia Villa de la Tapia” ubicado en Uyuni en el departamento de Potosí.
Gracias a las investigaciones y de Amalia Villa de la Tapia, sobre la aviación boliviana, se cuenta con el acervo histórico de la Fuerza Aérea Boliviana convertido hoy en el Museo Aeroespacial de la FAB.
Dichos reconocimientos realizados por el senado serán depositados próximamente en dicho repositorio junto a otros objetos personales de la piloto.
Sus restos descansan en el cementerio de Cochabamba.
Verónica Ormachea es periodista y escritora