Michio Kaku, el físico futurista especialista destacado de la teoría de campo de cuerdas, una rama de la teoría de cuerdas futurólogo, y divulgador científico, hace poco habló del futuro. Imagina entonces el 12 de octubre de 2222.
En ese momento pestañearás y estarás en línea. Tendrás Inteligencia Artificial (IA) en tus lentes de contacto que reconocerán a las personas y tú podrás leer su biografía. No necesitarás comprar juguetes. Sólo tener un blue print para hacer tus juguetes o tu anillo de bodas. Serán diseñados por ti y recrearás casi todo lo que quieras en tu casa, gracias a las impresoras 3D.
La tablet y el computador portátil se simplificarán en un dispositivo plegable del tamaño de un celular; en el campo de la medicina, se utilizará la IA para mejorar la salud de las personas, y para prevenir enfermedades como el cáncer, ya que cada que entres al baño el inodoro será un laboratorio de análisis que te dará resultados sobre tu salud.
Las paredes de tu casa serán inteligentes y cambiarás el empapelado tecnológico no sólo con las fotos que más te gusten, sino que allá tendrás reuniones con ejecutivos de cualquier parte del mundo, las computadoras serán cuánticas y pasarán del bit al Qubit.
Habló de más cosas en una fascinante charla organizada por DATEC, que reunió a más de 1.817 líderes empresariales de Bolivia. Kaku pudo seguir hablando. Se notaba su entusiasmo.
Salvando las distancias históricas y fantaseando un poco, podemos imaginar a un entusiasmado Cristóbal Colón hablándole a la reina Isabel para convencerla sobre su viaje a lo desconocido y a un futuro prometedor.
Por supuesto no imaginó que descubrió un nuevo continente y con eso cambió el curso de la historia. Murió pensando que encontró una nueva ruta.
529 años después, su descubrimiento pasa a segundo plano porque una agenda chillona y dogmática instala un nuevo discurso: no fue descubrimiento sino fue genocidio. Y los autores de esta agenda olvidan que la civilización anterior a Colón asesinó a mansalva a otros pueblos. Un genocidio que convenientemente es olvidado.
Y como dice la escritora Rosa Montero “la vida es confusa, mestiza y paradójica. Nadie puede saberlo todo ni puede tener la razón en todo. Las ideas son y deben ser mudables, repensables, redefinibles. Si se convierten en una verdad intocable, ya no son ideas, sino dogmas. Y el dogma es la negación del pensamiento”.
Este 12 de octubre no se trata solamente de mirar al pasado con el conocimiento del presente, sino sobre todo, de ver el futuro, de qué dirán en 200 años de nosotros. Desde aquí parece muy fácil levantar el dedo acusador pero qué estamos haciendo para construir futuro. Destruir una estatua lo hace cualquiera, construir algo nuevo sólo algunos. El futuro será de quienes puedan librarse de los lastres del pasado.
Monica Briançon Messinger es periodista