El 18 de noviembre de 2019 publiqué un artículo titulado “A mis amigos del mundo mundial…”, relatando lo que había sucedido en Bolivia a raíz del fraude electoral de Evo Morales, y cómo lo vivimos los ciudadanos que nos opusimos al fraude. Lo hice porque la red internacional de la mentira no quería entender lo que pasaba en Bolivia, y estaba empeñada en propagar una versión irresponsable y superficial de lo que había sucedido, sin analizar la cronología de los hechos, que por sí sola explica todo.
A mi texto se sumaron en las semanas siguientes muchos más de escritores, periodistas, investigadores académicos y otros que abundaron en el mismo sentido para explicar a los despistados mal intencionados de otros países, que con simples consignas no podrían entender la situación política de Bolivia. Más tarde, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de La Paz (APDH-LP) publicó el libro Relato de un pueblo (2021) donde se establece sin la menor duda y con abundante documentación la verdad histórica.
Han pasado cinco años desde que se produjo el fraude electoral, la renuncia de Evo y de su plana mayor, su fuga a México y todo lo que ya ha sido ampliamente documentado. Sin embargo, la ignorancia es atrevida, y todavía hay quienes se aferran a afirmaciones grotescas, como la de “Fue golpe”, que carece totalmente de asidero real. Por ello, vale la pena refrescarles la memoria con algunos datos incontestables.
La corrupción y el autoritarismo fueron el sello de marca de Evo Morales desde su primer gobierno, pero el antecedente directo de la crisis de 2019 fue el #21F: El 21 de febrero de 2016 se realizó un Referendo Constitucional donde la pregunta era si el pueblo boliviano quería que Evo Morales y su acompañante de fórmula se postularan a un cuarto mandato presidencial consecutivo, a pesar de que la Constitución Política de Estado (CPE), impuesta por el propio Evo Morales en 2009, prohíbe más de dos mandatos consecutivos. La respuesta del pueblo en la votación fue NO, es decir: no queremos que Evo Morales vuelva a ser candidato, porque su tercera presidencia ya era inconstitucional.
El referendo fue convocado por el propio Evo Morales poco tiempo después de ganar su tercera elección, porque creía que podía ganar en ese momento. Utilizó todos los medios del Estado para hacer propaganda en favor del SI, y dijo públicamente: “si pierdo por un voto, me voy”. Sin embargo, perdió, pero no aceptó el resultado vinculante y usó como excusa una conspiración mediática. Morales ignoró los resultados del #21F y mediante presiones, logró que el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), conformado por magistrados afines al MAS, dictaminara que la reelección “es un derecho humano”, por lo que él y su vicepresidente fueron habilitados para una cuarta elección en 2019.
A pesar de las violaciones legales y de los reclamos ciudadanos, el gobierno de Evo Morales redobló su campaña electoral con uso indebido de bienes del Estado. Algunos ejemplos: a) uso de aviones, helicópteros, vehículos, dinero y otros recursos del Estado, b) Morales designó abiertamente a ministros de su gabinete para que hicieran campaña en diferentes departamentos de Bolivia, indiferente al hecho de que los salarios de estos funcionarios los paga la población, c) presiones a funcionarios públicos de todos los niveles para que se afilien al MAS, para que cedan una parte de su salario al partido de Evo Morales, y para que asistan a todas concentraciones y marchas de la campaña, con amenaza de despidos, d) la fundación privada Juan Evo Morales Ayma (JEMA) recibió del gobierno de Irán el canal de televisión Abya Yala, todos los equipos y entrenamiento en Teherán para 60 técnicos. Es un caso flagrante de conflicto de intereses que un presidente en ejercicio reciba semejante “regalo” para su fundación privada. El canal funcionaba con fondos del Estado, a pesar de ser privado.
El único poder del Estado que aún no estaba controlado por el partido de gobierno, el Tribunal Supremo Electoral, fue descabezado en pocos meses con la renuncia de los vocales independientes, incluyendo la presidenta del TSE, Katia Uriona, Dunia Sandoval y el vicepresidente José Luis Exeni, que se decía independiente, hasta que se descubrió que era el operador del gobierno en el proceso electoral, autor de la Ley de Organizaciones Políticas (LOP) redactada para frenar a la oposición. Con los remplazos, el TSE quedó conformado por 5 vocales del partido de gobierno. Evo Morales tuvo así bajo control todos los poderes del Estado.
La Ley de Organizaciones Políticas (LOP) debía aplicarse recién en las elecciones de 2025, pero el gobierno instruyó que se aplicara desde la elección de 2019 para afectar a los partidos de oposición. Se eliminó de la LOP la cláusula que obligaba al Estado a otorgar espacios gratuitos de propaganda para todos los candidatos, de ese modo solo el MAS se veía favorecido con masiva propaganda estatal en todos los canales de televisión, emisoras de radio y Cambio, el diario del gobierno. Según datos del Ministerio de Finanzas, el Ministerio de Comunicación recibió para la propaganda de Evo Morales más recursos que en todos los años y gobiernos anteriores.
El 20 de octubre de 2019 se realizaron las elecciones generales, con una misión de acompañamiento de la OEA a pedido del propio gobierno del MAS. Dos empresas independientes (NeoTec y Ethical Hacking) fueron contratadas para garantizar que los sistemas informáticos funcionaran adecuadamente durante la transmisión de datos (TREP). El voto electoral boliviano es transparente ya que las actas pueden ser fotografiadas por cualquier ciudadano al terminar la votación y luego ser transmitidas vía internet al Tribunal Supremo Electoral (TSE). La transmisión de actas es inmediata con los teléfonos celulares, incluso desde los lugares más aislados de Bolivia. Ya no existe la excusa de que la información rural “tarda en llegar”.
Después del cierre de urnas comenzaron a llegar las actas fotografiadas para el conteo rápido, pero a las 20:20 se interrumpió el TREP por órdenes de vocales del TSE, cuando la tendencia en el conteo de votos no favorecía el margen de 10% que pretendía Evo Morales. Sólo se reestableció el sistema al día siguiente y mostró que la tendencia se había revertido para otorgar el triunfo en primera vuelta a Morales, lo cual fue puesto en duda por observadores de la OEA y de la Unión Europea. Tanto la Fundación Jubileo como la empresa encuestadora española Via Ciencia (que fue contratada por un canal de televisión cercano al gobierno) hicieron su propio conteo rápido y coincidieron con la OEA. El rango de diferencia entre Morales y Mesa era de aproximadamente 5 puntos, lejos de los 10 puntos que pretendía Evo Morales.
Las dos empresas, Neotec y Ethical Hacking, involucradas en el sistema informático y contratadas por el propio TSE, señalaron las irregularidades cometidas al cortar el TREP e incluso internet y la alteración de resultados mediante la intervención de un quinto servidor del que no tenían conocimiento. Los directores de ambas empresas revelaron que las elecciones estuvieron “viciadas de nulidad”.
Ingenieros de sistemas, independientes, como Edgar Villegas (entre otros) revisaron las actas que fueron subidas a la página web del Órgano Electoral Plurinacional (OEP) y con base en esa información oficial detectaron irregularidades que afectaban miles de actas y un porcentaje alto del voto. Ante el inexplicable corte del TREP y frente a las informaciones iniciales sobre irregularidades, la ciudadanía salió a las calles a manifestar de forma pacífica, haciendo bloqueos con banderas bolivianas, exigiendo que su voto se respete. Estas vigilias duraron dos semanas y no hubo incidentes violentos.
El propio Evo Morales pidió el 30 de octubre una misión de expertos de la OEA para revisar la transparencia del acto electoral y firmó un documento comprometiéndose a que las recomendaciones serían vinculantes. La misión de 30 auditores llegó a Bolivia inmediatamente y fue recibida con desconfianza por la oposición, ya que el secretario general Luis Almagro había manifestado en una visita a Bolivia su adhesión política a Evo Morales. Sin embargo, los auditores de la OEA sorprendieron a todos los bolivianos cuando el domingo 10 de noviembre en la madrugada emitieron un informe preliminar de 13 páginas, donde señalan los vicios de nulidad de las elecciones y recomiendan la realización de un nuevo proceso electoral. Por testimonio del propio Evo Morales sabemos que trató de hablar con Luis Almagro para que no se difundiera el informe preliminar, pero la acumulación de pruebas de varias fuentes de análisis corroboró el fraude masivo y las recomendaciones de la OEA.
Las manifestaciones pacíficas en las calles de todo el país se fortalecieron y se constataron agresiones de algunos sectores del MAS en los intentos de romper los bloqueos. El ejército no se pronunció, y la Policía Nacional se limitó a separar a los grupos opuestos, para que no hubiera heridos. El 8 de noviembre la Policía Nacional decidió acuartelarse en varios departamentos del país, expresando que no estaban en disposición de reprimir al pueblo. Las calles quedaron a merced de vándalos que destruyeron la propiedad pública, quemaron en La Paz 64 buses municipales, asaltaron tiendas y supermercados, etc. Luego de dos días de zozobra sin policía para resguardar la seguridad pública, la Central Obrera Boliviana y las Fuerzas Armadas emitieron un corto comunicado llamando a la paz social y “sugiriendo” la renuncia del presidente. Hoy sabemos gracias a Javier Zavaleta, exministro de Defensa, que ese comunicado de las FFA se emitió cuando ya Evo Morales había redactado su renuncia en el hangar presidencial de El Alto.
Evo Morales perdió el apoyo de organizaciones a las que había controlado mediante prebendas durante muchos años, como la Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). Ambas pidieron su renuncia. El rechazo nacional fue tan grande, que Morales se replegó a sus cuarteles en el Chapare, y el domingo 10 en la tarde anunció por televisión su renuncia a la presidencia y su decisión de asilarse en México. Un avión de la Fuerza Aérea mexicana ya estaba en camino para recogerlos en el Chapare, lo que confirma que la renuncia estaba preparada con anticipación.
Mientras tanto en Bolivia y bajo sus órdenes de “cercar las ciudades”, supermercados, fábricas, bancos, colegios, universidades, hospitales, farmacias y otros recintos fueron víctimas de asaltos de turbas del MAS que llegaban de lugares ajenos a las ciudades atacadas. Hay videos filmados por vecinos con sus teléfonos celulares, que muestran a dirigentes vecinales del MAS repartiendo dinero a los atacantes. La policía apresó en El Alto a dos cubanos que llevaban una bolsa con una cantidad de dinero considerable. Se encontraron varios depósitos de dependencias del ministerio de Culturas con centenares de bombas molotov. Sólo cuando la Policía Nacional se vio rebasada y los grupos de choque del MAS quemaron con bombas molotov varios cuarteles policiales en el país, el comando policial hizo un llamado al ejército para ayudar a contener la violencia.
Evo Morales hizo circular por todo el mundo la versión de que se habría producido un golpe de Estado en Bolivia, pero no hubo ningún movimiento militar hasta que Evo ya había salido del país. La policía acudió al llamado de la población para proteger la seguridad ciudadana, pero fue rebasada. Caravanas de estudiantes que llegaban de Potosí y de Santa Cruz para proteger la sede de gobierno, fueron atacadas en el camino con piedras y cachorros de dinamita. Hubo heridos y buses destrozados. Al apresar a campesinos que atacaron las caravanas se supo que habían recibido dinero y dinamita de dirigentes locales del MAS. Hay videos con esos testimonios.
Evo Morales hizo abandono de funciones, no es cierto que su vida corría peligro en ningún momento. Nadie atacó el palacio de Evo, ningún fiscal emitió órdenes de aprehensión contra él o sus seguidores. Una de las casas de Evo Morales en Cochabamba, que utilizaba muy rara vez, fue atacada por personas no identificadas, los vecinos afirman que eran delincuentes comunes. La fiscalía sólo emitió órdenes de aprehensión contra los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de los Tribunales Electorales Departamentales (TED), por su participación en el fraude.
El país estuvo dos días en un total vacío de poder, sin presidente, vicepresidente, o asamblea parlamentaria. Siguiendo la Constitución Política del Estado se aplicó la sucesión presidencial en Bolivia. De acuerdo al reglamento y en vista de la renuncia de los presidentes y vicepresidentes de la cámara de senadores y de la cámara de diputados (todos ellos eran del MAS), recayó en la segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores, Jeanine Añez, asumir la presidencia interina, de acuerdo a lo estipulado en la Constitución. Para ratificar la legalidad de ese paso constitucional, se hizo la consulta con el Tribunal Constitucional Plurinacional y este ratificó por escrito que se habían seguido los pasos constitucionales. La presidenta interina formó su gabinete, cambió inmediatamente a los altos mandos militares y de la policía (lo cual es clara indicación de que no existió ningún golpe) y convocó elecciones para el 3 de mayo de 2020.
Los diputados y senadores del MAS tuvieron todas las garantías para reunirse en el congreso y debatir la sucesión constitucional, y de esa manera Eva Copa (del MAS) pasó a presidir la Asamblea Legislativa Plurinacional. Si hubiera existido un golpe de Estado no hubiera funcionado ni la Asamblea Legislativa, ni el Tribunal Constitucional.
Desde su exilio en México Evo Morales no cesó de hacer llamados a sus bases para crear zozobra en las ciudades, particularmente en La Paz y Cochabamba. Los enfrentamientos violentos en Sacaba dejaron nueve muertos, y los peritos forenses de la fiscalía nunca determinaron qué tipo de armas o explosivos causaron esas muertes, la prensa internacional culpó a los militares. La policía capturó a manifestantes con explosivos y armas largas que no usa el ejército, pero también granadas robadas al ejército. Si no se contenía a los cocaleros en Sacaba, entraban a Cochabamba a causar destrozos y atacar a la población. ¿Qué debía hacer la policía y el ejército? ¿Dejar que entraran a la ciudad? Que pregunten a los vecinos de Cochabamba las noches de terror que pasaron luego de haber sido testigos de incendios en varias instituciones. O pregunten a los vecinos de La Paz y El Alto, que se parapetaron en sus casas con las puertas cubiertas de madera, cartones, planchas de metal, para protegerse de los grupos violentos.
Medios de prensa como Página Siete, interrumpieron sus ediciones impresas debido a las amenazas de grupos de choque del MAS a sus instalaciones y a los periodistas.
En El Alto se vivió una situación de violencia parecida porque grupos de choque del MAS impedían el paso de vehículos en Senkata, donde se encuentra la planta de distribución de gas y gasolina. El cerco a La Paz se realizó con gritos: “Ahora sí, guerra civil”, y la policía fue rebasada. El muro perimetral de la planta de Senkata fue derrumbado en tres lugares y el riesgo de una explosión gigantesca se evitó por la intervención del ejército, que además garantizó que más de 40 camiones con gasolina pudieran llegar a la ciudad de La Paz. Los atacantes y fallecidos en el enfrentamiento no eran vecinos de Senkata. El sábado 16 en la noche, vecinos de El Alto encontraron en un basurero centenares de cintillos del Banco Unión usados para envolver fajos de billetes. En Yapacaní se identificó a un argentino guerrillero de las FARC colombianas que había ingresado ilegalmente al país y que era buscado en Colombia. En Guayaramerín, se apresó a 9 venezolanos que llevaban armas y uniformes. Un policía murió luego de una feroz golpiza propinada por manifestantes del MAS.
Lo anterior es un resumen de aquello que escribí “a mis amigos del mundo mundial” hace cinco años. Todos lo saben, pero algunos no lo quieren reconocer. Refresquemos nuestra memoria, porque ese es el terreno en el que la mentira del MAS opera de manera persistente. Guardemos siempre datos concretos, fechas, recortes, declaraciones, fotos y videos para responder a la desinformación que sólo sabe esgrimir consignas sin sustento.
El autor es escritor y cineasta
@AlfonsoGumucio