A Juan de Patmos —mayoritariamente concebido como el Apóstol Juan o San Juan el Evangelista (autor atribuido del Evangelio homónimo y de tres Epístolas) y “El discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 13:23; 19:26; 20:2; 21:7; 21:24)— se le atribuye la redacción del Libro de las Revelaciones, más reconocido por todos como el Libro del Apocalipsis (en su original griego Apokálypsis Ioánnou: Las Revelaciones de Juan).
No voy a entrar en atribuciones ni interpretaciones del último libro bíblicoporque lejos estoy de ser un exégeta. Me quedaré en el más modesto oficio de las comparaciones: el de opinador consciente.
Saltando la autoría, voy a plagiar —en sentido de secuestrar— la magia del Libro para hacerle una ¿identificación? con nuestra realidad, entendiendo que “Los Jinetes del Apocalipsis cabalgan Las Bolivias”.
Cuatro Jinetes y siete Plagas son los que salen del Libro de los Siete Sellos mientras éstos son abiertos… Cuatro caballos nos llegan como heraldos de un Juicio Final, un fin de los tiempos —no voy a hacer la exégesis bíblica sino la profana, cotidiana para todos nosotros en Las Bolivias. Jinetes y caballos que son alegorías de conquista (caballo blanco), guerra (rojizo por la sangre), hambre (negro) y muerte y enfermedad (amarillo, el color del pus). Siete plagas que “purificarían” (fuego incluido) a la Humanidad.
Vendré de nuevo a nuestra Bolivias: En Oriente sobretodo pero también en el Norte de Occidente, se nos quema el país y tarde, muy tarde —como en 2019, por lo que las culpas y la intencionalidad se reparte en ambas épocas—, se buscan soluciones, que no prevenciones; los precios suben irremediablemente (estaban “amarrados” en sus subidas por un tipo de cambio artificialmente bajo, que ha explotado con su Modelo fracasado); no exportamos suficiente porque —más allá de los discursos, las fotos compartidas y los refrigerios amables— los cerrojos a las exportaciones (“controles”) y la falta de insumos (si no se exporta, no entran recursos y si no hay recursos, los insumos no llegarán) acogotan al emprendimiento privado —el público es un fracaso, peor ahora con créditos supuestos para inversión convertidos en urgido gasto corriente—; la ausencia de inversiones extranjeras en Las Bolivias (el expertisse de suicidarnos por odio a lo extranjero es norma política del masismo y de otros ismos adyacentes, sin olvidar el lamento boliviano tan falso pero tan caro a las mediocridades políticas que haya); las bóvedas (reales o imaginarias) del Banco Central vacías (antes ya comenté la razón cuando mencioné los insumos); el Estado despilfarrando en mantener inversiones inútiles (las que han cerrado, lo han hecho de inevitable “muerte natural”, no por decisión inteligente del Estado); una burocracia improductiva que es la base de un clientelismo cada vez más como el último recurso del Estado masista para tener adherentes (sin méritos y no-concienciados); la mitomanía de falsos relatos de éxito para el enroscamiento en el Poder (o la desesperación por volver o por llegar a él); la incapacidad mayoritaria de entenderse, oírse y respetarse entre las oposiciones —de entre masismos no hace falta decir el cainismo—, paso previo a entenderse y apoyarse, aparejado con la desinstitucionalización y la atomización (más que dispersión); la notoria incompetencia e impericia del Gobierno para tomar decisiones efectivas; los desesperados intentos de mantener sus bazas —ya sea demorando elecciones judiciales, forzando un referéndum (dizque) no-constitucional, un golpe / no-golpe… entre otras linduras; el claro propósito de destruir al enemigo —como en 2019— dejando quemarse el Oriente (ahora: todo el país) para “acabar con el parangón que lo desacredita” (olvidando lo ineficaz e improductivo que es el Estado para mantenerse sin el esfuerzo de los enemigos privados)… No necesito hablar de la indecisión en asumir los que el país necesita: recursos, biotecnologías, entre otros, y desechar lo que no necesita: odios, mezquindades, autoaprensiones y autominizaciones, racismos y discriminaciones: De mucho más que usted, amigo que me lee, sabrá agregar para completar esta triste historia de crear miseria y odios en Las Bolivias.
Después de todo ello, ¿alguien duda de los Cuatro Jinetes cabalgando por Las Bolivias? Recordemos que, aunque faltan abrirse otros tres sellos, acá están ciertas las Siete Plagas.
El autor es analista y consultor político