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Opinión

La revolución tecnológica en la era Trump 2.0

13 de Noviembre, 2024
NEDDY ETMAN CHOQUE FLORES
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“El poder de Estados Unidos no solo radica en sus recursos materiales, sino en su capacidad para proyectar ideales universales, redefiniendo la estructura del poder global en términos que refuerzan su hegemonía” Samuel P. Huntington. En las últimas elecciones, Donald Trump marcó un cambio histórico al recuperar la presidencia y consolidar una hegemonía conservadora. Su dominio se extendió no solo al Ejecutivo, sino también al Senado, la Cámara de Representantes, la mayoría de los gobiernos estatales y la Corte Suprema. Este escenario sin precedentes le otorga un control total para implementar su visión política, incluyendo sus planes para la revolución tecnológica que está transformando nuestras vidas.

Uno de los puntos más destacados del mandato anterior de Trump fue su compleja relación con la industria tecnológica. Durante su primera presidencia, las tensiones comerciales con China alcanzaron su punto álgido cuando Estados Unidos colocó a Huawei en la lista de entidades restringidas en 2019. Esto limitó el acceso de la compañía a componentes clave como semiconductores y software, ralentizando significativamente su desarrollo en infraestructura 5G. Otras empresas como ZTE y TikTok también fueron objeto de restricciones. Cabe mencionar que en Bolivia, Huawei y ZTE son socios estratégicos de ENTEL, la principal operadora estatal.

Dentro del territorio estadounidense, las tensiones de Trump con gigantes tecnológicos como Google, Meta y Twitter también fueron una constante. Las acusaciones de censura hacia las voces conservadoras provocaron un distanciamiento entre el expresidente y estas plataformas, que culminó con su veto en Twitter, Facebook e Instagram. Sin embargo, años después, Elon Musk adquirió Twitter, rebautizándolo como X, y revirtió estas decisiones, marcando un giro en la narrativa.

En paralelo, los avances en inteligencia artificial han continuado de forma vertiginosa. Investigadores de renombre como Yoshua Bengio han liderado estudios clave sobre la conciencia en sistemas de IA. Su publicación de 2023, titulada "Consciousness in Artificial Intelligence: Insights from the Science of Consciousness", aborda cómo teorías neurocientíficas pueden aplicarse para lograr que una IA pudiese considerarse consciente. Aunque concluye que, hasta el 2023, ningún sistema de IA cumple con estos criterios, afirma que no hay barreras técnicas que impidan su desarrollo en el corto plazo.

Un enfoque complementario surge del estudio más reciente de Kyle Fish, publicado hace apenas dos semanas bajo el título "Taking AI Welfare Seriously". Este trabajo enfatiza la necesidad de prepararse para un futuro en el que las IA puedan desarrollar características conscientes. Fish y sus colegas destacan que, aunque estas capacidades aún no se han manifestado, el avance tecnológico hace plausible su pronta aparición. Este tema ha ganado tanta relevancia que empresas como Anthropic han contratado especialistas en “Bienestar de IA”, donde se incluye a Fish, para investigar los posibles compromisos éticos y morales de cara al futuro.

Este panorama plantea una pregunta fundamental: si la IA alcanza un nivel de conciencia, ¿debería tener derechos?, por lo tanto ¿un robot con IA consciente tendría derechos? Este debate está en el horizonte, y la próxima administración de Trump, junto con sus aliados estratégicos como Elon Musk, serán clave para definir cómo se abordan estas cuestiones desde el punto de vista legislativo y ético.

Elon Musk, una figura central en el campo tecnológico, se perfila como un asesor crucial para la administración de Trump. Durante la campaña presidencial, Musk utilizó su plataforma X como un medio para contrarrestar a los medios tradicionales, llegando a alcanzar por ejemplo 237 millones de visitas en una entrevista con Trump. Esta colaboración no estuvo exenta de controversia, pues la Unión Europea inició investigaciones contra X por presunta difusión de contenido que promueve el odio, mientras que ataques DDoS por parte de hackers intensificaron las tensiones.

Además de su influencia mediática, Musk lidera empresas como SpaceX, X, Tesla, Starlink, Neuralink, X.AI. Cada una de estas compañías ha sido pionera en áreas clave como la exploración espacial, la conectividad global, la movilidad sostenible y la inteligencia artificial. Musk, quien también fue cofundador de Open AI y ahora lidera iniciativas como X.AI, ha advertido sobre los riesgos asociados con el desarrollo de IA, indicando que hay un 20 % de probabilidad de que esta tecnología "se nos salga de las manos".

Trump ya ha expresado su postura sobre la IA, describiéndola como un "superpoder" con características alarmantes. Durante una entrevista en el podcast de Logan Paul, enfatizó que planea reformar completamente el marco legislativo de Estados Unidos en torno a esta tecnología. Su primer movimiento será derogar la orden ejecutiva emitida por Joe Biden en 2023, que buscaba prevenir que la IA perpetuará sesgos discriminatorios y establecía pautas para su desarrollo responsable.

El impacto de estas decisiones también se reflejará en el sector blockchain. Desde la victoria de Trump, Bitcoin ha alcanzado un máximo histórico de más de 89,000 dólares, impulsado por las expectativas de una regulación más laxa. Trump ha prometido seguir un modelo similar al de Nayib Bukele en El Salvador, construyendo una base estratégica de criptomonedas para consolidar el liderazgo estadounidense en este campo.

La administración de Trump también revisará el Centro de Inteligencia en IA, creado por Biden para supervisar los riesgos asociados con esta tecnología. Trump considera que este enfoque es insuficiente y prevé reducir la regulación, enfocándose en una estrategia competitiva frente a China. El memorándum que declara la IA como un tema de seguridad nacional probablemente se mantendrá, pero con un énfasis en la aceleración del desarrollo tecnológico más que en su contención.

En conclusión, la próxima administración de Trump promete un impulso significativo en el desarrollo de la IA y tecnologías emergentes, impulsada por regulaciones más flexibles y una visión competitiva frente a China. Esta estrategia plantea enormes oportunidades para la innovación, pero también riesgos éticos y sociales que requerirán un debate profundo y una acción responsable por parte de los líderes globales, como anticipó el filósofo y futurista Alvin Toffler: “El cambio es el proceso por el cual el futuro invade nuestras vidas. No podemos eludirlo, pero sí podemos moldearlo.”

El autor es ingeniero de sistemas