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Opinión

La pluralización indispensable

24 de Mayo, 2021
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ERICK R. TORRICO VILLANUEVA

La ciudadanía en Bolivia, desde hace tiempo ya, está demandando cambios cualitativos profundos en la gestión del proceso democrático; uno fundamental es, sin duda, la pluralización.

Esta no es apenas una cuestión de forma, sino un factor determinante, pues este tipo de régimen político, como es lógico, resulta impracticable al margen de esa condición.

La pluralización implica una diversidad de actores, de puntos de vista y de voces que desconcentran el poder y ofrecen distintas alternativas de expresión y representación de la colectividad, lo cual constituye la base de la deliberación y los consensos factibles que dan sentido al funcionamiento de la democracia.

El desvío limitante que se arrastra hoy en el país en esta materia comenzó con el giro autoritario del llamado Movimiento al Socialismo, a poco más de tres años de su primera gestión de gobierno. Al margen de sus acciones represivas y de su pretensión de someter a su arbitrio no sólo toda la estructura institucional del Estado sino, además, el espacio público y las organizaciones sociales, las dos ilegales reelecciones continuas y el fraude electoral que protagonizó después completaron el camino de la vulneración de las reglas constitucionales básicas al tiempo que alimentaron una improductiva polarización.

Es claro que el hecho que colmó el vaso fue el desconocimiento por ese oficialismo de los resultados del referendo del 21 de febrero de 2016, en el cual la población rechazó la aspiración prorroguista del grupo en el poder. El posterior intento de éste de forzar un triunfo en las viciadas elecciones de octubre de 2019 desencadenó la protesta colectiva nacional en las calles, misma que, de pedir primero transparencia en el recuento de votos, y la realización de una segunda vuelta más tarde, paso a exigir nuevas elecciones con un nuevo tribunal electoral y, seguidamente, la dimisión de los que gobernaban.

La sistemática violación de las normas por parte de quienes entre 2006 y 2019 controlaron los diferentes órganos estatales dejó a la democracia en un estado de suspensión fáctica, a la par que el errático comportamiento de su núcleo dirigente y su discurso confrontacional erosionaron la legitimidad restante.

Para inicios de noviembre del último año citado la situación de aquellos que quisieron imponer la reelección indefinida era insostenible y de nada sirvieron las sucesivas y desesperadas concesiones que hicieron en sus horas finales, pues ya no podían surtir ningún efecto. Su esquema se desplomó y tuvieron que irse por su incapacidad de superar la crisis desatada por ellos mismos.

Su intento terminal para retornar aupados por un acto de violencia inducida que esperaban desembocara en un caos generalizado no prosperó y la ciudadanía confirmó su voluntad democrática al resguardar por 48 horas los espacios simbólicos del poder estatal y aceptar la forma de sucesión constitucional que fue posible en ese momento extremo.

Anulados los comicios de 2019, los votantes volvieron a manifestarse en las urnas en octubre de 2020 y en marzo de 2021, en las elecciones nacionales y subnacionales, respectivamente. En ambas oportunidades, los resultados confirmaron el reclamo ciudadano de pluralización. En un caso, el gobierno nacional fue constituido por mayoría relativa (esto es, por el porcentaje más alto entre varias opciones) y en el otro se produjo una descentralización regional, todo lo cual crea una condición diferente en el balance de poder.

Son también evidentes, en algunas de las organizaciones políticas, movimientos tendientes a la generación de dinámicas internas de reconducción, renovación e incluso de reestructuración que, junto a la emergencia de nuevas agrupaciones, son reflejo de la corriente pluralizadora en curso.

Así, pese a las visiones, posiciones y acciones retrógradas de ciertas fuerzas conservadoras, la transición de la democracia boliviana prosigue.

El país se encuentra en una circunstancia casi semejante a la vivida tras el fin del ciclo dictatorial militar, a inicios de la década de 1980, cuando se anunciaba un abanico de probabilidades. La pluralización está en ese horizonte y su carácter indispensable no podrá ser desconocido.

Erick R. Torrico Villanueva es especialista en Comunicación y análisis político

Twitter: @etorricov

           

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