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Opinión

La agenda del cabildo

13 de Noviembre, 2023
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WILLIAM HERRERA ÁÑEZ

El 13 de noviembre de 2022, se realizó el multitudinario cabildo, que consiguió no solo el censo y la aplicación de sus resultados en las elecciones generales 2025, sino también revisar la relación política de Santa Cruz con el centralismo nacional. No es la primera vez que se hace este tipo de planteamiento. La región hace tiempo exige cambios en la estructura organizativa del Estado (o lo que queda del Estado fallido), que permitan democratizar el sistema político, fortalecer el proceso autonómico y brindar la posibilidad de autogobernarse en todo sentido. La autonomía busca la distribución del poder político y reconoce distintos niveles gubernativos: un gobierno nacional y varios gobiernos autónomos, con facultades ejecutiva, legislativa, reglamentaria y fiscalizadora. 

El gobierno central ha buscado, no obstante, asfixiar y vaciar de contenido el proceso autonómico, al extremo que el centralismo sigue gozando de muy buena salud. El gobierno nacional enarbola la autonomía, pero practica el centralismo —puro y duro— y las entidades territoriales se hacen las autónomas y parecen cómodas con la simple elección de autoridades y delegación de competencias sin recursos económicos, y en estas condiciones no se puede democratizar el ejercicio del poder político. 

Los gobiernos del MAS (Evo Morales y Lucho Arce) no se ha caracterizado por compartir el poder y muchos de los recursos que tenían asignados los gobiernos departamentales, y municipales, han sido sencillamente confiscados por el gobierno central. En otros casos, el ejecutivo nacional se ha visto en la necesidad de delegar ciertas competencias, pero sin el acompañamiento de los recursos económicos. 

En la revisión de la relación del departamento con el Estado, hay que analizar y evaluar el estado del proceso autonómico, sus debilidades, fortalezas, y cuánto se avanzó en estos 14 años de experimento descentralizador. El mayor desafío es cómo liquidar el viejo esquema centralista que no termina de morir y cómo avanzar en el modelo autonómico que no termina (porque no lo dejan desde La Paz) arrancar y cambiar. 

El Comité Pro-Santa Cruz, en este sentido, ha hecho un trabajo de campo extraordinario. Ha tenido reuniones y conversatorios con la mayoría de las instituciones no solo locales sino también de las provincias, que le han permitido conocer sus potencialidades, y sus necesidades. Los 36 días y medios de paro indefinido deben servir para garantizar (como resultado final) no solo el censo y la aplicación de sus resultados en las elecciones generales de 2025, sino también repensar el Estado plurinacional fallido existente.

La ciudadanía cruceña tiene clarísimo un conjunto de principios y valores sobre los que debe asentarse la democracia moderna de nuestro país. En el fondo se trata de democratizar la democracia, que se respeten los principios republicanos: la separación de poderes, la independencia judicial, la libertad de expresión, la propiedad privada, etc. En fin, la tolerancia política, el consenso, el diálogo, el debate democrático, son imprescindibles para una verdadera convivencia pacífica.

El pueblo cruceño lideró este movimiento ciudadano, con la misma convicción que lo hizo en las protestas de octubre-noviembre de 2019, cuando Evo Morales y Álvaro García Linera intentaron burlarse de la voluntad popular y terminaron renunciando y huyendo del país. Las formas de estas protestas contrastan con las viejas movilizaciones y huelgas (salvajes) de los trabajadores. La diferencia es que las viejas movilizaciones siempre fueron por reivindicaciones sociales o económicas, pero nunca se había enarbolado la defensa de los valores y principios democráticos, menos repensar el Estado plurinacional. 

Sin embargo, la ciudadanía tiene que seguir vigilante, y con la convicción y capacidad de movilizarse y ejercer un control social riguroso al gobierno para que se lleve a cabo todo el proceso censal, el pacto fiscal, la redistribución de escasos, etc. La agenda del multitudinario debe ser liquidar el viejo Estado fallido, centralista, paquidérmico y corrupto, que no termina de morir, y avanzar en la configuración del nuevo Estado moderno, eficiente del siglo XXI, autónomo, al servicio del ciudadano que se viene gestando desde Santa Cruz a punta de cabildos. Las masivas movilizaciones cruceñas, representan una oportunidad y un compromiso de que se puede cambiar Bolivia y diseñar un futuro diferente. 

El autor es jurista y autor de varios libros.

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