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Opinión

Ganamos una batalla, no la guerra

29 de Julio, 2020
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VERÓNICA ORMACHEA G.

El mundo se llenó de esperanza cuando se dio a conocer la vacuna Oxford contra el COVID-19. Los resultados iniciales son muy alentadores. Hemos podido ver la luz al final del túnel cuando se hizo pruebas a 1.077 voluntarios en las fases 1 y 2, cuyos resultados demostraron ser efectivos y no provocan efectos secundarios, según la revista médica The Lancet.

Las pruebas demostraron que la vacuna genera anticuerpos y células T, (también llamadas linfocitos) que son un tipo de glóbulo blanco que detectan las células infectadas y las destruye.

Pero aun no podemos cantar victoria. Nos queda la tercera etapa ya que las pruebas anteriores no incluyeron a personas mayores ni gente con otras enfermedades. Esta se hizo a voluntarios de raza blanca de un promedio de 35 años.

En la tercera etapa, los científicos harán pruebas a personas en el Reino Unido, EEUU, Sudáfrica y Brasil.

Científicos -que trabajan contra el reloj- estiman que la vacuna Oxford será lanzada al mercado en los primeros meses del año 2021. Lo que significa que habremos estado encerrados, atemorizados y cargados de incertidumbre durante un año, que no es poca cosa.

La investigación de la universidad de Oxford está liderada por la científica Sarah Gilbert, dijo que habían logrado en meses lo que requiere 5 años. Sus investigadores así como de otros laboratorios trabajan hasta el agotamiento para salvar al mundo.

Según expertos, si los contagiados tienen una fuerte carga viral, tendrían que ser vacunados dos veces y aquello significaría duplicar los esfuerzos, principalmente logísticos.

El enemigo invisible y silencioso que no distingue condición o raza, se ha llevado a más de 600 mil vidas y ha contagiado a más de 5 millones de personas, cifras que van más allá del entendimiento.

Francis Fukuyama afirmó que ni los países más prósperos están preparados para enfrentar semejante pandemia. Una vergüenza.

En realidad, ningún país está preparado para recibir semejante pandemia mortal, tampoco Bolivia que a pesar de los esfuerzos del gobierno, el sistema sanitario ha colapsado.

Muchos bolivianos mueren tirados en la calle o en un auto camino al hospital. Las clínicas no los reciben porque no tienen espacio o les piden una garantía millonaria, algo que la mayoría no puede pagar. Una situación dramática e imperdonable que ningún persona merece atravesar porque la salud y la educación son un derecho humano.

La farmacéutica AstraZeneca, que trabaja con la Universidad de Oxford, anunció que fabricará 2 mil millones de dosis que distribuirían a fin de año.

Bolivia ha sido seleccionada para recibir la vacuna Oxford. El Ministerio de Salud adquirirá las vacunas gratuitamente o a precio reducido.

Bolivia, como otros países recibirá un lote destinado al 20% de los bolivianos que será otorgado a grupos de mayor riesgo como el sanitario y adultos mayores.

La Ministra de salud aseguró que “Bolivia no será un conejillo de indias”, como afirman sus detractores.

La oposición liderada en el parlamento por el MAS, ha boicoteado los créditos para la salud. Morales, durante los 14 años de gobierno no invirtió en un sistema sanitario y gastó en cosas innecesarias como un museo que ensalza su figura y al que nadie visita.

Cuando se lance la vacuna al mercado, inmunizará al mundo, se evitarán miles de muertes y volveremos a tener la vida de antes.

El COVID-19 ha echado a la calle a millones que tratan de reinventarse con dignidad, ha quebrado empresas y destruido economías de los países.

Demoraremos años en reponernos.

Verónica Ormachea es periodista y escritora

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