MIGUEL MANZANERA, S.J.
Uno de los discursos más hermosos y profundos que tuvo el Papa Francisco en su viaje a Estados Unidos fue el que pronunció en el Encuentro Mundial de las Familias el 26 de septiembre de 2015. Aunque llevaba escrito el texto del discurso, sin embargo a última hora prescindió de su lectura y habló sin leer, dejándose llevar por la inspiración que sentía en ese momento.
Vamos a exponer algunas ideas más sobresalientes referentes a la relación entre la Familia Divina y la familia humana. Francisco comenzó indicando: “Todo lo bueno, todo lo verdadero y todo lo bello nos lleva a Dios. Porque Dios es bueno. Dios es bello, Dios es Verdad”. El Papa insiste en que sobre todo Dios es Amor. “Pero era tal el amor que tenía en sí mismo, ese amor entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo. Ese nombre era tan grande, tan desbordante... que esto no sé si es muy teológico pero lo van a entender. Era tan grande que no podía ser egoísta, tenía que salir de sí mismo para tener a quién amar fuera de sí mismo y ahí Dios creó al mundo, ahí Dios hizo esta maravilla en la que vivimos y como estamos un poquito mareados la estamos destruyendo”.
“Lo más lindo que hizo Dios, dice la Biblia, fue la familia. Creó al hombre y a la mujer y les entregó todo, les entregó el mundo, crezcan, multiplíquense, cultiven la tierra, háganla producir, háganla crecer, todo el amor que hizo en esa creación maravillosa se la entregó a una familia. Volvemos atrás un poquito. Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios tiene en sí, toda la verdad que Dios tiene en sí, la entrega a la familia. Una familia es verdaderamente familia cuando es capaz de abrir los brazos y recibir todo ese amor.”
Creemos que estas palabras del Papa abren nuevos horizontes no solamente para comprender y mejorar toda relación matrimonial y familiar, sino también para desvelar en alguna medida el gran misterio de Dios como Familia. Este tema fue también explicado por San Juan Pablo II en la Carta a las Familias, en 1994, el Año de la Familia. Por ello es importante seguir profundizando en ese gran misterio a la luz de la Santa Biblia.
El primer capítulo del Génesis narra la creación del universo. Dios, designado con el nombre hebreo “Elohim”, que es plural, después de haber creado el cielo, la tierra, las plantas y los animales, dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”. “Y creó al hombre a imagen suya, macho y hembra los creó”. Y les dijo “Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla”. “Y vio Elohim que todo estaba muy bien” (Gn 1, 26-31).
El misterio de la Familia Divina se desvela aún más en el segundo relato de la creación, narrado en el capítulo 2 de Génesis. Dios, designado con el nombre más personal de “Yahveh Elohim”, toma del suelo tierra mojada del suelo y modela a Adam (hombre del suelo) al cual insufla su propia Vida (Gn 2, 7). Luego se compadece de la soledad de Adam y, al no poder remediarla con los animales, decide infundirle un profundo sueño y dividirlo, modelando con una parte al varón, Adán, y con la otra a la “varona”, a la que luego Adán dará el nombre de Eva, o sea madre de los vivientes (Gn 3, 20). Ya este relato muestra la atracción natural del varón y la mujer que les lleva a unirse y a tener hijos.
Después de insertar los relatos de Abel y Caín y del pecado de Adán y Eva en el paraíso, la Biblia retoma la narración de la familia humana, indicando que Adán se unió de nuevo a Eva y ésta dio a luz un hijo al que llamaron Set (Gn 4, 25; 5, 3). De esta manera se complementa la familia humana a imagen y semejanza de la familia de “Yahveh Elohim”. Aunque la enseñanza sobre la Trinidad Divina será revelada mucho siglos más tarde, ya aquí se ofrece un anticipo, donde lo más llamativo se centra en la figura maternal de la “Rúaj Elohim”, traducida como Espíritu de Dios, que aleteaba dando vida sobre la superficie de las aguas (Gn 1, 2).
Estos relatos, aunque inspirados en mitos ancestrales, fueron reelaborados desde la fe en el verdadero Dios y ayudan a comprender la esencia divina como una Familia Trinitaria, formada por el Esposo y Padre que engendra a la Esposa y Madre, de cuya unión entre ambos es generado el Hijo. La eterna Familia Divina es el modelo de la familia humana primordial, aunque ésta, instigada por la serpiente, imagen del espíritu maligno, desobedeció el plan del Creador.
Para redimirla del pecado el Dios Trinitario decidió hacer una nueva imagen humana que fue la Sagrada Familia, formada por José, María y Jesús, de donde vino la redención. Con esto Dios cumplió su plan original de amar a la familia humana incorporándola a su propia Familia. Al mismo tiempo también se revela la esencia de la Familia Trinitaria que es el amor, modelo inspirador y dinamizador de la familia humana.