Ese “enemigo invisible” como así lo denominamos a la covid-19, para hacer estragos tanto en la primera como en la segunda ola en el país, sin lugar a dudas que tuvo y sigue teniendo un gran aliado a su lado. Ese “amigo íntimo”, se llama COMUNICACIÓN SIN NORTE. Aspecto que le favorece en seguir llevándose vidas y aumentar los casos de contagio durante los días que pasan.
Ni el gobierno transitorio de Jeanine Añez, ni tampoco el actual gobierno de Luis Arce, supieron implementar una estrategia comunicacional sólida a través del área de comunicación gubernamental para llegar a la conciencia de la gente con el objetivo de que puedan cumplir a cabalidad las normas de bioseguridad. Como se observa en calles de las diferentes ciudades del país, hasta ahora un segmento poblacional no ha entendido o no quiere entender de su responsabilidad social.
Tampoco se ha visto ni se ve desde la aparición del coronavirus en el país una coordinación interinstitucional entre el gobierno central con las gobernaciones y municipios del país a nivel comunicacional. Cada nivel de gobierno se fue por su lado, haciendo lo que pudo y puede sin que exista hasta ahora una matriz comunicacional que dé la directriz de una comunicación eficiente y efectiva.
Hoy en día dentro de una estrategia comunicacional, obligadamente tiene que contemplar la herramienta de los talleres de socialización que es una comunicación directa de persona a persona o comunicación cara a cara para que justamente la misma sea efectiva, afectiva y asertiva con el público objetivo al cual se pretende llegar, teniendo como ventaja además que la retroalimentación del mensaje por parte del público receptor es instantánea hacia el emisor. Eso es justamente lo que les está faltando hacer a las áreas de comunicación de los tres niveles del Estado nacional.
Un taller de socialización es un espacio de construcción colectiva que combina teoría y práctica alrededor de un tema, aprovechando la experiencia de los participantes y sus necesidades de información. En el taller participa un cierto número de personas que realizan en forma colectiva y participativa un trabajo activo, creativo, concreto, puntual y sistemático; mediante el aporte e intercambio de experiencias, discusiones y consensos que ayudan a generar puntos de vista y soluciones nuevas y alternativas a problemas dados.
La gran ventaja de la aplicación de esta herramienta es que puede desarrollarse en un ambiente grupal y participativo, haciendo posible los intercambios de experiencias y con ello la generación de aprendizajes o en caso de no haber las condiciones como las que hoy nos impide el coronavirus de las no aglomeraciones humanas, se las puede realizar casa a casa o puerta a puerta.
Si mucho más antes de que se propague el coronavirus, los gobiernos de transición como el actual hubiesen aplicado ésta herramienta de socialización en la concienciación de la población sobre el cumplimiento de las normas de bioseguridad para reducir los contagios acelerados, sin duda que los resultados serían otros.
Lo ideal sobre la realización de estos talleres de socialización en todo el país, era que cuenten con expositores especializados (médicos y comunicadores) que proporcionen información sobre la gravedad de la covid-19 y sus grandes consecuencias para la salud del ser humano a los representantes-asistentes en especial de núcleos familiares, juntas vecinales, gremialistas, transportistas, entre otros sectores para que luego estos puedan replicar antes sus allegados y bases sociales lo aprendido.
Estas charlas de socialización, además, deberían haber estado acompañadas de un pequeño video documental (con copias en cd o dvd), cartillas informativas, barbijos y mascarillas en grandes cantidades para ser repartidos a los asistentes y estos a su vez hagan llegar de manera directa a sus sectores sociales con una explicación breve sobre lo asimilado en las mismas.
Una vez cumplida la fase de aplicación de los talleres de socialización a escala nacional, cuyo liderazgo debería haber estado en manos del Viceministerio de Comunicación y el área de comunicación del Ministerio de Salud en coordinación con sus similares de las gobernaciones y municipios, recién se debería haber puesto en marcha la etapa de la difusión de spots televisivos y cuñas radiales como refuerzo comunicacional, aspecto que hubiese permitido llegar de manera más óptima y con mejor información a grandes mayorías de la sociedad civil.
Sin duda que hubiese sido una labor titánica con un despliegue de recursos humanos, económicos y de materiales de gran dimensión, pero que a la larga habría dado sus frutos como el aminorar el no uso de barbijos y mascarillas y cumplir a plenitud con las demás normas de bioseguridad en algunas personas que aún se resisten en usar las mismas y así también en “desmontar esos miedos” tal como lo señaló el vicepresidente, David Choquehuanca, en su último discurso al país el pasado 22 de enero, fecha en que se recordó los 12 años del Estado Plurinacional.
Juan Carlos Ferreyra P. es comunicador social